viaje iniciatico

Camino a Santo toribio

Ya estoy de regreso de mi viaje iniciático por el camino a Santo Toribio de Liébana.

Han sido cinco jornadas de peregrinar por tierras cántabras, buscando ángeles por el camino.

Unos 140 kilómetros cargando la mochila de la vida, dejando lastre, dejando cosas atrás y renovándome. Un viaje al que me he enfrentado sin dinero, esperando encontrar ángeles que me alimentaran mi cuerpo y mi alma.

Ha sido un viaje lleno de señales al interior de mi ser, hecho por y para amar y en el que he descubierto que la posibilidad de sufrir no está reñido con la capacidad de creer que el ser humano es bueno por naturaleza. Lo mejor es ir descubriendo tu capacidad de confianza en la las personas y en la providencia, acercándote a la montaña, pues es entonces cuando la fe mueve montañas y si no las mueve, al menos hace que las atravesemos.

Me encantaría poder resumir en cuatro líneas que es lo que he sentido pero no puedo, solo diré que gracias a todos los que me han protegido y me han dado de comer y de beber, a los que me han dado conversación, cobijo y atención, a los que me han abrazado dejando en mí algo más que un recuerdo, una gran semilla de amor incondicional.

Gracias a los que me han dicho que no, a los que se han reído de mí, gracias a ello hoy soy más fuerte espiritualmente, sois grandes maestros, Gracias, gracias.

Gracias a los que habéis creído en mi, he llegado bien gracias a vosotros.

Cada paso, ya sea cuesta arriba o cuesta abajo, es un paso hacia la evolución personal. Cuando era cuesta arriba, en esas duras travesías de las montañas cántabras, meditaba sobre el perdón, agachando la cabeza y doblando la espalda, como reclinándome ante la vida; cuando era cuesta abajo meditaba el agradecimiento, por dejar que fluya la vida en mí.

Cada pájaro, ave, insecto, rana, vaca, oveja o cabra con la que me cruzaba eran señales divinas que me regalaban vida, y más gratitud por poder ser consciente de tanta maravilla, al igual que al ver esos hermosos verdes paisajes que me rodeaban. Todo tiene un sentido en el universo, todo. Y al hacer estos caminos descubre uno con humildad, lo insignificantes que podemos ser, pero el mundo no sería el mismo sin nosotros, ¿por qué tanta maravilla sin seres conscientes que puedan disfrutar todo lo bello que nos ofrece la naturaleza?

Por eso el respeto y el amor al mundo deben empezar por uno mismo, amándonos y amando a todo lo que nos rodea.

Me considero buscador de ángeles, y los he encontrado. Tengo que mencionar especialmente a Iker y a María, de Donosti. Son el ejemplo claro de que el universo no hace nada en balde, si no ¿Qué harían éstos jóvenes de San Sebastián pasando un verano en Gandarilla el mismo tiempo en el que yo pasara por allí? Teníamos que conocernos, teníamos que hablar, me tenían que dar de beber y de comer…y yo me tenía que dejar mimar para fundirnos en un inmenso abrazo que me recordó a la jornada de abrazos gratis que organicé meses atrás en el Hospital La Paz… el universo siempre te devuelve lo que das. Siempre. Y yo me veo envuelto en ese gran abrazo universal lleno de amor. Me siento tan pleno, tan satisfecho. Y con tantas ganas de seguir dando…

Todo este viaje comenzó por amor, tras el reto solidario deportivo que hice el pasado diciembre. Recibí tanto amor dando amor que al terminar me sentí vacio, fue entonces cuando una voz interior me dijo que hiciera todo esto. Desde entonces, enero de 2014, no he parado de escuchar mi voz interior, de ver mensajes en todas partes, señales que me indicaban el camino que debía seguir, todo por amor y para amar.

Cuando llegué al monasterio de Santo Toribio de Liébana llegué justo en mitad de una boda, no sé cuantas bodas harán allí lejos, pero creo que no muchas, eran las 13:30 horas del sábado. El sacerdote empieza el sermón…En la vida es importante amar a alguien, Jesús dijo que hay que amar a todo el mundo…El amor… el final del camino era el mismo que mi principio. Amor. Amor a la humanidad.

Amar, ahora es cuando comienza el verdadero camino.

Gracias a todas las personas que lo han hecho y que lo hacen posible.

No cuento más porque estoy escribiendo un libro con todo los detalles del viaje, que no son pocos, muchos momentos inolvidables y llenos de magia, hasta el regreso a casa.

Susurros de luz

Susurros de luz, la asociación que hace que las cosas bellas sucedan y además las cuenta.

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