Conversando con… Alberto Morate
Tuve la oportunidad de conocer a Alberto Morate hace dos años en un curso de poesía maravilloso, en un espacio temporal en la Explanada del Rey en Madrid Río. Alberto nos ha cedido una poesía para nuestro próximo libro «Razones para ser feliz: en verso» en el que estamos trabajando. Además, gracias a nuestra colaboración con Carabanchel Distrito Cultural estamos desarrollando otro hermoso proyecto relacionado con la poesía que espero pronto podamos mostrar, de momento ya está proyectado y materializándose.
Podría decir de mi maestro de poesía, Alberto, que ama lo que hace, que es una persona generosa y comprometida y… mejor que continúe él mismo.
Para quien no te conozca, ¿quién es Alberto Morate?
Alberto Morate pretende ser un escritor, más poeta que otra cosa, que también escribe de vez en cuando teatro, que se interesa por el mundo de la literatura y la cultura en general, que considera que las personas no deben vivir única y exclusivamente para trabajar y, mucho menos, para sufrir, aunque la existencia, en sí misma, no sea fácil. Precisamente, dedicarse a lo que a uno le gusta, a sus aficiones, a sus amigos y familia, es lo que hace que todo sea más llevadero.
Aparte de eso, ha sido profesor de Teatro, de Lengua y Literatura, de Español, Director de Escena, y otras incursiones esporádicas en el mundo de la interpretación.
Eres una persona muy de tu barrio, de Carabanchel, ¿Qué ha aportado Carabanchel a tu vida?
En Carabanchel nací, en Carabanchel vivo, en Carabanchel tengo buenos amigos y es donde he desarrollado mi labor profesional y humana. Creo que, perteneciendo a una gran ciudad como Madrid, no deja de ser una pequeña población, donde conocemos a los vecinos, y que, además, hay que quitar aquel estigma de barrio peligroso aunque, por supuesto, siga siendo obrero. Pero, cada vez, es mayor el aumento de arte y cultura en el mismo. Salas de Teatro, de Conciertos, Galerías de Arte, Bibliotecas, Centros culturales, que incentivan la participación ciudadana y hacen del barrio un lugar atractivo para habitar.
¿Maestro, profesor o docente?
De los tres términos me quedo con el de Maestro, pero por sus connotaciones emotivas y nostálgicas. Quizás lo más adecuado es Profesor, aunque la labor de Docente no se puede soslayar en el mundo de la educación. A la larga, las tres acepciones son sinónimas.
¿Cómo entraste en el mundo de la docencia?
Comencé dando clases, o impartiendo materia en Teatro y Dramatización, en Expresión e Interpretación. A la par que estudiaba Ciencias de la Educación, también hice Arte Dramático y tuve la suerte de comenzar muy joven a transmitir lo que yo mismo iba aprendiendo. Mi primera obra de teatro la dirigí con 17 años, y mis primeras clases de Teatro las inicié solamente con 18 años y medio. Ya continué durante 46 años como Profesor de Teatro y, posteriormente, hace 20 años llegaron las de Español, Lengua y Literatura, compaginando ambas disciplinas.
¿Puedes contarnos alguna emotiva historia que hayas vivido en tu carrera de profesor?
Después de tantos años como “Maestro”, son innumerables las anécdotas que me han ocurrido con el alumnado. Pondré dos ejemplos: Uno de teatro, otro de Literatura. La primera, la de Dramatización, yo impartía las clases en el salón de actos del colegio, pero algunas veces, los pequeños no me hacían mucho caso y se dedicaban a correr arriba y abajo por todo el patio de butacas. Los paro y les digo, ¿pero no os he dicho que ahora no es el momento de estar corriendo? Y me contestan muy ufanos: no estamos corriendo, estamos volando. Eso pretendía yo, que usaran su imaginación. Y la segunda, yo tenía la costumbre de leer poesía al empezar mis clases. Una vez una alumna me dijo: Profe, lees poesía como si te estuvieras comiendo un caramelo, ¡lo disfrutas tanto!
Teatro, poesía, escritor crítico de teatro y de libros… Eres de las personas más activas literariamente hablando que conozco, ¿Cuál es el secreto?
No hay secreto concreto. Es decir, está a la vista de todo el mundo: disfruto con lo que hago. Me gusta escribir, me gusta leer, me gusta el teatro, me encanta la poesía, me entusiasma reunir a la gente y que interpreten y/o reciten sus versos, entonces, si me es posible, dedico cuerpo, alma, tiempo y hasta dinero, para conseguirlo.
¿Cómo entraste en el mundo de la poesía?
Siempre lo cuento. Me inicio leyendo en mis domingos anodinos, (no me gustaba el fútbol) y mientras mis amigos se iban a ligar o a otras utilidades más productivas, yo me dedicaba a leer a León Felipe. Ahí, leyéndolo en voz alta, me doy cuenta que eso es lo que yo quiero hacer, leer y escribir poesía, y recitarla y darla a conocer, y conocer a otros que, como yo, sientan lo mismo. Es decir, no tener la sensación de ser un bicho raro y saber que hay mucha gente con las mismas inquietudes.
¿Cómo escribes? ¿Cuál es tu fuente de inspiración?
No tengo un método específico. Sí puedo decir que escribo a mano en un cuaderno los poemas y las obras de teatro. Las reseñas de teatro, esas no, esas directamente en el ordenador. No necesito un ambiente concreto, ni horas determinadas, ni un silencio especial. Algunos colegas y compañeros sí se aíslan para escribir, pero a mí no me es imprescindible. Y en cuanto a la inspiración, en realidad lo que motiva a escribir es la observación. Estar atento a lo que ocurre y a los sentimientos de las personas, a las relaciones humanas y a las soledades individuales.
Dinos un libro que te haya marcado, que, digamos, haya tenido una influencia en tu vida
Son tantos los libros que no puedo quedarme solo con uno. Puedo decir, que la Antología Rota de León Felipe marcó mi camino como poeta, pero como escritura en general me entusiasmó, Cien años de soledad de García Márquez. Como personajes admiro hasta lo indecible a don Quijote, a Cyrano de Bergerac y a la Carmen de Mérimée. Después, La voz a ti debida de Pedro Salinas, Palabra sobre palabra del poeta asturiano Ángel González, de verdad, aún no comprendo como a la gente no le atrae la lectura. ¡Qué delicia abstraerse con las palabras y la imaginación!
¿Y una película?
Sin duda alguna, El viaje a ninguna parte, de Fernando Fernán Gómez, al que admiro profundamente. Aúna teatro, poesía, literatura, cine, música,…
Si tuvieses la posibilidad de ir al pasado y encontrarte con el pequeño Alberto de 16 años, ¿Qué consejo te darías?
Le diría no tengas prisa, hay tiempo para todo. Y, sobre todo, lo que no esté en tu mano, que no te obsesione. Dedícate a lo que te gusta, disfruta con tu gente y con lo que haces, lo que no hay es tiempo para depresiones, aunque sí lo haya para tristezas. Siempre adelante.
Gracias por esta profunda entrevista. Un abrazo enorme.
Gracias a ti, querido Alberto. Desde Susurros de luz te mandamos un fuerte abrazo muy agradecidos por todo el tiempo que nos dedicas.
Alberto atento a su alrededor y circunstancia como le he visto siempre. Soy madre de dos alumnas a las que les enseñó teatro y me siento agradecida. Es un trabajador incansable, como aquellos que trabajan en lo que les gusta.