Cambio de un Estado a otro
Jose Mª Escudero Ramos, madrid, 21 de junio de 2020
Me imagino que tras estos 100 días de Estado de Alarma tendríamos que decir que con la asociación Susurros de luz hemos salido tantas veces a repartir tantas comidas y que hemos gastado tanto dinero gracias a toda la ayuda recibida por parte de nuestros donantes. Vivimos en un mundo de datos para mostrar todo lo que hemos hecho, hacemos y haremos.
Nos gustaría empezar diciendo que seguramente lo podíamos haber hecho mejor, lo hacemos lo mejor que sabemos y aprendemos cada día más para hacerlo todavía mejor…ojalá no hicieramos falta.
Quizás, como dijo Victoria Braojos de La Orden de Ayala cuando me propuso hacer el Maratón online de videncia y tarot: lo peor vendrá después de que pase la pandemia es cuando se vea el verdadero alcance de la crisis que se ha provocado.
No podemos decir el total de días que hemos salido, habrá que hacer un estudio con más calma cuando hagamos las cuentas y pasemos los gastos a la hoja de contabilidad. Pero la ayuda no ha sido solo dada los días que salíamos a repartir, si nos encontramos, al ir a la compra, con alguna persona que tiene alguna necesidad intentamos ayudarle con comida, comprando medicinas o lo que necesite, me imagino que como hacen muchos de nuestros lectores pues por suerte una de las cosas que ocurren cuando hay grandes catástrofes es que el ser humano saca lo mejor de sí mismo.
Durante estos cien días nos hemos encontrado con situaciones muy duras, con historias que algún día contemos, hemos escuchado, compartido, abrazado y acompañado. Lo más hermoso es escuchar cosas como lo que nos dijo que uno de nuestros amigos de la calle, aunque nos quedemos sin fondos para poder llevar comida, que vayamos a charlar con ellos. Lo de menos es lo que llevamos, lo importante es ir, estar, hablar, escuchar.
¿Cómo no seguir saliendo a repartir amor? Ahora tenemos un nuevo proyecto entre manos, ya iremos contando en un par de semanas, solo puedo decir que es precioso y os encantará.
Es curioso como han ido cambiando los tipos de personas que han estado en la calle durante las peores semanas de la pandemia y estas últimas. Cada vez hay más gente en la calle y se nota otra energía. Ojalá que todos encuentren el camino de salida de este bucle en el que se encuentran… ojalá tuviese esa varita mágica que tantas veces hemos pedido…
El sábado 20 de junio no vimos a un grupo que nos alegraba las salidas, estaban situados en un punto determinado de Madrid, espero poder localizarlos otro día. Para los que no sepáis, algunas personas han dormido bajo el quicio de algunas puertas de edificios ilustres, cuando se ha ido volviendo a la normalidad les han ido a despertar los servicios de limpieza, que mojaban y limpiaban la zona donde estaban los cartones que hacen de casas. Todos queremos ver una ciudad bonita, limpia y sin pobreza, esta ha de desaparecer y si no podemos hacer que no exista, se hará para que no se vea. Es algo normal. El sábado pregunté a una mujer de servicio de limpieza urgente si nuestros amigos seguían por allí y a qué hora iba el SELUR a limpiar pues lo mismo por eso se van más temprano, un poco antes de que nosotros lleguemos, y si hace falta madrugaremos más para verles. Me llamó la atención la tristeza de la operaria, sentía mucho la situación de ciertas personas que «se dejan morir en estas circunstancias». La buena mujer llevaba su mascarilla lo que hacía que el brillo de sus bellos ojos llamará más la atención: su pequeña cabecita, la mascarilla que cubre la cara y los ojos por encima, ojos vidriosos, bellos, trasparentes cono lagos de agua cristalina.
Continuamos la mañana recorriendo las calles, vimos, junto a unos grandes almacenes, otro bulto, un saco de dormir escondido bajo una tela de las que cubren motos aparcadas la cual hacía de improvisada tienda de campaña. Me acerqué a una vigilante de seguridad para preguntar, pues ya hemos visto este “bulto” en la misma calle en otras partes, si sabía quien vivía allií y si creía que podríamos dejar una bolsa con un desayuno y algo de aseo. Me contó , muy disgustada, la historia de una mujer con una enfermedad que le hace tener un brazo inutilizado y que a pesar de esa dificultad teje unos muñequitos que intenta vender… la vigilante me mostraba su disgusto porque mucha gente se reían de la buena y trabajadora señora. El sábado fue un día especial porque pude hablar con personas que cumplen un trabajo en el que se enfrentan a situaciones o ven cosas que les hacen estremecer, en su tiempo de trabajo deben cumplir la obligación de no mostrar sentimientos, pero los tienen y cuando hablas con ellos y miras a los ojos, ves como se humedecen al contar los sentimientos que afloran con una pregunta.
Puede que el sistema sea injusto, que no nos gusten muchas cosas, ¿qué podemos hacer? Nosotros seguiremos saliendo a escuchar, a compartir tardes, mañanas o noches con nuestros amigos. La cercanía, la confianza que se ha creado al compartir en la calle la dureza de una pandemia, nos ha unido de una forma especial a estas personas y todos tenemos muchas historias que contar y que escuchar.
Puede que olvide algún nombre pero no olvidaré ni sus miradas ni sus sonrisas.
Esto no es una despedida, es un cambio de temporada. Se acabó el estado de alarma, estaremos en alerta.
Ahora toca hacer un poco de burocracia, Hacienda, presentar papeles a ministerios, delegaciones, etc. Vamos a seguir haciendo bien las cosas para conseguir más cosas que compartir.
Estamos terminando dos libros que pronto verán la luz. Estamos deseando seguir haciendo que las cosas pasen y para eso hay que seguir haciendo cosas. Ahora es tiempo de acción y no vamos a parar. No es por ellos, es por toda la humanidad.
Gracias a todos los que habéis hecho posible que hayamos estado a pie del cañón en los momentos más duros.
Gracias a los voluntarios que forman la asociación.
Todas las personas a las que hemos podido atender también os dan las gracias.
Nos encanta contar con vuestra energía en todos nuestros proyectos.
Gracias de todo corazón.
Todo mi amor para vosotros, los que lleváis desayunos, abrazos, amor y esa escucha que tanta falta hace. Y todo mi amor, para los que lo reciben y tanto dan a su vez. Mi amor y mi gratitud infinita a todos. Somos Uno.