José Manuel Garrido

Aquella noche por Jose Manuel Garrido

AQUELLA NOCHE

Aquella noche parecía buena. Sólo lo parecía.
Una llamada, timbre de alarma, gritos, gente bajando escalones.
Prisas, nervios y de repente una voz ordenante abrió mis orejas y obedecí… Me fui hasta el coche
el cual bramaba con sus luces giratorias.
La voz arrancó de nuevo… ¡Tranquilidad chicos!.
El atronador grito del coche nos abría camino. Sirena incansable, chófer concentrado, a lo suyo.
En pocos minutos, llegamos al lugar.
Mientras tanto en el horizonte se veían reflejadas las luces azules y rojas de otras emergencias.
Al llegar allí, un brusco escalofrío cruzó mi cuerpo velozmente.
Calle oscura… llamas en las alturas. Voces, gente corriendo de acá para allá, humo, nervios.
De repente, bomberos venían con una paciente a toda prisa y, con esmero, ponían a la mujer en la sufrida camilla. Más bomberos, más pacientes. El coche se llena de gente y doy la salida al hospital.
¡Ahora sí!, ahora el chófer estaba nervioso. Se notaba en su forma de apretar el botón de la
sirena.
Después, sólo me acuerdo de ver a la mujer abierta de piernas, con la fina pelusilla de la cabecita
mojada y ese olor, dulce olor penetrante de aquel bebé saliendo hacia la vida.
Empieza la existencia de un nuevo ser, y yo haciendo de matrona.
Una vez fuera, cogí al bebé, por cierto…¡Varón!, golpeé entre la cintura y el culito dos veces y aquel nene comenzó a gritar con ganas. El bebé temblaba… ¿o eran mis manos las que lo hacían?.
Entregué a la mujer su bebé.
Mis ojos no paraban de ver aquella criatura. Su mamá, aterrada por los sucesos de la noche, se aferraba a mi mano… más tranquila ahora y si cabe…¡satisfecha!.

José Manuel Garrido
AGOSTO 24

Susurros de luz

Susurros de luz, la asociación que hace que las cosas bellas sucedan y además las cuenta.

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