Juan Pedro RomeraTienes una historia de Juan Pedro Romera

Conversando con… Juan Pedro Romera

Entrevista online realizada por Jose Mª Escudero Ramos en el mes de marzo de 2021

 

La contra de La Vanguardia publicó en 2019 una entrevista a nuestro protagonista de hoy. Jordi Nadal, editor de Plataforma Editorial, la leyó y pidió a Juan Pedro Romera que escribiera un libro sobre sus talleres de escritura y oratoria. El resultado es el libro «Tienes una historia». Nos gustó tanto que indagamos un poco sobre la vida de Juan Pedro y descubrimos a un ser excepcional, de esas personas que sí que tienen, no una, decenas de historias que contar. Por eso le pedimos una entrevista y él se puso enseguida a nuestra disposición. Queremos mostrar nuestra profunda admiración por una persona tan especial y nuestro sentir, estamos muy agradecidos a él por dedicarnos su tiempo, y al Universo por poner a Juan Pedro en nuestro camino.

Cuéntame, para los lectores que no te conozcan, cómo te definirías en este momento de tu vida, ¿quién es Juan Pedro Romera?

Soy un profesor que imparte clases de oratoria, de hablar en público, de contar cuentos, de escritura creativa. Doy clases a adolescentes de altas capacidades para que encuentren un poco más de sentido a su cuerpo, para que conecten consigo mismos, porque los chavales de altas capacidades, tienen mucha capacidad pero también mucha problemática a la hora de la relación. Esto es una parte la profesoral y hay otra parte que es la de escritor donde escribo cuentos, ensayos relacionados con los mitos y libros para niños, libros infantiles.

¿Por qué hacer cosas para y con los niños?

Porque son los grandísimos maestros, los niños tienen un aquí y ahora, un presente absoluto, yo empecé a trabajar con niños en el Teatro Fábula allá por el año 1982 y me di cuenta que es el público más sincero.

¿Cómo sabes si les gusta la obra?

Lo sabes porque si le gusta mucho ni respiran, hay un silencio absoluto y cuando se acaba no son de aplaudir mucho, eso es un convencionalismo social que viene después. Cuando acaban se monta la algarabía, se ríen y se van y ya está. Ahora, si no les gusta también te lo dicen, no se callan, no paran de hablar porque desconectan rápidamente. Tuvimos que aprender a observarlos, a escucharlos, lo más importante que se puede aprender de un niño es escuchándole, ellos tienen otra forma de hablar diferente no hablan desde la razón, hablan a través de la metáfora y el juego. En todo mi trabajo, incorporar el juego ha sido la gran clave que me han dado ellos, porque en el juego no se compite, aunque sean juegos aparentemente de competición, se juega por jugar…

Por disfrutar el momento.

La vida es disfrutar, es correr y es enfadarse entre ellos porque es cosa del juego, y rápidamente volver otra vez a ser los más amigos del mundo. Reírse es una llave que te abre la puerta a la trascendencia que te hace conectar con lo que te rodea, que es el momento presente. Trabajando con niños aprendí todo esto.

Leímos los textos que compartes en tu web, son impresionantes. ¿Sigues haciendo cosas en el hospital en la actualidad?

No, ahora mismo no, el proyecto de Payasos de hospital, lo comenzamos en el año 1998 trabajando directamente en el hospital, y ahí siguen funcionando todavía. En el año 2010 construimos un teatro totalmente adaptado para niños con cualquier tipo de discapacidad y para niños sin discapacidades. Hemos dedicado mucho tiempo al teatro para niños. Lo dirigí hasta el 2016.

En Tienes una historia das una serie de pautas para que hagamos de nuestra vida un cuento

Lo que le pido a la gente en los talleres es que cuenten su vida en tercera persona, que lo hagan como un cuento, porque libera bastante y ahí es donde aparece toda su vida de una forma simbólica, metafórica, y al ponerles distancia no les daña tanto.

Y el poder de la metáfora es muy potente

La metáfora es un lenguaje que va al inconsciente y no pasa por el filtro de la mente. En la mente hay un filtro que enjuicia, puede aparecer la imagen de la persona que se siente esclavo, victima o maltratador. Cuando quitamos ese filtro, que es lo que hace la metáfora, el inconsciente sigue recibiendo la información que necesita pero con otras palabras que no enjuicia con lo cual es muy liberador. Meses después la gente se da cuenta de lo que simboliza lo que ha escrito, de haberlo hecho de otra forma le habría sobrepasado. Por ejemplo, en violaciones de mujeres que las han tenido ocultas, hasta veinte años. De esta forma no es lo mismo contar «cuando fui pequeña mi padre, o mi tío, me violó a los 7 años», que decir «la princesa iba por el bosque, apareció un duende, le clavó una daga en la espalda y ella, como le dolía mucho, se puso una capa que durante veinte años no se la quitó». Veinte años tardó en decir que había sido violada. Esa distancia emocional es importante sobre todo para que tengan seguridad y puedan sacar el dolor que llevan dentro.

Gran trabajo, enhorabuena. Estos trabajos de arteterapia son muy necesarios en estos momentos.

Vivimos en una sociedad en la que estamos contando cuentos constantemente en redes sociales, cuando nos encontramos con amigos y contamos el fin de semana o las vacaciones

Nuestra psique tiene narrativa de cuento. Todo lo contamos y lo recibimos como un cuento, y por desgracia los poderes políticos y los poderes del mal, saben perfectamente utilizar eso, el storytelling se está utilizando mucho para la publicidad para vender más, para que compre más la gente, pero sobretodo están vendiéndonos una narrativa para conseguir que se haga lo que ellos quieren. Por ejemplo, cuando un país quiere entrar en guerra con otro, lo primero que hacen es deshumanizar al otro lugar, a la otra persona, al enemigo, como le llaman ellos, porque al deshumanizarlo, nosotros podemos atacarlos sin problemas porque no son humanos. Por desgracia de eso se encarga la narrativa. Cierto es que hay una esperanza grande porque todos esos dolores se transforman, como la famosa metáfora de la perla, en perlas; la perla surge de un dolor que tiene la ostra por la piedra que le ha caído, por un granito de arena, si conseguimos recubrir todo eso con algo bello, sea un cuento, sea un poema, sea escribiendo, dibujando, cantando en algún sitio, la esperanza no se pierde.

La esperanza no debe perderse nunca, hay muchas personas muy buenas

Hay algo humano que nos une a todos y eso es lo que tiene que salir de alguna manera, aunque solo sea por la mirada, porque la única manera de comprender y empatizar con el otro es mirarlo directamente a los ojos para que sienta que estás ahí y se puede hacer de muchas formas: con la mirada, dándole un bocadillo por la mañana…

Escuchando…

Escuchando, efectivamente, a mí me gusta mucho la palabra compasión, pero no una compasión extraña, si no compasión de acompañar, viene del latín “compasio”, yo te acompaño en tu proceso. Tu proceso lo tienes que vivir tú porque es lo que te ha tocado, yo te acompaño, como ser humano que empatizo contigo. Yo también tengo mis dolores y mis miserias, que no son ni mayores ni menores que las tuyas pero juntos podemos darnos cuenta de que existe algo que va mucho más allá de lo que nosotros podamos pensar.

Y sostener la situación también, y se sostiene mejor entre dos personas. Hablando de esto, sois “padres de acogida”

Mi mujer y yo estamos en un proyecto de acogida de niños, de bebes de cero a seis años y llevamos en esto 15 años, hemos tenido 18 bebes aquí en casa, ahora mismo tenemos uno de 5 meses, mañana conoce a sus padres nuevos y ya se va, y he aprendido con ellos lo que no está escrito, tienen una sensibilidad tan especial, están tan cerca de lo sagrado, no entendido en el sentido religioso si no en el sentido espiritual.

¿Lees cuentos a los bebes?

A los bebes les canto, no se cantar pero a ellos les da igual, a veces si les cuento cosas, les hablo, les encanta que les hable, porque ellos entienden perfectamente lo que les digo. El bebé que se va mañana, yo le digo y explico, “mira, te vas con tus papás nuevos que vas a conocer…” y él me mira y da la impresión de que te está entendiendo, y es que realmente te está entendiendo, lógicamente no entiende mis palabras porque es un código más elaborado pero entiende la intención que hay detrás de esas palabras…

Y la tonalidad

Claro, esa tonalidad que utilizas… él se da cuenta perfectamente, cuando estás un poco afectado por cualquier cosa, por estrés, ellos lo notan rápidamente y lo manifiestan a su manera, dices “uy, que raro está el crio hoy que llora más de la cuenta”, está haciendo un espejo.

¿Tienes algún cuentista favorito?

Michael Ende me gusta mucho, el de La historia interminable, me parece muy bueno para niños. Hay una autora catalana, Mercè Company, que escribe para niños y jóvenes que también me gusta mucho. En España hay gran variedad de escritores, con varios estilos, de literatura infantil buenísimos. Me gusta Antonio Rodríguez Almodovar, es un investigador que ha recopilado muchos cuentos escritos, sobre todo basados en la tradición oral. Los cuentos tienen tal cantidad de símbolos, tal cantidad de enseñanzas, tan impresionantes, que cuando alguien me pregunta siempre recomiendo cuentos tradicionales, de todos los países del mundo. Prácticamente todas las culturas tienen muchos cuentos, alguno es el mismo cuento que se repite con circunstancias diferentes, va en la forma de conocer la cultura interna. La esencia de la cultura de un pueblo se conoce a través de los cuentos.

Y de los mitos y leyendas

Sí, en realidad los cuentos son una literalización de los mitos. Los griegos dijeron que los mitos no eran verdad e inventaron la historia. Decían “Esto no ha ocurrido, a partir de ahora solo es verdad lo que podemos constatar, porque Pericles hizo no se cuanto y el otro hizo no sé qué…”, pero los mitos son tan necesarios para el ser humano que se cuelan en los cuentos, en las fabulas, en los relatos, se cuelan por todos los sitios.

El ser humano empezó a comunicarse con la oralidad, pasó a la escritura y ahora hemos vuelto a la oralidad

La oralidad yo creo que siempre ha salvado al ser humano de cualquier cosa, de cualquier desastre, de cualquier dolor muy grande. Ahora, en la pandemia, hubo una cantidad ingente de personas que grababan sus cosas, sus cuentos, sus canciones, porque era la única forma de comunicarse, Es absolutamente necesaria la comunicación, y cuando se hace en esta clave, de esta manera, con esa estructura, es cuando realmente se conecta con el que te esté escuchando, porque le estás contando cómo te sientes de una forma metafórica, divertida, y a la otra persona le está resonando porque está escuchando y está viendo lo que también siente de una forma categórica con lo cual todo el mundo contento.

Al principio del confinamiento había una especie de emoción en mucha gente por esa conexión que se establecía, hemos descubierto de pronto que el mundo online no es tan maligno como parecía, nos servía para conectar y escuchar la narrativa de otros.

¿Cuál es el secreto para contar un buen cuento?

Primero sentirlo tú. Puedes leer un cuento de alguien y sentirte tan identificado que pasa a ser tuyo y cuando lo cuentas le pones tus palabras. Lo importante de un cuento siempre es la estructura, que es lo que ocurre ahí, pero las palabras pueden ser las tuyas. Una persona puede contarlo de una forma determinada utilizando unas palabras de la zona norte y otro del sur lo está contando de otra manera. Por ejemplo, uno de Galicia te dirá “ay, que alegre estoy” y otro de Andalucía te dirá “ozú, que triste estoy”, fijate que diferencia para decir una cosa y eso es lo que le da riqueza a los cuentos, haz el cuento tuyo y cuenta el cuento desde ahí, como si lo hubieras escrito tú.

Hay que creer en el cuento

Tienes que creer en el cuento, evidentemente, tienes que creer en la personas que tienes delante, has de mirarles a los ojos, sin invadir, vas repartiendo la mirada entre todas las personas que tienes delante. Y mirada con mirada, a través del a mirada, de los ojos, es por donde entra todo el material del cuento que uno está contando. No tengas complejos con la voz, no tengas complejos con el cuerpo, muéstrate, porque lo realmente importante es la intención que le pones al cuento. Eso es lo que carga de verdad al cuento más allá de la técnica. Si tienes técnica mejor pero más allá de la técnica está la intención.

Si un niño no entiende te interrumpe y te pregunta ¿y por qué…?

Ahí es donde está la escucha del contador de cuentos. Si tú escuchas, te lo está diciendo por algo y tienes que ser rápido, tener capacidad y no tener miedo a romper el cuento en ese momento para integrar lo que se está diciendo porque quizás te lo esté diciendo por algo. A veces hay un niño o una niña que tienen una ansiedad que no tiene nada que ver con el momento, porque sus padres se han peleado, porque sus padres se han separado, porque hay una circunstancia en su vida determinada y lo manifiesta de esa manera, no podemos hacer de terapeuta porque es otra condición pero tenemos que ver que ese niño te corta por algo, podemos intentar integrar lo que intuimos puede que les pase.

¿Y los adultos hemos perdido esa capacidad de escucha y de disfrutar del presente?

Sí, bastante, pero aún así se activa muy rápido, es algo atávico que tenemos, viene del origen de los orígenes, de la época de la prehistoria. Y en cuanto empiezas a contar un cuento, aunque sean adultos, se pueden quedar un poco extrañados, pero si el cuento tiene la fuerza suficiente, el adulto se engancha. Me invitaron a participar en la Expo 92 en Sevilla, conté cuentos a las puertas del pabellón de Murcia, a la tarde con calor y gente caminando de un lado para otro montando bullicio. Antes de empezar fui un poco pesimista pero nada más comenzar, se agrupó la gente alrededor mío y juntamos a cientos de personas adultas durante un buen rato ahí parados con todo el calor, escuchando el cuento que les contaba. La experiencia de la Expo 92 me demostró que los seres humanos estamos adaptados a cualquier cosa pero tenemos algo dentro que no lo olvidamos nunca y en cuanto se activa un poco, alguien te toque la fibra, volvemos a la escucha primigenia de cuando estábamos en la caverna.

Alrededor del fuego. Y ese cuento puede que despierte a nuestro niño interior…

Yo empiezo todos los talleres jugando, hasta los de oratoria a los que vienen empresarios y políticos. Comenzamos jugando; al principio es algo extraño pero a los 30 segundos aflora el niño interno, es él que está jugando y en menos de tres minutos todo el mundo está armonizado, han perdido el miedo, todos están contentísimos. Y ahora vamos a trabajar… a seguir jugando.

El ser humano cuando crece se pone disfraces que son muy difíciles de quitar. La máscara que nos ponemos…

La palabra «persona», etimológicamente, viene del griego «máscara». Las personas enseguida formamos nuestra “personalidad” y con esa personalidad es con la que nos relacionamos, con la que nos mostramos. Jugando, esa personalidad comienza a desaparecer porque empieza a aflorar la auténtica persona, sin máscara… que es un niño.

¿Podrías compartir algún ejercicio de los que haces?

Hay un ejercicio que siempre hago y recomiendo a la gente que dan cursos: pídele a la persona que tiene que hablar en público o contar un cuento que te cuente algo de su infancia que sea bonito, que se lo pasó bien. Y normalmente es una tontería, aparentemente… Cuando se iba con su primo debajo de los limoneros, aquí en la huerta de Murcia, se subían a los limoneros, se los comían, entonces venía el dueño y salían corriendo y se morían de risa… cuando cuentan eso, les brillan los ojos. Y entonces les digo: «esa es la energía que tenéis que utilizar para comunicar, seas un político, seas un empresario con miles de accionistas, acuérdate de ese momento. Acuérdate de la energía que ha sutilizado para contar eso, porque no hablas desde la cabeza, hablas desde el corazón». Eso es lo que comunica, más allá de la técnica. La técnica se puede aprender que en internet hay muchos tutoriales, pero hablar desde el corazón, sin miedo, mostrándote vulnerable, es muy importante porque somos humanos y el que te está escuchando es un ser humano también y desde ahí vas a empatizar, a conectar con esta persona.

El lobo no es tan fiero como lo pintan, detrás del cuento del lobo feroz hay una historia que quiere condicionar, en la época era peligroso acudir al bosque, quizás no por los lobos, hay que contar una historia para meter miedo.

Los cuentos siempre se han utilizado para eso, son como cuadernos de campo, cómo hay que actuar en la vida, cómo hay que vivir la vida. La vida hay que vivirla muy vivo, a la muerte hay que llegar muy vivo. Si no estás vivo, eres como una carcasa que se va pudriendo. Lo que te van diciendo, lo vas cogiendo. Cuando te pones enfermo, te mandan unas medicinas y vives totalmente anulado ¿pero dónde está la chispa de la vida? Si está en tu interior y no la dejas salir… y tiene que ver con ese niño y esa niña, y si nos ponen un lobo para asustarnos pues igual nos hacen reaccionar y pensar… los pobres lobos son símbolos que nos ayudan a darnos cuenta de quiénes somos.

Rampuzel en esta época, en vez de tener una melena rubia y larga, podría ser una adolescente rebelde o una skynhead.

Sí, sí, podría ser una skynhead que sufre mucho porque está atrapada en una torre, que se ha cortado el pelo al cero y asusta a la gente, golpeando y con violencia. Normalmente, la gente más violenta es la gente que más miedo tiene, un miedo interno muy fuerte que lo saca así de esa manera. Veo tantos “niños heridos” en los talleres, gente que aparentemente son triunfadores pero siempre hay algo que dices, ¡jolín!, y cuando das con ese momento… ese momento de nochebuena en el que tus padres te dejaron en un internado, eso se queda grabado para siempre, y ese niño herido lo va a arrastrar sin saber que está herido, evidentemente.

Es el mecanismo de defensa, la mejor defensa es el ataque, me convierto en un agresor porque he sufrido y no quiero volver a sufrir.

Podemos convertir convertir cualquier hecho cotidiano en una aventura, hasta el ir a comprar pan se puede convertir en una gran odisea, ¿no?

Si nos fijamos en el modelo de El viaje del héroe de Joseph Campbell, el viaje del héroe es continuo, lo podemos ver en cualquier sitio. Ese chaval que no quiere salir de su casa, que la madre le dice “vete a la tienda a comprar la barra del pan y él no quiere, se resiste, y la mujer insiste… y no quiere ir porque se va a encontrar con alguien de su instituto que le está fastidiando, que justo es el que está con la chica que a él le gusta.. y de pronto le cogen allí, en el momento que tiene la barra de pan y le empujan, se la quitan y él tiene que defenderse … todo esto es un viaje del héroe. Él lo vive como tal, por poner un nombre romántico, El viaje del héroe. Y esto lo podemos extrapolar a cualquier momento de nuestras vidas. La gente que ha tenido depresiones, que sufre algo, que tiene que tomar una decisión, “esto es lo que me dice mi padre, pero esto es lo que me gusta”… es tremendo. Tomas decisiones y la vida te obliga… o tú tomas decisiones que la vida te pone delante, que luego veinte o treinta años después, te das cuenta de que no era lo que tú querías y que te has estado amargando esos veinte años pero lo fascinante que tiene el asunto, a mí me parece, es que luego te das cuenta, tras esos veinte o treinta años que lo que has vivido ha tenido sentido, que eres como eres gracias a esos veinte años que te habías creído te habías equivocado. A mí me parece eso magia pura: localizar ese viaje del héroe, partir de una cosa cotidiana y convertirse de pronto en una saga mítica…

Es cuando encuentras el final feliz para los cuentos…

Es muy importante el final feliz. Yo en mis talleres insisto, el cuento tiene que acabar bien. “Es que en mi vida no acaba bien”, pues en el cuento acábalo bien.

De hecho, el cuento todavía no ha acabado.

Claro, él está diciendo al inconsciente “yo quiero vivir mi vida a partir de ahora de esta manera”. Y el inconsciente es muy listo, sabe lo que quiere.

Y siempre se puede sacar de lo negativo lo positivo también…

Cualquier acontecimiento, por cotidiano que sea, y los cotidianos son los importantes porque lo vives en cada momento, si conviertes algo que es negativo, lo envuelves en algo bonito, de pronto una china en el zapato se ha convertido en una perla y te sirve de collar.

«Contar un cuento es el acto de amor más grande que existe» te he escuchado decir en la presentación que hiciste de tu libro «Tienes una historia».

Ese tiempo que le dedicas solo a otra persona ya es un acto de amor. Un niño o una niña que está en la cama antes de irse a dormir y se acerca su padre o su madre y le cuentan un cuento, el cuento es lo de menos, lo importante es que sus padres vienen se sientan a su lado y le dedican ese tiempo con toda su atención, con entrega. En el hospital cuando estábamos con lo de los payasos, nos encontrábamos a niños que estaban en coma porque estaban con una enfermedad terminal, y le contábamos el cuento también, porque sabíamos que nos escuchaba a su manera. Y se lo contábamos con la misma intensidad que se lo contábamos a otra persona. Para nosotros era un acto de amor en el sentido de yo te lo doy pero no espero nada a cambio, nada, ni siquiera tu atención.

Leer a una persona en coma, que acto más bello. La energía la compartes, le llega y la sientes.

La sientes. Ten en cuenta que una persona que está ya en esa situación de que va a morir, tiene la conciencia amplificada, expandida, entonces capta perfectamente, no solo lo que hay en la habitación, sino lo que hay fuera. Esa sensibilidad con la que tienes que ir es muy especial porque lo que lleves en la cabeza te lo va a captar. Es muy importante centrarse para volcarte, para entregarte.

Hay que entender el proceso de vida y de muerte, hay que sentir el duelo y si puedes contarlo…

Sí, si, además los niños te cuentan sus duelo de una forma muy diferente y a veces están esperando a que los padres acepten que se tienen que marchar para poder marcharse y están dando vueltas ahí, aguantando y no se mueren porque los padres no aceptan la muerte, y cuando la aceptan entonces ellos se marchan. Porque la muerte como dice Enric Benito, médico de paliativos, «la muerte no existe, igual que hay un nacimiento hay un morimiento, es el proceso de la vida, es un cambio». Con los años en el hospital comprendí muy bien lo que es la muerte con los niños. Después, cuando ya teníamos el teatro, hicimos un taller sobre la muerte porque había un cineasta de Madrid que quería grabar un documental de un taller de teatro sobre la muerte. Estuvieron grabando todos los días que hacíamos el taller durante un mes y los chavales nos dieron unas lecciones… utilizaba los cuentos con ellos para verbalizar, para jugar y su presencia ante la muerte era impresionante. El documental no se llegó a hacer pero se creó un enlace que se llama «La danza de la vida», él se llama Jero Molero, estaba haciendo un trabajo importante con eso, fue un proceso vital del cineasta.

Tratar el tema de la muerte es importante, y más ahora

Claro, es el gran reto, el gran momento de comprender todo lo que significa la vida.

Te escuché decir “El inconsciente es el sabio interior”

Esto de lo que hablamos antes de la persona, la máscara y la personalidad, cuando realmente cierras los ojos, o con los ojos abiertos, pero miras hacia dentro y preguntas, te sorprendes… En los cursos de escritura creativa, a veces, le digo “hazte una pregunta”, piensa hacia adentro, mira hacia adentro como si estuvieses en meditación, y pregunta y escucha y te vas a sorprender, y escribe el diálogo. Esto que se llama inconsciente o sabio interior, sabiduría exterior…

Yo interior, yo superior…

Hay muchas formas de nombrarlo. Yo creo que casi todo el mundo ha tenido una experiencia de ese tipo pero no se lo creen. Dicen “sí, pero eso me lo estoy imaginando”… pero has dado con la solución.

¿Qué es la imaginación?

El mundo sufí habla de lo Imaginal, ese estado en donde está todo, están los arquetipos, está la fantasía. Con eso es con lo que hablas realmente cuando hablas con tu sabio interior, con tu inconsciente. Jung sabía mucho de eso.

Si pudieses volver al pasado y encontrarte con el pequeño Juan Pedro de 17 años, ¿Qué consejo te darías?

Me diría: Confía en el proceso. Y si tuviese que decir más, diría: lo estás haciendo bien, confía en el proceso.

Dinos una película que te haya marcado la vida

No me ha marcado la vida pero sí me ha gustado muchísimo, se llama «Café de Flore», una película canadiense, me gustó mucho por el concepto que tiene. Y las películas de aventuras como «En busca del arca perdida» me parecen una genialidad por la forma de contar una historia.

Y ahora dinos un libro

Un libro que leí hace unos años y que me impactó muchísimo “Más fuerte que el odio” de Tim Guénard, es una persona que sufrió muchísimo de pequeño, es un relato de su vida impresionante, de lo que es la resilencia. Siempre lo recomiendo porque me parece un bello poema de amor escrito desde el alma, desde el corazón, desde el desgarramiento más absoluto. Y otra, “Los ojos del hermano eterno” de Stefan Zweig, es una novelita corta pero impresionante. Me gustó mucho porque es ese proceso de una persona que se olvida, consigue el olvido de sí y esto me parece fundamental. Hay una anécdota del director Yehudi Menuhin, en cierta ocasión le dijeron, después de interpretar un concierto de Beethoven, “es usted un genio”. Respondió: No, no lo soy, tengo un violín Stradivarius que es buenísimo, su arco, y una partitura de un compositor que es extraordinaria, yo solo tengo que juntarlo todo y quitarme de enmedio, yo no cuento”. Me parece fascinante. Eso es la entrega, eso es el servicio. Yo cojo todo lo que sé, lo pongo y me quito de enmedio.

Si tuvieras que hacerte una entrevista a ti mismo, ¿Qué pregunta te harías que nunca te han hecho?

Nunca me han preguntado ¿a qué tienes miedo?, y no sé si sabría responderla.

Reímos los dos ¿A qué tienes miedo?

Tengo miedo… a olvidar quién soy. Ese es mi miedo. Tiene que ver con el Alzheimer posiblemente. Hay algo que siempre digo, una de las bases de los cuentos es esa, recordar quién eres, que perteneces a una comunidad, que eres importante, que eres necesario, que eres imprescindible, y al mismo tiempo eres volátil, es decir, que vas a pasar…

¿Meditas?

Sí, no tengo una práctica así poco ortodoxa, tampoco sé cuál sería la práctica ortodoxa, pero sí que necesito ese encuentro, ese no pensamiento, ese silencio.

¿Tienes alguna otra historia que contarnos que quieras compartir?

Todas las crisis que una va teniendo a lo largo de la vida, en una me encontré con el desierto. Me fui y me salvó. Estuve dos meses, alquilé una casa en medio del desierto, no fue hace mucho, en 2015. Una crisis existencial aguda, no sabía ya de dónde tirar. Vendí todo lo que tenía para dejar dinero en casa, a mi mujer. Hice el testamento y dije “me voy, lo siento. No sé ni dónde voy ni cuando voy a volver, ni nada”. Mi mujer se asustó muchísimo. “no te preocupes, no sé, pero me voy a morir aquí en vida, voy a ver si encuentro una solución”. Y ciertamente admirado con la vida por como fue concatenando todo para encontrar la casa, el sitio… hasta llegar allí y en medio de aquellas dunas, aquel desierto tan grande, durante dos meses, el proceso que viví fue duro, muy duro, pero realmente fue lo que me salvó.

Fueron más de cuarenta días

Sí, exactamente fueron cincuenta días.

Te encontraste con todos tus monstruos, los sacaste fuera y te quedaste limpio enteramente ¿no?

Me llevé de lectura solamente libros sagrados, la Biblia, el Corán, textos budistas… Solo leía libros de este tipo para encontrar por ahí algún tipo de salida. Recuerdo que leía mucho a Thomas Merton, leí ahí algo que dijo sobre el desierto: “ten cuidado no te aísles solo en el desierto porque te encierras con todos tus demonios”. Lo leí ahí mismo… y, sí es así realmente. Tuve que llevar un diario, para mí era obligatorio aunque a veces no me apetecía escribir, pero me forzaba porque no sabía si en algún momento perdía la cabeza, «si pierdo el sentido de la realidad y no sé si han pasado dos días y he hecho algo raro y yo no me acuerdo», porque había momentos de muchas crisis muy agudas, y con el diario sabía…”ah, no, ayer día 24 hice tal cosa, vale, no pasaba nada raro”. Ahí se pone en juego todo, el universo confabula contigo, es fascinante, porque cuando llevaba aproximadamente catorce días hubo un momento de crisis absoluta donde hubo un crack, se quebró todo. En ese mismo momento estalló una tormenta, la veía a lo lejos, una tormenta de granizo, lloviendo… Y yo “no me lo puedo creer, pero si en el desierto nunca llueve”. La casa era de adobe, de barro y de paja, y como no están acostumbrados a que llueva, tenía goteras por todos sitios… Crack, crisis… y a partir de ahí, salió el sol.

La tormenta purificadora

Ahí empecé a comprender un poco y vi muchos mensajes. Los días que tenía dudas, que estaba enfadado, un día en concreto que estaba enfadado, voy al cuarto, a oscuras pues empezaba a anochecer, y cuando doy la luz justo a cuatro dedos hay un escorpión negro ahí pegado, que faltó nada para que lo tocara y me diera un picotazo. Tenía mucho miedo porque había muchos escorpiones… pensaba «me van a dar un picotazo y yo aquí solo, me muero y nadie se entera». Entonces entendí que aquello era la expresión externa de lo que a mí me estaba pasando internamente. Y había tantas señales de ese tipo, que no tenía más remedio que creer en eso. Y toda la evolución fue estupenda en todos los sentidos. Otro día de mucha tristeza y de mucho pensamiento nocivo: “no eres nada, no vales para nada, eres un fracasado”… pues a la mañana siguiente aparece el padre del dueño de la casa, un árabe mayor que no hablaba nada de español, ni francés, ni inglés, y pude entender que había venido para ver cómo estaba, si necesitaba algo. Te juro que todavía me emociono, de pronto, sentir «¡ostras, no estamos solos!» Siempre hay algo o alguien que te va a ayudar en cualquier momento.

Y los ángeles se presentan en cualquier formato

Sí, sí, sí, totalmente. Después de cincuenta días yo ya estaba feliz, cantaba, escribía,. Estaba un día barriendo tan contento dentro de casa, el polvo de las tormentas de arena, y de pronto oigo una voz que me dice: “bueno, ya está”. Era como si estuviera una persona allí y estaba más solo que la una. “¿Cómo que ya está?”. “Que ya está, ya lo has conseguido”.”¿Qué he conseguido el qué?”. “Pues lo que venías buscando”. “¿Y qué venía buscando?” “pues a ti”. Buff…

Gracias por compartir todo esto

Fíjate que han pasado años y todavía me emociono. No lo he contado nunca porque es algo muy íntimo. Para mí fue como…buff, ya está. Por eso cuando termino de hablar con ese sabio interior, yo no sé que fue esa voz, si fue mi propio inconsciente, si fue Dios, un ángel o el polvo que estaba limpiando, no lo sé, pero el impacto fue brutal. Y a partir de ese momento se acabó en el sentido de ¿Qué haces aquí? Vuelve. El famoso viaje del héroe había terminado. Vuelve a tu comunidad. A partir de ahí desarrollé el taller de Érase una vez y las cosas fueron surgiendo.

Tras compartir esta hermosa historia nos quedamos sin palabras, lo único que queda es el silencio reflexivo y la gratitud. Nos despedimos con la ilusión, por lo menos por mi parte, de que nos podamos juntar muy pronto y darnos uno de esos abrazos que hacen temblar almas.

Gracias por su tiempo.

Qué va encantado, faltaría más.

Y así me quedé… encantado y agradecido. Gracias.

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