Conversando con Cristina Llagostera
Conversando con… Cristina Llagostera. Entrevista realizada por Jose Mª Escudero
Nos gustó tanto el libro de Cristina Llagostera, Morir con amor, que pedimos a la editorial que nos pusiese en contacto con ella para poder conocerla un poco más. Morir con amor es un libro que debería ser de obligada lectura porque todos vamos a tener que afrontar, tarde o temprano, o bien el momento de acompañar a un familiar en el momento de partir o en los últimos momentos de una enfermedad, o acompañar en el duelo a un familiar o amigo, e incluso, tarde o temprano, pasaremos el duelo por el fallecimiento de un ser querido. Es el orden natural de la vida.
En tu libro Morir con amor compartes unos testimonios y reflexionas sobre experiencias de enfermos con enfermedad avanzada, y de familias, a la hora de acompañar en la enfermedad y en el proceso de la muerte de seres queridos. Escuché en cierta ocasión que la muerte lo tiene tan seguro que nos da toda una vida de ventaja.
No tenemos respuesta ante lo que hay después de la muerte, supone un gran misterio. Cada uno tiene su propio significado sobre lo que es la trascendencia y hay que respetarlos porque todos son válidos. Hay personas que a lo mejor no se han preguntado apenas sobre eso: ¿Existe una vida más allá de esta?, ¿Creo en la divinidad, en lo sagrado? Para algunos sus creencias espirituales les aportará consuelo y refugio, pero otros pueden entender la trascendencia como aquello que dejarán hecho para los demás, el legado que dejan tras su paso por esta vida o el amor que perdura. La trascendencia es lo que está más allá de uno mismo, y puede tener significados distintos y vivirse de diversas formas.
Generalmente se piensa que el legado es aquello que vamos a dejar en herencia material pero el legado que dejamos puede ser algo espiritual.
Sí, dejamos también un legado emocional o incluso espiritual en aquellos que nos han conocido. Y algunas personas deciden realizarlo conscientemente cuando saben que pueden morir. Para algunas personas, a un nivel más humanista, no les importará pensar en si hay una vida más allá o si existe un Dios, quizás no sean creyentes, no se acojan a este tipo de creencias, ya sea religiosas y/o espirituales. Pero, en cambio, sí que les aportará una guía interna el desear ofrecer lo mejor de ellos mismos en algunos momentos, o el pensar en las cosas buenas que dejan por su camino por la vida.
Solemos pensar en la espiritualidad como un recurso, como algo que ayuda, pero no siempre es así. A veces también hay un sufrimiento espiritual cuando ciertas necesidades de sentido, de conexión con los demás o de trascendencia, no están satisfechas.
¿Por las situaciones familiares no resueltas?
Sí, por ejemplo, una persona puede tener la necesidad de encontrar perdón y no recibirlo, o ni siquiera atreverse a expresar sus sentimientos, ya sean positivos o difíciles. Son necesidades que pueden aparecer durante toda la vida, pero en las situaciones críticas todo esto puede emerger con mucha más fuerza… La necesidad de encontrar sentido a la propia vida, la necesidad de reparar desencuentros relacionales o revisar aspectos de ciertas relaciones en concreto, también de expresar amor, agradecimiento… También puede surgir el cuestionamiento sobre ¿de qué me siento satisfecho?, ¿de qué no?. O las grandes preguntas existenciales como, ¿qué es la vida?, ¿qué es el morir?, ¿hacia dónde voy a ir cuando muera? Todas estas cuestiones pueden aparecer en cualquier momento vital, pero las situaciones críticas suben la intensidad de la vida y pueden emerger aspectos esenciales que hasta entonces no habían sido relevantes.
Podemos decir aquello que no dejes para el último momento el verbalizar, el pedir ayuda, el pedir perdón, el perdonar, el hacerte el gran examen de vida.
Es recomendable, desde esta conexión con lo que realmente es importante para uno mismo, realizar este tipo de revisión. Julio Gómez, un médico paliativista, habla de llevar a cabo esta «ITV personal», para examinar estas cosas de vez en cuando y estar más al día. Nunca estará todo resuelto, pero podemos intentar abrirnos a estas reflexiones. En el día a día la distracción nos aleja de lo primordial. Esto es algo que, por ejemplo, mencionan muchas personas con enfermedad, también las que sobreviven. La confrontación con la posibilidad de morir es muy dura, muy difícil, pero a la vez les sitúa cara a cara con lo que realmente es esencial para ellas.
Y conectar con lo esencial puede dar lugar a vivir con una mayor profundidad. No siempre es así, pero a veces sucede. También le pasa a personas después de una crisis importante, de rupturas importantes, de un duelo. Cuando la vida te da una bofetada existe también la posibilidad de revalorar tu existencia, de focalizarte en lo realmente importante o iniciar una búsqueda interior.
En el libro La enfermedad como camino, los autores nos hacen ver que ni la enfermedad ni la muerte son castigos. Dicen que la enfermedad no es más que una señal que debemos de «sentir» para hacer cambios en nuestra vida.
Aquí hablamos de creencias. Yo como psicóloga trabajo según la creencia de la persona, no intento introducir una forma de pensar. Hay personas que tienen una percepción de que la enfermedad es un castigo por algo malo que han hecho en esta vida o en otras y, claro, esa percepción suele implicar sufrimiento. Eso es algo que intentamos trabajar, pero no introduciendo otra creencia, sino permitiendo a la persona que vaya descubriendo otras formas de entender su propia enfermedad.
¿Cuánto tiempo llevas acompañando a personas enfermas y a familiares a pasar el duelo?
Actualmente acompaño desde la atención privada a personas en proceso de enfermedad y de duelo, así como profesionales sanitarios para trabajar su autoconocimiento y autocuidado. Anteriormente estuve 10 años a jornada completa en Cuidados Paliativos, realizando atención domiciliaria con equipos sanitarios.
¿La sanidad pública española atiende bien a los enfermos paliativos?
Existe una buena red de cuidados paliativos, pero no es equitativa en todo el territorio español. Hay lugares en los que hay más servicios que en otros. Eso es una lucha, pues la intención es que haya más equidad, que en todos los lugares pueda haber servicios, ya sean domiciliarios, hospitalarios, Unidades de Cuidados Paliativos, y también socio sanitarios.
¿Cuándo fue tu primer contacto con la muerte?
De pequeña, cuando murió mi abuelo.
¿Fue un momento esencial en tu vida que marcó para que te dedicases a esto?
No, lo que me marcó de una forma inconsciente fue una muerte prematura en mi familia cuando yo tenía un año. Es algo que yo no viví de forma consciente, pero para mi familia fue un trauma importante. Era una persona joven, con niños pequeños. Siento que eso ha influido en mi elección de la profesión, de lo que quería ofrecer. Eso por un lado, y después también he entendido la muerte como la puerta hacia lo trascendente y lo espiritual. Para mí el contacto y el interés por la muerte es un camino espiritual, desde la curiosidad y la búsqueda de sentido, y es lo que me ha llevado querer acompañar y tener una visión más amplia del morir, eso que no podemos llegar a comprender plenamente.
El caso que cuentas en el último capítulo del libro, Joan, me maravilló. Fallece su marido y crea un espacio tan hermoso, atendido por un voluntariado tan humano.
Hay muchos programas de voluntariado vinculados a los Cuidados Paliativos. Actualmente la mayor parte de psicólogos que trabaja en este ámbito no están todavía dentro de la cartera de servicios de la sanidad pública. Si podemos ejercer es gracias a un programa de una Fundación que se inició a finales del 2008 y da cobertura a toda España. Dentro de este programa cada equipo tiene una buena red de voluntariado, lo cual es muy importante. El voluntario es esa persona que llega sin etiquetas al domicilio, al hospital, donde esté el enfermo o la enferma, y hace de puente a nivel social. Porque muchas veces la enfermedad implica aislamiento y muchos momentos de soledad y aburrimiento. La persona se ha visto forzada a dejar de hacer su vida y el voluntario puede ser aire fresco, alguien con quien estar y compartir.
¿Cuál es la labor del voluntariado vinculados a los Cuidados Paliativos?
Decimos que el voluntario debe acompañar, pero no tratar aspectos emocionales de la persona. Pero esa compañía ya es un gran beneficio y suele aportar algo muy necesario: sensación de normalidad, que es algo que necesita la persona. Que venga alguien a verte de forma altruista, incluso para hablar de cosas banales y para pasar un buen rato, hace mucho bien. Y sí, el testimonio de Joan, nos habla de Cudeca, un Hospice en Málaga que tiene un red de voluntariado enorme y muy rica que ayuda a muchas personas de diferentes maneras. Es algo que importó esta persona de Inglaterra, donde la figura del voluntariado está instaurada hace muchos años.
Aspectos importantes para acompañar, ya sea como voluntario o como médico, la empatía y el respeto a las ideas de la familia y el paciente.
Respeto hacia la forma de afrontar la enfermedad, porque cada uno afronta como puede estas situaciones tan duras y necesita hacer un proceso para ir asimilando. Desde afuera siempre se ven las cosas más fáciles, sin querer podemos juzgar su actitud. Cuidado con esos juicios porque si los recibe la persona le hacen mucho daño.
Escuchar sin emitir juicios
Es importante tener en cuenta que todo lo que recibe la persona de su alrededor puede preservar su dignidad como persona o puede alterarla. Los que estamos a su lado somos como espejos: le ofrecemos una visión de su persona y este reflejo puede hacer sentir a la persona más inválida, más incapaz, más enferma… o por el contrario más válida.
H. M. Chochinov, un psiquiatra canadiense experto de Cuidados Paliativos, habla de preservar la parte sana de la persona, observar y alentar lo que le permite sentir que sigue siendo ella misma a pesar de la enfermedad que está viviendo y todas las pérdidas que implica.
La manera en que tratamos a la persona es muy importante y tiene que responder a su necesidad. Por eso es tan importante conocer a quienes atendemos para poder amoldarnos a lo que le hace sentir bien y preserva su dignidad.
¿Cómo de importante es el poder expresar emociones a través de la palabra? Cuentas el caso de la mujer que dejó varias cartas, como legado a sus familiares
El caso que cuento se hizo a través de la Terapia de la Dignidad que ideó el psiquiatra que antes comentaba: H. M. Chochinov. En este caso, se realiza este trabajo de legado con el terapeuta, que facilita a través de una entrevista y de un trabajo posterior la posibilidad de dejar un escrito para los seres queridos. Es todo un proceso que necesita ser muy bien cuidado. Las palabras escritas quedan, y por eso es tan importante que sea un texto pulido y revisado que ofrezca una visión constructiva.
En otras personas esta necesidad de dejar un legado personal puede darse de otras maneras. Yo digo que, en realidad, siempre estamos ofreciendo un legado, no solo en los momentos finales, dejando unos escritos o unas palabras. Incluso la persona que no lo expresa deja un legado. A lo largo de nuestra vida, con nuestra forma de educar, con nuestras actitudes, nuestras formas de actuar con los demás, de acompañar a las personas que queremos. Todo eso también es un legado.
Un bien vivir para un bien morir
En el libro salen testimonios de personas que murieron en paz pero no siempre es así, no siempre se llega a la muerte con aceptación o sosiego. Pero yo tengo la esperanza de que esa paz surja en algún momento, aunque sea en el último suspiro. Pero cuando aparece antes, es beneficiosa tanto para el que marcha como para el que se queda.
Mi idea era que a través de estos testimonios pudiéramos aprender cosas que han ayudado a algunas personas en este proceso de morir. No existe una fórmula fija, es un camino personal. Pero sí que sabemos que lo que ayuda a un buen morir también ayuda a vivir mejor. Esas enseñanzas de las personas que murieron en paz se pueden aplicar en la vida cotidiana, y pueden aportarnos más profundidad y más plenitud ahora, en este momento.
Muchas veces nos cuentan el mal morir, en novelas o películas, el drama… en tu libro leemos estímulos positivos. Al leerlo ya sabemos que si una persona lo ha conseguido, está en nuestra mente que también podemos hacerlo nosotros: morir con amor, en paz, acompañar y ayudar a que mueran en paz y acompañar en el duelo.
El subtítulo del libro es “Testimonios inspiradores” y es lo que he querido ofrecer. Mi idea era ampliar la visión del morir y ofrecer historias y conocimientos que inspiren. Una muerte en paz no está exenta de sufrimiento, pero significa que en algún momento se ha podido trascender este sufrimiento y de allí podemos extraer grandes aprendizajes.
Yo creo que estos testimonios, como muchos otros que existen de muertes en paz, nos ayudan a entender un poco esta realidad del morir. Y esta visión de la muerte también puede ayudar incluso cuando el final deviene de manera más difícil, inesperada o traumática.
Cambiando totalmente de rumbo ¿Dime una película que te ha marcado tu vida?
Una película que a mí me encanta y que siempre ponen en la TV en navidades es: ¡Qué bello es vivir! De Frank Capra. Ese hombre, reflejo de la desesperanza, que ya no tiene ganas de vivir y de pronto aparece el ángel que le muestra lo que sucedería si él no estuviera, si dejara de existir… Me encanta. Es una película deliciosa.
¿Y un libro?
¿Un libro en especial? Diría varios libros de budismo, pues las enseñanzas budistas me abrieron una nueva comprensión. El libro tibetano de la vida y de la muerte me cautivó, para mí fue importante.
¿Abrazas el budismo?
Estudio budismo, aunque lo uno con otras prácticas. Para mí hay mucha sabiduría en el budismo y el hinduismo.
Si pudieses volver al pasado y encontrarte con la pequeña Cristina de 15 años ¿Qué consejo te darías?
Confía. Confía en que todo se irá dando. Como un mensaje de confianza hacia ella misma, hacia lo que quiere hacer, hacia el futuro.
Gracias por tu tiempo y de nuevo enhorabuena por tu libro “Morir con amor” y, ya que nos ponemos, a vivir dando amor, que menos.
Para mí eso es sinónimo de apertura, podemos generar esa apertura en nuestro día a día y también al final. Vivir con amor, hacia uno mismo, hacia los demás o a nivel trascendente, que el amor no encuentre barreras para expresarse.
Así sea.
Muchas gracias, Cristina, por tu tiempo. He disfrutado tanto de la entrevista como de tu libro.