Cada desayuno es un aprendizaje
Jose Mª Escudero Ramos, 3 de mayo de 2020
Cada salida es diferente, el Universo nos presenta momentos de aprendizaje brutales.
Hoy salimos un poco más tarde que el domingo anterior puesto que ya aprendimos la lección, la otra vez tuvimos que esperar un rato para que despertasen nuestros amigos de la calle.
Hoy vamos hacia el metro, antes de bajar escaleras nos encontramos a varias personas que nos aceptan un café caliente, a esas horas siempre entra muy bien algo calentito.
Un joven se queda charlando un rato y nos pregunta si sabemos cómo puede hacer para acceder a ayudas del ayuntamiento, dice que no quiere ir a ciertos lugares donde albergan o ayudan a gente sin hogar porque hay mucho drogadicto o alcohólico y él ya ha salido de todo eso y quiere alejarse lo más posible de la boca del lobo «bastante dura es la calle como para tener que lidirar encima con adicciones que te dan un «rato de placer a costa de estar el resto del día jodido». No sé por qué hay personas que te tocan especialmente el alma. No sabría decir qué es lo que se ve en cada una de esas personas con las que podemos llegar a hablar, no sé… quizás haya algo de vidas pasadas o esas ondas vibratorias, esas «buenas ondas» que dicen los latinoamericanos pero hay casos que te estrujan el alma.
Seguimos con nuestra ruta y vamos a la plaza de Oriente, allí nos encontramos a nuestros amigos, repartimos desayunos y cosas de aseo, lo bonito de hoy es que, al vernos repartir, se nos ha acercado una persona que iba en patines, nos ha preguntado si somos de alguna asociación y al resonder afirmativamente, tras contarle muy brevemente, pues estábamos ocupados, lo que hacemos, ha extendido su mano y nos ha dado un billete de 50 euros, en nombre de «su jefe» y nos señala una cruz que lleva en el pecho.
Y otra cosa bonita, es que una pareja que vivía en un pequeño refugio de cartón bajo un portal de la calle Cervantes, han puesto un mensaje en uno de los cartones que hacía de hogar, que ya no necesitan ayuda, se van de la calle. Era una pareja joven, ella embarazada de dos meses… Sus planes eran volver a Cuenca… deseo cumpido.
Seguimos el recorrido, llegamos al Reina Sofia, en un lateral hay unas 10 personas más viviendo al raso. Aquí terminamos todo lo que llevamos, charlas, risas y para casa. con una sonrisa.
Dar nos enriquece el alma, da un sentido especial a nuestras vidas. Ojalá pudieramos poner en palabras todo lo que sentimos cuando vemos sonreir a estas personas tan especiales o cuando «el jefe» nos confirma que lo estamos haciendo bien usando a uno de sus «mensajeros»… estos sentimientos son inefables, ojalá tuviesemos una varita mágica para poder cambiar ciertas cosas pero mientras la encontramos vamos cambiando nosotros, vamos aceptando e intentamos sacar lo mejor de cada uno de nosotros y de los que nos rodean, sin juicios, con amor, con serenidad, mostrando la luz que hay en el mundo, que es mucha.
Gracias por hacerlo posible, gracias por cada minuto de vida, gracias por cada experiencia, gracias por poder encontrar ángeles en el camino.
Me encanta vivir, aunque sea leyéndolo, esas maravillosas experiencias.
Me encanta ver como el jefe sale al encuentro, mediante ángeles.
¿O quizás era el mismo jefe disfrazado de ángel que a su vez se disfrazó de persona?
Una sonrisa…