Desam Ferrández

¿A cuántos Ángeles salimos?

Desam. Ferrández. Asunción, Paraguay, 2 de abril de 2019

¿A cuántos Ángeles salimos?

No me refiero a esos ángeles humanos que siempre te echan una mano, o te dedican su mejor sonrisa alegrándote el día, de estos está el planeta lleno.

Me refiero a esos que no se ven, a esos que mueven los hilos para que suceda lo que tiene que suceder en el momento adecuado, a esos que aunque no los veas ni los oigas, parece que hacemos caso. ¿Alguien ha contado Ángeles? Me encantaría ese trabajo, contar Ángeles…

Hoy en mi caminata había varios. Parece ser que no acerté la hora adecuada para pasear por la Costanera en Asunción ya que prácticamente iba sola. Como es una ciudad que no conozco bien, cuando voy “solita” pido protección a mi Ángel de la guarda o algún otro Ángel que este libre en ese momento pues como con los taxis, no tengo predilección por uno en concreto, me da igual el que me asista. Lo que tengo claro es en no aparentar miedo, si no aparento miedo no me lo genero y como ya he pedido la ayuda me desentiendo totalmente y disfruto de lo que me rodea.

Ya llevaba tiempo caminando y sabia donde estaba y hacia donde iba, sin embargo quería preguntar por confirmar, el primer “ángel humano” se desvanece antes de que llegue y el siguiente me hace dudar, ¿Quién duda? Mi mente, siempre, esa mente rápida que hace conjeturas y elucubraciones con pocas pruebas. Una moto parada en la acera… la maleta abierta y varias latas de cerveza dentro, otras tantas en el suelo y el ángel hablando por el celular, mi mente dice “¿estará borracho?” ja, ja, el hombre en cuestión súper amable, sonriente y sobrio completamente, me indica y continúo el camino.

La brisa costera acaricia mi cuerpo y me canta al oído, veo el río y sus diminutas olas que son generadas por esta brisa, voy feliz contemplando la costa, los pescadores, las barcas de pesca e incluso grandotas naves varadas en la orilla, de repente un giro inesperado y se hace el silencio…aquí cambia el paisaje entrando de lleno en las casas anegadas de agua, oigo gritos ahogados, personitas faenando entre montañas de chatarra y la inmensidad del charco de agua. Estoy en una posición donde los veo desde arriba, no quiero mirar abiertamente, no quiero negarles esa poca privacidad que les queda, miro de reojo y escucho, ¿Quién grita? Son las casas que les dicen a los constructores de las cuatro paredes, ¿Cómo se te ocurre montar tu nido aquí? O quizás sea yo misma, diciéndoles ¿por qué no salís de ahí?

Continúo mi andadura, ahora ya por la ciudad, tengo pensado ir hasta cierto punto, sin embargo voy muy acalorada, la temperatura es alta, por lo que decido agarrar un colectivo antes de lo previsto. Me giro y el colectivo esta allí mismo, no me lo pienso y me subo, un poco más adelante la carretera está cortada por obras y seguramente no hubiera llegado el transporte publico hasta el enclave al que yo quería llegar.

El ángel que me recoge en formato colectivo (autobús) me lleva hasta la esquina misma de donde vivo, evitando que caminase en balde con todo el calor que estaba pasando, ¡¡que suerte!!

Y para finalizar el día veo una película de ángeles, donde montan un buen complot solo para hacer que las cosas pasen… y así pasan de bonitas.

Hasta mi mejor plan está repleto de limitaciones mentales, por eso les digo: Angelitos, por favor, mover vosotros las fichas, yo confío plenamente en el resultado.

“¿Tú crees en los Ángeles?

Ellos siempre saben donde han de ir y lo verdaderamente importante es dónde y con quién han estado.

Las vidas desaparecen de este mundo sin ningún motivo aparente, todo es parte de los misterios de una caja a la que nos gustaría asomarnos, pero no podemos, a veces a la gente buena les pasan cosas malas, las cosas pasan sin más, es así.”

Esta es la firma de un Ángel.

Para la próxima vida me pido ser contadora de Ángeles.

Para esta vida me pido ir descubriendo los Ángeles que hay encerrados en la caja misteriosa llamada vida, en todos sus formatos, con forma humana (de estos ya conozco montones y muchos están muy cerquita de mí) y con forma invisible.

Gracias, Angelitos.

Gracias, cajita misteriosa, “vida”.

Susurros de luz

Susurros de luz, la asociación que hace que las cosas bellas sucedan y además las cuenta.

Un comentario en «¿A cuántos Ángeles salimos?»

  • Me encanta, como a ti, sentir en cada momento a los ángeles a mi lado. Cómo me cuidan y se ocupan de todas mis cosas. Suelo hablar mucho con ellos. Es fantástico!
    Muchas gracias por tu narración, me identifico.

    Respuesta

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