cuentoDesam Ferrández

Diario de un ratón de biblioteca llamado Dix: capítulo XIV

Otro cuento de Dix y sus amigos escrito por Desam. Ferrández

Puedes leer a partir del primer capítulo aquí 

Las dos ratitas pasaron un día requetebonito callejeando por las calles de Madrid. Dix hizo de perfecto anfitrión enseñando a Cloe los lugares que a él más le gustaban mientras le cogía de la mano y le sonreía con ese brillo especial que tienen los enamorados en los ojitos. Al llegar a casa, cansados de todo el día correteando de un lado para el otro se sentaron en el sofá a descansar un rato, momento que aprovechó Dix para hacer una declaración de amor a Cloe.

A Cloe le encantó que Dix expresara su amor ya que eso facilitó el que pudiera dar a conocer sus sentimientos: ella también está enamorada de él y por lo tanto el amor es reciproco. Esta declaración mutua acabó con un mega abrazo sentido en todas las células de las dos ratitas haciéndolas vibrar al unísono.

Cloe, ¿qué quieres cenar?

Nada, Dix, estoy más cansada que hambrienta.

¿Quieres acostarte ya?

Si no te importa, sí.

Me gustaría compartir contigo la alcoba grande.

¿Y dejar la habitación de invitados?

Sí, no quiero que seas una invitada en este hogar, quiero que formes parte de él. Mi corazón también quiere que estés muy cerquita de él, o sea, que no te vayas a dormir a la habitación de invitados.

Ja, ja tienes una manera muy graciosa de decirme que quieres acostarte conmigo, aunque te digo que yo también estoy deseando compartir tu jergón.

¡Yupi! Pues no hablemos más.

Las dos ratitas comparten cama y pasión para después dormir el uno abrazado al otro.

Dix, ¿qué piensas?, noto como que tu mente está diciendo cosas, como que está ahí moviéndose y verbalizando.

Pues pienso que el silencio es amor.

¿Por qué dices eso?

Porque en el silencio dejo espacio al sentir, siento mi corazón y el tuyo, dejo espacio a las sensaciones de las vibraciones mutuas de calor, de amor, de la ilusión, de la alegría…

Que bonito, Dix, yo también siento tu amor y calor. Me gusta que me cuentes lo que sientes, sobre todo si lo sientes por mí. A veces el exceso de verborrea solo sirve para rellenar un vacío. Yo disfruto mucho del silencio así como estábamos sintiéndonos, me encanta. Gracias, amor.

Gracias a ti, querida Cloe. Aunque no tengo ganas de soltarme de tus brazos, he de ir a la editorial a que impriman mi nuevo libro.

¿Has escrito otro libro?

Sí.

¿Cómo se titula?

«Roedores encuentran la puerta de Ávalon».

¿Qué es Ávalon?

Es una isla celta mitológica, que está en Ratonbury, Inglaterra.

Me gustaría mucho leerlo y todavía más que me lo leyeras tú, como el otro día en la biblioteca.

Eso está hecho, preparo café y te lo leo.

¡Carambolas! Sí, por favor.

Roedores encuentran la puerta de Ávalon.

Gus, Evy, Hip y Kat eran cuatro ratitas muy aventureras y atrevidas que compartían tanta pasión por los viajes que ya habían viajado juntas en más de una ocasión. Esta vez se juntaron para hacer un viaje a la isla etérica de Ávalon en Ratonbury. El reto era encontrar la puerta para conseguir llegar a ella porque al estar en el etérico muchas ratas habían sido incapaces de ver la puerta en intentos anteriores.

Un viaje al etérico significa viajar por el espacio o bien con alas o bien teniendo un vehículo para ello, cosas de las que ninguna gozaba.

Las cuatro aventureras se cogen de las manos, cierran los ojos, abren sus registros akashicos y piden a su Ser superior que las permita volar hasta la Isla de Ávalon.

El Ser superior les guía para que alcancen el estado necesario para viajar:

Visualiza tu corazón, mira como brilla esa chispa divina que tienes en tu interior. Deja que esa chispa divina recorra tu cuerpo cayendo hasta los pies. Ahora visualiza como crecen raíces de los pies y se van hasta el centro de la Tierra, siente la conexión al llegar al centro de la tierra. Una vez ahí siente un intercambio, se te devuelve una energía verde que sube por los pies recorriendo todo el cuerpo hasta el corazón. Esa energía impulsa otra chispa divina y la lleva hasta la cabeza, saliendo por su corona y más allá, hasta el infinito del cielo donde se establece una conexión con la energía celestial, esta devuelve energía de color rosa, bajando hacia la cabeza y de ahí hasta llegar al corazón. Allí mismo se juntan la energía verde de la tierra y la energía rosa del cielo. Ahora visualiza un tubo de luz dónde te metes para empezar tu viaje, vas a ir desplazándote en el tiempo y en el espacio hasta la Isla de Ávalon.

Las ratitas empiezan el viaje dentro de un “tubo transparente” viendo como las montañas, los mares y los bosques van pasando, viendo como todos los paisajes se quedan atrás a una velocidad muy alta hasta que comienzan a frenar y deducen que ya ha acabado su viaje. Llegan, entre niebla, a Ratonbury, apoyan sus piececitos en la tierra y comienza la aventura. Tenían una ubicación de destino muy aproximada y por ella iban a empezar a rastrear.

En la calle había mucha gente y muchas ratitas, Kat, la más atrevida de las cuatro, preguntaba a los transeúntes por la puerta de acceso a Ávalon. La respuesta era siempre la misma, no sabían indicarles el lugar y más de uno decía que Ávalon no existía, aunque valía la pena preguntar porque todas las personas sonreían y eran súper amables con las ratitas.

Las cuatro amigas no desistieron a pesar de que pasaban las horas y no aparecía la puerta mágica. Evy dijo: «ratitas, dejémonos guiar por nuestros sentidos, partamos de la ubicación más aproximada y de ahí vamos ampliando el radio entre las cuatro». Y así lo hicieron, fueron separándose mientras abrían el campo de búsqueda.

Gus estaba muy cerca, aunque no veía la entrada sus bigotes se lo indicaban. Preguntó a un ratón que iba haciendo footing: «disculpa buscaba una puerta…». El ratón corredor se detiene y le indica muy amablemente el lugar exacto donde se encuentra. Gus seguía sin verla aunque confiaba en que alguna de sus compañeras sí fuese capaz. Las llamó para decirles que ya sabía el enclave exacto, se acercaron todas y Hip, la más tímida de las cuatro, ve rápidamente la entrada al pozo, empezó a caminar hasta la puerta de madera donde había un grabado con dos aros unidos, atravesados por una lanza y a su derecha un corazón. A la ratita le dio un vuelco el corazón sabiendo que ya estaban en el sitio donde querían; indicó a sus amigas el lugar y abrió la puerta. Las cuatro vieron el túnel y al fondo unas mujeres alrededor de un fuego charlando animadamente, felices en su cueva. Las ratitas entraron en silencio pues sabían que estaban en un lugar sagrado. Habían llegado más lejos que muchas de sus conocidas que habían comenzado la misma aventura antes que ellas.

Hip iba en cabeza; llegando hasta donde se encontraban las mujeres observaron que todas vestían con faldas largas, melenas sueltas y flores en sus cabellos. Las sonrisas de estas especies de diosas eran agradables y amistosas; sus rostros serenos invitaban a acercarse; los ropajes, en tonos verdes y marrones se mimetizaban con la tierra de la cueva, excepto los de una de ellas que llevaba su atuendo en granate y su pelo pelirrojo, lo que la hacía destacar de entre todas.

Del grupo de mujeres, Hip solo reconoció a Morgana. Se había documentado muy bien sobre Avalon y desde que empezó a leer supo que debía de venir hasta aquí, de hecho esta ratita emprendió esta aventura para llegar hasta Morgana. Se reconocieron nada más verse, es como si ya se hubieran conocido en otro lugar anteriormente. Morgana abrazó a Hip y le dio a beber una pócima mágica que luego repartió entre las otras ratitas. Mientras bebían dicha poción Morgana les habló: «caminad hasta que lleguéis a la niebla, atravesadla y allí a la derecha encontrareis seres de Luz y Maestros ascendidos con los que podréis hablar y preguntar lo que queráis».

Las ratitas se dirigieron hacia la niebla; detrás de la bruma vieron unas luces tenues que no distinguían muy bien lo que eran. Al traspasar la neblina pudieron apreciar las luces de cerca y parecían ser los Maestros y los Seres que les había indicado Morgana. Cuando sus ojos se acostumbraron a las luces que desprenden los maestros, pudieron ver sus túnicas, sus ojos y sus manos que amablemente les invitaban a sentarse a su lado. A Hip le vibraba mucho el corazón y le temblaban sus patitas; no sabía por dónde empezar. Preguntó al ser de Luz que tenía a su derecha qué era lo que habían ingerido, si les habían dado alguna especie de droga. El ser de Luz entre risas respondió: «no, solo habéis tomado una pizca de chispa divina, que es la misma que tenéis en vuestro corazón, aunque no os deis cuenta que la lleváis, está en vuestro interior. A ti lo que te pasa es que como creías que era magia, le has dado permiso para que aparezcan todos tus sentidos y por eso nos puedes ver, pues realmente siempre estamos a vuestro lado, yo y los miles de seres de Luz que hay en el planeta. Ahora que has dado paso a esas sensaciones, y dejas que se abran, además de vernos y, puedes apreciar más allá de lo que percibes en tu tierra». La ratita estaba emocionadísima sentada al lado de esa enorme figura de luz.

Hip quiso tocar la tierra y se dio cuenta de que esta se deshacía entre sus manos, era una sensación muy agradable, suave y dulce, diferente a la textura áspera que la tierra tiene fuera de esta cueva. Seguía tocando la tierra y volvía a sentir como si se desintegrara, a ratos hasta desaparecía su manita. Se quedó mirando al ser de Luz pidiéndole una explicación porque no lo entendía…

El ser de Luz le dijo: «realmente tú creas tu realidad a cada momento, sin embargo aquí has dado la posibilidad de que los átomos jueguen contigo, has dado consentimiento a tus células para jugar con la tierra y se juntan las dos opciones, se abrazan y se envuelven como si no fueran físico, como si solo fueran etérico. Imagina ahora que de tu mano desaparece el pulgar, visualiza que desaparece»… y, el pulgar desapareció.

¡Carambolas! eso sí qué no me lo esperaba.

«Ahora imagina que aparece» le dice el ser de Luz a la ratita, quien le hace caso y de repente el pulgar vuelve a aparecer en su mano como si nunca hubiera desaparecido.

¡Guala! Entonces, ¿por qué no desaparece la tierra que tengo debajo de mi trasero?

«Porque esa tierra sabe que te está sujetando y entonces no quiere desaparecer y que te caigas, quiere sostenerte y que sigas disfrutando de esta agradable conversación…»

¡Carambolas! Exclama Hip sin dar crédito a lo que ven sus ojos.

«Si desenfocas la vista y miras más allá de los seres de Luz que tienes enfrente podrás ver otra ciudad, porque todos estamos en el mismo plano, solapándonos los unos a los otros, solo que vibrando en una ligera vibración más alta o más baja», observa.

La veo, es una ciudad diferente.

«Pues adelante, la puedes visitar».

¿En serio puedo entrar ahí?

«Claro», le contesta

¿Y cómo lo hago? Pregunta Hip al borde del vértigo.

«Camina y entra dentro, es fácil».

La ratita tenía una mezcla de miedo y emoción, sin embargo, esto no la paró, siguió caminando hasta que llegó al borde de la ciudad, o lo que ella creía que era el borde, entrando como a una burbuja, en un espacio diferente. Accedió directamente a una calle, se quedó ahí observando. No sabía si retroceder o seguir adelante, pero su curiosidad le pudo y decidió seguir adelante. Era como un prado lleno de casas, una al lado de la otra, con un espacio entre medio para el jardín, habían flores, plantas y arbustos salpicando el césped, al pasto no se le veía el fin ya que no había muro, ni valla de separación entre una casa y otra. Las edificaciones eran todas del mismo color, aunque tenían diferentes formas, todas gozaban de unos porches enormes, las paredes de todas las casas estaban entre verdes y amarillos, tonos pasteles que no rompía para nada el equilibrio con el bosque que había a lo lejos, los tejados eran de pizarra marrón y los colores de la ropa que la gente llevaba eran en diferentes tonos de verdes, marrones, amarillos y una gama de colores que nunca había visto antes. Hip se dispuso a caminar por la calle y vio unos bancos en la acera para que la gente descansase, estaban situados de tal forma que la gente podía sentarse, uno enfrente de otro, y mirarse a los ojos mientras hablan. La ratita seguía caminando por la calle cuando una señora que estaba sentada en el banco le dice con un tono de voz lo suficientemente alto como para atraer su atención…

<<Hola, ¿eres extranjera?>>

A lo que la ratita le dice que sí.

<<Ven y siéntate con nosotros>>

Hip se queda muda, le llama la atención primero que la pudieran ver y segunda que quisieran hablar con ella. Hip educadamente se acerca a la señora y esta le cuenta que estaban planificando cómo iban a cortar el pasto porque ya estaba muy alto. La ratita no entiende dónde está el conflicto y le dice a la señora.

Pues que cada uno se corte su trozo.

A lo que la mujer le contesta que <<no, aquí cortamos el césped entre todos, nos ayudamos y vamos cortando mientras charramos y compartimos con nuestros vecinos, nos reímos y cada día comemos en casa de un vecino diferente>>

¡Guala! Qué bueno. ¿No trabajáis?

<<¿Trabajar, qué es eso?>>

Entras a un sitio (tienda, oficina…) trabajas 8 horas y te vas a tu casa.

<<No, nosotros no hacemos eso, hoy por ejemplo les toca laburar a los que viven de la casa 10 a la 15, están en la huerta. De la misma forma que todos tenemos un día para laburar en la huerta, cada uno va a recoger de sus frutos lo que quiere cuando le hace falta>>

¿No hay un coche que va repartiendo?, ¿o vais a una tienda o lugar a recoger el producto?

<<Tienda, ¿qué es eso? nosotros no tenemos de eso>>

La señora acompaña a la ratita a la parte de atrás de las casas y le enseña la extensión enorme de verduras y árboles frutales. Entre las hojas, de vez en cuando, asoma una cabeza, <<ese grupo de personas están laburando la tierra, mañana va otro grupo, pasado otro grupo y así nos vamos turnando, todos trabajamos en unión para todos. Yo voy a recoger las verduritas a la puesta del sol, así tienen la energía solar de todo el día. Solo recojo lo que necesito para cenar y para la comida del día siguiente, así lo tengo siempre fresco>>

Qué rico tiene que estar.

<<Sí, normalmente las comemos crudas o un poco rehogadas, así no pierden su sabor>>

¿En serio que lo coméis crudo?

<<Sí, ven a probar>>

Le da una especie de tomate recién cogido de la mata para que la ratita lo pruebe, esta se lo come con un poco de asco, pero luego exclama:

¡Carambolas, qué rico está! Está muy, muy sabroso. En la tierra no comemos cosas tan ricas.

<<Claro, porque aquí les está dando todo el día el sol y las recogemos para comérnoslas en el momento, así conservan todos los nutrientes y nos alimentan mucho, damos gracias a todas las plantas y a todos los árboles porque gracias a ellos siempre estamos alimentados>>

¿Tenéis luz?

<<Tenemos energía solar que nos alumbra, pero de noche dormimos. Salimos de la casa cuando el sol ya está en lo alto otra vez, vamos un poco al ritmo del sol, en invierno descansamos más y en verano trabajamos más. Lo más importante es que compartimos todo y hacemos grandes tertulias alrededor de alguna propuesta hecha por algún vecino>>

¡Guala! Qué bonito, me encanta. ¿Tenéis especialistas para cuando algo rompe?, ¿qué hacéis con la ropa?

<<Cuando alguno de nosotros necesita ropa, al segar el pasto se queda con lo cortado y con eso nos hacemos los vestidos, la ropa de abrigo, todo lo que necesitamos>>

¿Hacéis pan?

<<Sí, tenemos trigo y una máquina para hacer el pan. Pan que también hacemos entre todos para todos, recolectamos el trigo, amasamos y horneamos por turnos y para todos>>

La ratita se despidió de la señora con una enorme sonrisa y dos besos muy sonoros.

Hip estaba feliz y súper extrañada de todo lo que había visto, tan nuevo y tan diferente, todos habían sido muy amables con la extranjera y se sentían muy afortunados de haber conocido a una ratita de la tierra.

Hip salió de la ciudad como había entrado, fue cómo salir de una burbuja para entrar de nuevo a la cueva, y en el otro lado se quedaba la ciudad dentro de la burbuja, súper raro.

Se fue directamente a hablar con el ser de Luz que le había dicho que ahí estaba la ciudad y le dijo:

Estoy maravillada, ¿puedo quedarme a vivir ahí?

«En este momento tu vida tiene que estar en la ciudad dónde vives, sin embargo, saber que existe una ciudad diferente puede hacer que si vuelves a reencarnar y pidas otra vida, puedas elegir vivirla en esa ciudad que has visto, o en otro, eso ya se verá. ¿Quieres ver otra ciudad también diferente a la tuya?»

Sí, por favor.

«Mira ahí enfrente y vuelve a hacer lo mismo de antes, desenfoca la mirada, al fondo verás unas cuevas, están habitadas por seres diferentes a los humanos que conoces», le dice el ser de Luz a Hip.

¡Carambolas, ya las veo!

«Ve a ellas y verás una ciudad totalmente diferente a la anterior y a la que vives».

La ratita va hacia el lugar donde ha visto las cuevas y, como la vez anterior, atraviesa la burbuja y aparece en un bosque espeso con un río y unas cuevas al fondo.Ve la ladera de una montaña súper grande y como puertas o ventanitas que supone serán las casas de los habitantes del lugar. Se acerca y ve un personaje que vive en esa ciudad, agachado recogiendo hongos.

<<Hola ¿eres extranjera?>>

Sí. Hip mira al personaje y es una mezcla entre hombre y animal y a pesar de no haber visto nunca un ser con esta forma le inspira confianza.

<<¿Quieres visitar nuestra ciudad? No tenemos muchas visitas>>

Sí, eso pretendía. ¿Vives ahí? Parece un lugar frío.

<<No, para nada, vente conmigo. Me llamo Ben y te enseñaré el lugar>>, mientras se presenta ya está cogiendo de la mano a nuestra protagonista y se la lleva ladera arriba para mostrarle su casa.

Entran en la cueva y Ben dice << entra y veras como no hace frío, la temperatura que la cueva genera se acomoda a la temperatura que yo necesito, cuando tengo calor elige una temperatura más fresca y cuando tengo frío elige una temperatura más cálida. Por eso siempre estamos muy cómodos y dormimos súper a gusto>>.

¡Guala! Qué adelanto, parece una tecnología muy moderna.

<<No entiendo lo que es tecnología. Siéntate un rato en la esterilla de hoja de coco, la he hecho yo, es muy bonita>>

Cierto, y ¡qué bien huele!

<<Sí, además es súper cómoda, tumbate y lo podrás comprobar>>

¡Guala! Sí que es cómoda, me encanta. ¿Duermes aquí?

<<Sí>>

No tienes ni agua, ni luz.

<<El agua está abajo y luz nos la proporciona el sol>>

Ya, pero si quieres ducharte no tienes agua en tu cueva.

<<¿Para qué quiero agua en la cueva si me doy largos baños en el rio?>>

Estará fría.

<<Está fresquita, así dinamiza mis células, ja, ja>>

¿En todas las cuevas viven seres como tú?

<<Sí, aunque creo que hay alguna vacía, ¿quieres vivir en ella?

No gracias, solo era por saber.

Caminan por una especie de pasillo que hay para bajar de la colina y mientras bajan visitan las cuevas que encuentran en el camino, aunque estén vacías igual entran, y así Ben le muestra las diferencias de una cueva a otra, las estancias de las otras cuevas cambian de tamaño y de forma. De las cuevas van al manantial, Hip se queda mirando el agua transparente.

Este entorno invita al baño, qué agua tan cristalina.

<<Sí, hay ratos que estamos todos dentro del agua jugando o simplemente disfrutando>>

¿Vivís muchos aquí?

<<Sí, somos un montón y hay cantidad de montañas con muchas cuevas. Para la hora de comer a veces nos reunimos allí, _ Ben le señala con el dedo una explanada donde el suelo está lleno de esterillas hechas con hoja de coco_ comemos, charlamos y compartimos historias, sueños, proyectos, tareas…>>

¡Carambolas! Qué lugar tan bello, fácilmente me podría quedar a vivir aquí.

<<Pues ya sabes que hay alguna cuevita vacía, ja, ja. Además podrías conocer a los demás compañeros de vida, están todos repartidos por el bosque haciendo trabajos manuales>>

Muchas gracias, será en otra ocasión ya que me tengo que regresar, me ha encantado visitarte y si vas a la tierra, yo te puedo hacer de acompañante.

<<No te digo que no, amiga, nunca se sabe>>

Hip vuelve a cruzar la burbuja para regresar a la cueva, se queda un momento mirando el bosque, las cuevas y a Ben, no quiere perder detalle, quiere que se le quede bien grabado este instante.

Se sienta de nuevo al lado del ser de Luz.

¡Carambolas! Qué maravilla, estoy muy emocionada y muy agradecida por todo lo que me has compartido, gracias, gracias, gracias.

Me alegro haber estado aquí para recibirte y enseñarte que hay muchos mundos y muchos seres diferentes. Ahora vuelve con Morgana, allí están tus amigas esperándote, te ofrecerá un chupito con chispa divina como el que tomaste antes de salir, al principio de este viaje.

Una pregunta ser de Luz ¿esto lo puedo contar?

Claro, aunque no te creerán.

Al salir de aquí ¿lo olvidaré todo?

No, de hecho perdurará en tus células.

¿Puedo darte un abrazo?

Claro.

Antes de que el ser de Luz acabara de responder Hip ya estaba lanzándose a sus brazos. Lo que la ratita no había previsto es que el ser de Luz no tiene cuerpo físico y casi lo atraviesa, quedándose dentro envuelta en la luz de ese ser tan peculiar. Los dos se desternillaron de risa por lo impulsivo del acto de la ratita.

Salió de la luz y se acercó hasta Morgana, esta le da a beber chispa divina. Deseándole un feliz regreso, e indicándole que ella está siempre en este lugar mágico, la despide con un gran abrazo.

Las ratitas salen del túnel por la puerta de madera y la cierran, Hip se queda apoyada en ella un momento, dando gracias por esta experiencia a “quien sea”, a la energía universal, al universo entero, a las cosas que no sabe, a las cosas que ha aprendido.

Las cuatro amigas tienen muchas cosas que contarse, cada una ha vivido una experiencia diferente en Avalon. Antes de iniciar el viaje de regreso se sientan para escucharse y emocionarse con las aventuras que cada una de ellas comparte. Narran por turno sus experiencias y también lo que han sentido, así viven en sus propios cuerpecitos las emociones de cada una de ellas.

Y ratolin colorado este cuento se ha acabado.

¡¡Dixxxx!! ¡¡Me ha encantado!! Qué cuento más hermoso.

Muchas gracias Cloe, ¿te ha gustado de verdad?

Por supuesto.

¿Seguro qué no me lo dices porque me amas?

¡Nooo! Te amo, eso es cierto, como también es cierto que me ha requeteecantado.

Continúa la historia aquí

Susurros de luz

Susurros de luz, la asociación que hace que las cosas bellas sucedan y además las cuenta.

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