Confía

Jose María Escudero Ramos. Madrid, 23 de noviembre de 2023

Tengo una manía. Confiar en el ser humano.

La confianza es una emoción que te permite vivir sin expectativas a la vez que trabajas el apego.

Hubo un tiempo en el que se podían dejar las llaves por fuera de la puerta, los coches con las ventanillas bajadas, y no pasaba nada. ¿Podría ser por miedo a la condena si te pillan robando? Yo quiero creer que se trata más de respeto a lo ajeno.

Quizás la desconfianza sea producto de la sociedad en que vivimos, a más necesidades, mayores tentaciones para el amigo de lo ajeno, aunque mi pensamiento va más por echar la culpa a los miedos que nos inculcan. No hables con desconocidos; cuidado con el bolso, llévalo bien cerrado…

Cuando conocí a Desam., para los que no nos conozcan es mi compañera de vida, recuerdo que fuimos a la playa de Oropesa, tomamos un refresco en una terraza. Yo llevaba mi pesada mochila con la cámara de fotos, cuadernos y libros. Me ausenté por un momento pues quería ir al servicio, antes de marchar le pedí que vigilase mi mochila. Desam. se río: “¿Qué va a pasar? No hay nadie. Confía”.

Cuando mi hija era pequeña, un día al comienzo de curso, salí a correr temprano por la mañana, en mis pensamientos estaba la duda de si tendría un buen grupo, buenos compañeros. Me vi orando a mi modo y pidiendo a sus guías, que son los míos, que tuviesen especial cuidado. Escuché una rotunda voz interior: “Confía. No hace falta que nos pidas eso, estamos pendiente de ella siempre”.

Y así es como he ido forjando mi confianza día a día. Conté en una entrada tiempo atrás una anécdota sobre unos libros de arte bastante caros que llevé a la feria del libro antiguo y de ocasión, estaban montándola todavía cuando llegué a un stand y pregunté si podrían estar interesados en la compra de estos cuatro pesados volúmenes. Me respondió que sí, que volviera mañana pues no tenía dinero ahí en ese momento. Le respondí que se los dejaba y que pasaría al día siguiente a cobrar. El librero se sorprendió y me preguntó ¿Confías en mí? Claro, respondí. Sé dónde va a trabajar mañana. Y marché feliz pues había conseguido un dinero extra por algo que me llegó como un regalo.

Hace poco, al acabar un curso que impartí sobre creatividad, una muchacha se interesó por mis libros. Se llevó dos y me dijo que me pagaba por Bizum pero cuando estuviese con su chico. Le apunté el número y el total por los dos libros y me quedé tan confiado. Pasó el tiempo y no me llegó la cifra que sumaban los libros. Quiero creer que la lectura de mis libros le vendrán bien para su alma. Necesita esa lectura más que yo el dinero y mira que me hace falta el parné.

No puedo decir que no me afecten estas circunstancias pero personalmente prefiero que me decepcionen mil veces antes que desconfiar una vez del ser humano.