27/42 Reto 42´195
Tras volver de Nueva York, seguí colaborando con las Misioneras de la caridad en Madrid, cuidando enfermos de SIDA, haciendo lo mismo que en el shelter (refugio), hacer cenas y dormir con ellos para cuidar que no les faltará de nada.
Me pase muchas noches sin dormir, observando, meditando y, en alguna ocasión, charlando con alguno de los residentes de la casa, que solían ser ex-presidiarios que les sueltan de la cárcel para que no suba la estadística de muerte en prisiones, muchos de ellos no tienen donde ir y Madre Teresa les acoge.
Fui testigo de un milagro. El milagro del arrepentimiento y de la gratitud. Un ex-presidiario se pasó una noche entera, contándome su “despertar”. Me dijo que estaba muy agradecido a los voluntarios por hacerle ver que hay gente buena en el mundo. Ese hombre murió en mis manos a la siguiente semana de esa hermosa charla.
Lo pasé mal en ese momento, lo reconozco pues, entonces, no entendía la trascendencia de la muerte. Ese hombre me ofreció una gran enseñanza por lo que el que ahora está agradecido, soy yo.
Él se llamaba Ángel, no podía ser de otra forma.
Gracias por colaborar con mi reto
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