Abrazos en Madrid, experiencia compartida por Desam
MADRID 2 DE FEBRERO DE 2018, EXPERIENCIA COMPARTIDA POR DESAM. FERRÁNDEZ
¡Kedada de abrazos! Guau, guau y requeteguau.
Mi primera quedada de abrazos en Madrid y solo puedo decir espectacular no, lo siguiente.
Nos pusimos Jose, mi pareja, y yo en la puerta del hospital La Paz.
Diré que acostumbrada a las quedadas de apapachos (así se llaman los abrazos en México) de Castellón, donde hay mucha menos gente que en Madrid, me encantó encontrarme con tantas personitas dispuestas a abrazar, a parar unos segundos para permitir ese contacto breve, donde en alguna ocasión hablaron las miradas, ya que no podían expresar el sentimiento que les invadía con palabras.
Parejas o familias que se abrazaban entre ellas después de ver como nos abrazaban los transeúntes a nosotros, que lindo, no importa que no nos abracen, lo importante es sembrar esa semillita y que florezca en los brazos de quien sea.
La mayoría de estos, fueron los abrazos más breves y más rápidos, que he recibido en todo mi recorrido en este arte de salir a recibir abrazos.
Salían del hospital con mil y una expresiones, cada uno sumido en su pensamiento, tanto, que muchos ni nos vieron y otros a pesar de mirarnos, no sabían lo que pedíamos.
Como siempre, hay personitas que no quieren ser abrazadas y otras que se echan a tus brazos con una gran sonrisa iluminando sus rostros, porque al igual que yo, necesitan ese abrazo, justamente hoy.
Hubo historias tiernas, otras duras, pero todas con ese toque de amor, almas que abrazan y te envuelven con delicadeza, sintiendo el mismo bienestar que yo, sonrisas cómplices en presentaciones huidizas sin intercambio de voz.
Hay ojos que miran y preguntan:
¿Por qué hacéis esto?
¿Pertenecéis a alguna ONG?
¿Qué pedís?
Y otras miradas se entretienen y cuentan, verbalizan ese estado que les invade con lágrimas en los ojos.
Alguien se metió la mano en el bolsillo para sacar unas monedas, porque estamos acostumbrados a que todo cueste dinero, o sentimos que todos aquellos que estamos en la calle pedimos monedas… y cuando nuestra respuesta es que no queremos dinero, se quedan sorprendidos y dicen ¿Entonces para que? Pues porque me gusta sentir el calor de los abrazos, la vibración de las almas, a parte de que también explicamos que son terapéuticos y buenos para la salud, jeje.
Una historia linda, que nos dejo con muy buen sabor de boca, fue una mujer que se acerco a dar un largo abrazo y dijo que hacia dos años ella estuvo ingresada y ya entonces recibió un “gran abrazo” que le hizo mucho bien, porque entonces estaba muy necesitada, y es que hace dos años Jose y otros compañeros estuvieron en el mismo lugar compartiendo abrazos, ahí se nos saltaron unas lagrimillas, pensamos…pues no lo estamos haciendo tan mal, jaja.
Hay gente que mira con sorpresa, otros con curiosidad, otros observan, otros se quedan a charlar y narran sus historias particulares y muchos, muchos, nos bendicen y nos hablan de Dios… y de amor.
Con todo lo que recibimos de cada ser que detiene su caminar, solo nos quedan las ganas de repetir, ja ja, así es que volveremos a hacer una quedada más, donde seguro es diferente a las anteriores, ya que aunque todos somos iguales, hay unas características que marcan la diferencia y son las almas con las que nos cruzamos y el día que cada uno tenga, ya que hay a veces que sonreír es lo que sale fácil y otras veces llevamos la mente un poco mas enredada.
Sea como sea, mil gracias y bendiciones.
¡¡¡Qué bonito!!!
Gracias por las bendiciones, por vuestro tiempo y por vuestra atención.