Conversando con… Manuel Ulldemolins
JOSE Mª ESCUDERO RAMOS. CASTELLÓN, 14 DE ABRIL DE 2017
Manuel Ulldemolins, se define a sí mismo como Life Coach. Vive en Castellón. Es una de esas personas que te hacen pensar, quizás sea porque ha pasado por un proceso que le ha hecho plantearse muchas preguntas y querer encontrar respuesta a las dudas que nos plantea la vida en muchas de sus fases. Mejor que nos lo cuente él mismo.
Te sigo en Facebook, leo lo que compartes, me pareces una persona muy interesante, escribes cosas muy intensas, a veces me das hasta miedo. No sé si todas las personas que te leen saben de lo que estás hablando.
Yo también pienso lo mismo, lo que ocurre es que yo no escribo para ellos, escribo para mí y si eso hace que me entiendan está bien.
O despierten
O despierten…muchas veces pongo muchas reflexiones de mi vida, de mi experiencia, no son ficticias recogidas de ningún libro, obviamente he leído mucho, he hecho formaciones y terapias, de todo un poquito, pero mis reflexiones están basadas en mi experiencia de vida.
¿Qué podemos compartir de esa experiencia que has vivido?
Empecé a cuestionarme cuando tenía 26 años, si lo que yo estaba viviendo era la vida que yo quería vivir y a partir de ahí ese cuestionamiento me hizo que fuera curioso e investigará si realmente era la vida que yo quería vivir de verdad. Cayó un libro en mis manos, “El poder del ahora” de Eckhart Tolle, en el que exponía ciertas pautas para tomar consciencia.
En aquel momento tenía bastantes conflictos familiares, en particular sentía odio hacia mi padre, le demandaba el cariño que no me había dado, entonces me di cuenta, en aquel preciso momento, que el cariño que yo pedía a mi padre no me lo daba y no porque no pudiera. El conflicto lo estaba creando yo en función de esperar más de lo que él podía dar. Mi padre me daba 10 euros y yo le pedía 25, entonces el conflicto estaba en esos 15 euros de diferencia, hablando de una forma cuantificable para referirnos al cariño, a la energía, al afecto, que yo le demandaba.
Cada uno lo hacemos lo mejor que sabemos en cada fase en la que nos encontramos.
Llegué a entender que con los recursos, habilidades, cariño, creencias, educación que hemos tenido cada uno, hemos dado, damos, el máximo de lo que tenemos.
Cuando yo entendí que mi padre no me podía dar nada más de lo que tenía, apareció la gratitud.
Uno de los días en que estaba leyendo El Poder del Ahora,
entonces vivía con ellos, yo salía de mi habitación, mi padre estaba sentado en el sofá del salón y me le quedé mirando sin ninguna sensación de odio o de rabia hacia él. Pensé “lo has hecho lo mejor que sabes y yo te estoy exigiendo que seas un padre diferente del que eres”.
Sentí que los demás me dan en función de lo que tienen y si tienen me lo pueden dar o no, si les apetece, porque también tienen su derecho de poder elegir el no querer dármelo.
A partir de ahí estuve seis meses con una paz que sentía sin más, incluso podría decir que salía a la calle y veía la vegetación como antes no la había visto, como si ese odio que yo sentía nublara esos “momentos presentes” pasados y no me permitía ver las cosas tal cual eran, sin filtros.
Todo esto creó un gran impacto en mí porque se marchó esa paz, como cuando mueves una botella que tiene agua y arena y la agitas, sentía que esa paz era la arena que se iba reposando a la vez que apareció en mi esa curiosidad de decir “yo quiero más de esto”.
Con el tiempo entendí que era el ego a través de la espiritualidad o del querer conseguir un poco más de paz, la que hacía que no la tuviera porque se daba la vuelta, había una ambición, había un ego espiritual ambicioso.
Y con expectativas, ¿No?
Y con expectativas. Yo quiero más de esto. Entonces empecé a buscar más respuestas.
Me hacía preguntas, esto me ha ocurrido ¿A quién se lo cuento? Si se lo cuento a alguien van a pensar que estoy un poco loco y sentía que más que una locura era un cordura. Me estaba sintiendo muy cuerdo porque realmente esa es la vida, eso es vivir, sentirme en paz con las personas que tengo alrededor.
Entrelíneas entendía que el amor no era pedirlo sino darlo, no era querer que me comprendieran sino comprender, porque eso me ponía en una posición activa y no pasiva, si estoy en modo “quiero que me comprendan” o “quiero que me den el amor”, el otro lo puede tener o no y si lo tiene puede elegir dármelo o no, entonces me di cuenta de que estaba situado en esa posición de esperar que el otro me dé amor, cariño, comprensión, empatía, en una actitud de mendigo, y cuando uno tiene la actitud de mendigo lo que está diciendo en el fondo es que no tengo eso que añoro. No tengo amor, no tengo cariño, no tengo comprensión, no tengo empatía, en relación a las personas que están a mí alrededor o las situaciones que se dan porque somos seres que interactuamos entre nosotros.
Somos auténticas redes sociales, realmente no haría falta
que hubiese Facebook, ya estamos creando redes con nuestras existencias
Sí, ya estamos ahí. De hecho no existe la no comunicación, estamos comunicando siempre a cualquier nivel.
Hasta cuando ignoras es una forma de comunicarse, ¿No?
Y el silencio es una forma de comunicarse. No llamar a alguien por teléfono es una forma de comunicar,
estas dando información desde la ausencia.
¿Y seguiste en la búsqueda?
Sí, entendiendo todo aquello comencé una cierta búsqueda, había esa ambición por querer saber más, conocí el yoga, de todo esto hace 10-12 años, estuve haciendo yoga y llegué a sentir un poco más el cuerpo, a conocer la emociones… yo no sabía que existían las emociones.
Y encima están localizadas en diferentes partes del cuerpo.
Cierto, hay anclajes en diferentes partes del cuerpo, las puedes sentir en el pecho, como en las piernas…
En el riñón
En el riñón, en la cabeza, en la garganta, la falta de tomar decisiones y movimientos son los pies, la falta de tomar decisiones y coger y soltar cosas son las manos, no quiero abrazar, etc.
Durante ese periodo de búsqueda me compré muchos libros, devoraba libros sobre qué es realmente el amor y los leía con curiosidad crítica, no los consumía como creyendo que eso eran la verdad absoluta, cuestionaba todo eso que leía.
Eso que me dices es muy importante porque yo creo que hoy en día lo que hace falta es esa búsqueda, esa curiosidad y ese espíritu crítico. Nos comemos todo lo que nos llega y no nos preguntamos “¿Y si esto se quedó aquí y hay que avanzar un poquito más?” O “está bien pero, y si vamos por aquí…puliendo ideas”. Creo que hemos de aportar un poquito más de nuestra propia cosecha. Adquirir conocimiento de muchas personas pero sacando nuestras propias conclusiones.
Eso es porque al fin y al cabo cada persona tiene que encontrar su propio camino. Buda dejó un legado, Jesucristo dejó un legado, Krisna dejó un legado y si somos seguidores de estos Maestros pues no seguiremos nuestro propio camino, seguimos el camino de ellos, el de otros, que está muy bien, son directrices, guíaburros, por decirlo de alguna manera, o mapas que nos pueden orientar, pero al final el que tiene que encontrar su propio camino desde su experiencia es uno.
Los tiempos están cambiando, no es lo mismo ir a ayunar a un desierto ahora que hace dos mil años, como hizo Jesús. Tengo un amigo que me pregunta siempre por qué no hago un grupo de pensamiento, crear como una doctrina. Le respondo que no se me pasa por la cabeza pero además me hace replantearme si Jesús o Buda, en sus vidas, tuvieron en mente crear el Budismo o el Cristianismo. Ellos adoptaron una forma de vida, quizás querrían hacer un mundo mejor, pero puede que jamás pensaran en crear todo esto que hay ahora. Tras ellos llegó alguien, unos siglos después, y se montó todo este tinglado basado en algo que oyeron de uno que hubo que dicen que hizo… la gente, por miedos, a menudo tiene necesidad de creer en algo externo a ellos.
Indudablemente, ni Cristo creó el Cristianismo ni Buda el Budismo, la crearon generaciones posteriores, a partir de ahí se crea un dogma, unos patrones a seguir, como decía antes, que son como un pequeño bastón, pero al final la experiencia la tiene que vivir uno.
Estuve hace diez años en un monasterio budista en Val D´Alba, el Sakya Tashi Ling, yo lo regentaba, hice formaciones, me dieron unas pautas para meditar, me dieron un CD y un día estando meditando en casa, escuchando el CD para seguir las pautas, antes de que terminará lo quité y lo rompí. En ese momento descubrí que hasta eso era una limitación. Con el tiempo descubrí que meditar es estar tomando el sol en la playa, tomando un granizado con un amigo o simplemente estar acostado en el sofá de casa, o trabajando…
Planchando, pasando el aspirador, con acciones repetitivas así es fácil meditar en movimiento, con cierto ritmo y siguiendo un patrón, fregona, cubo, suelo; aspirador, muebles…
Al final es tomar consciencia de cómo estoy en ese momento, desde dónde estoy haciendo lo que estoy haciendo.
¿Y cómo terapeuta? ¿Cómo te definirías?
Me dedico puntualmente al tema del Coaching, Life Coach, el coaching que yo hago se sostiene desde el PNL, programación Neurolingüística, desde todas las herramientas que he ido adquiriendo durante los años de búsqueda y de mi experiencia de vida.
Caí en una depresión en aquella época en la que me cuestionaba todo, me di cuenta de que no quería vivir la vida que llevaba y rompí prácticamente mi vida social y familiar. Quería construir algo nuevo.
Pero ¿Te aislaste? ¿Rompiste verdaderamente con todo?
Sí, me aislé. Necesitaba observar que estaba ocurriendo dentro de mí para darle un significado a mi vida.
¿Cuánta gente pasará por esa parte de su camino en estos momentos y que al leerte diga “ostras, si es que me pasa lo mismo”… Y después de esto ¿Hay un despertar?
El despertar es previo, por lo menos desde mi experiencia, no quiero decir que esto sea una verdad absoluta. Pensé “aquí hay algo más”, y luego se despertó la curiosidad de querer buscar.
Y entras en depresión.
Y entro en depresión en el sentido de romper con todo aquello, cuando lo hago, lo que aparece en mi es la nada. No hay nada y a partir de aquí me cuestiono, si no hay nada ¿Qué quiero en mi vida?. Preguntas tipo ¿Qué hago aquí en mi vida? Y la más importante ¿Quién soy? De hecho estuve buscando mucho tiempo respuesta a esa pregunta. Y un día, estando solo en el comedor de mi casa, me apareció la respuesta, además muy simple, muy llana. Surgía desde el mismo lugar desde dónde hacia la pregunta, porque no podía dar una respuesta mental, no podía decir, soy Manuel el hijo de fulana o mengano, o soy el hijo pequeño de cuatro hermanos. No satisfacía todas estas respuestas a la pregunta que subyacía de dentro. Y cuando apareció la respuesta fue muy simple. La respuesta era: SOY. Soy sin etiquetas, sin apellidos sociales, sin creencias de lo que me habían dicho que yo era, y a partir de ahí fue cuando empecé a tener la depresión porque tenía que encajar quién era en ese momento tras el descubrimiento de saber quién era sin etiquetas, sin apellidos sociales, sin creencias y a la vez tenía que vivir en sociedad. La cuestión era ¿Cómo? Y estuve tres años yendo del trabajo a mi casa y, o bien me quedaba toda la tarde en el sofá, o como segunda opción, me iba a un banco al parque.
Para observar, observarte.
Y averiguando como podía poner en palabras lo que me estaba ocurriendo, tenía que poner en palabras mis emociones para poder explicarlas a mi entorno más cercano, porque ellos no lo estaban llevando bien, y yo no podía explicar lo que no sabía.
Sabía que estaba pasando algo, que tenía que ponerlo en palabras y expresarlo.
Lo curioso es que despiertas y entras en este ciclo. ¿Cómo superas la depresión?
Cuando descubro que no quiero llevar la vida que estoy viviendo y quiero crear una nueva vida en función a este nuevo Manuel porque el antiguo ya había muerto o había desaparecido. A mí me gusta decir que había muerto porque era un envase de un Manuel que me había acompañado un tiempo con unas ideas o creencias adquiridas por el entorno, la sociedad, la familia, y está muy bien, hay una gratitud por ese Manuel y por las personas que estuvieron a mi alrededor y que me dieron unas herramientas que en aquel momento quedaron obsoletas, y para que apareciera ese nuevo Manuel había que construir, a mano y cincel, unas nuevas herramientas, y me convertí en un buen observador de mis emociones.
¿Cómo podía ponerle nombre a lo que me estaba sucediendo? Y a la vez ¿Cómo explicar a otras personas lo que yo sentía y que me pudieran entender?…Y lo conseguí. Fue un proceso de tres o cuatro años de depresión en la que yo escribía en libretas todo lo que me estaba sucediendo, podía entender todo ese proceso que había dentro de mí. Alguna vez he hablado con amigos o he escrito sobre “el arte emocional” “el artista emocional”.
Se lo pude explicar a mi madre en dosis homeopáticas; y a mi hermano con el que estuve varios años sin hablarme por unas decisiones que yo tomé en un momento dado, que a él le molestaron y lo entendí, yo era responsable. Para mi hay una parte muy importante de cuando uno quiere hacer un cambio y es la responsabilidad, si uno quiere ser libre en su vida, tiene que ser responsable de las decisiones y acciones que toma.
Responsable y coherente
Coherente, cierto, coherente entre lo que pienso, siento y hago. Porque luego no valen las excusas y además la culpa no la tienen lo demás, si yo proyecto la culpa en los demás estoy diciendo, entre líneas, que yo no soy responsable de las decisiones y acciones que tomo en mi vida por lo tanto el poder lo estoy depositando en el otro y dejando que mi vida vaya en función del otro.
Tomé decisiones conscientes y mi hermano me pudo llegar a entender pues utilicé su mapa mental para que pudiera empatizar conmigo, así fue como tras una charla llegamos a la conclusión de que cada uno hizo en cada momento lo mejor que supo, quizás con el tiempo, echando la vista atrás, nos demos cuenta de que podíamos haberlo hecho mejor, pero en su momento con nuestros condicionantes, los dos lo hicimos lo mejor que sabíamos. Tras la conversación nos dimos un fuerte abrazo y nos echamos a llorar. Creamos una nueva relación en función de darnos información. En mis sesiones que hago de coaching, es muy importante la información, la comunicación y no presuponer, esto quiere decir que si yo tengo información que el otro no sabe, hemos de comunicarla y, lo más importante, ser consciente desde dónde estoy comunicando lo que estoy diciendo.
Ser honesto con uno mismo, no engañarte para no engañar. No digas verdades a medias, pues quizás no sea mentira pero no es toda la información, así no avanzamos.
Si yo no doy toda la información el interlocutor sacará esa información desde las presuposiciones, entonces el otro, que no tiene toda la información, está viviendo una realidad basada en una fantasía.
Y aunque hay muchos matices más, estos serían mis años de evolución interior en la que hay unos grandes protagonistas olvidados, las emociones.
Porque nos enseñan a ocultarlas.
Más que eso, nos enseñan a negarlas o juzgarlas. Para mí una emoción es como una semilla que cae en la tierra, tiene su fertilidad y está esperando a nacer, si a una emoción no sabemos ponerle palabras, la emoción queda como semilla, no florece y no es visible. Si tú no sabes ponerle palabras no vas a crecer, se va a quedar bajo tierra, no vas a ofrecer tu fragancia, tu color. Y puedes expresar emociones con palabras; con fotografía; a través de la pintura; desde la poesía; desde el cuerpo, la danza; desde el sonido, la música; la escultura…
Yo encontré mi modo de expresar mis emociones a través de la palabra pero también el lenguaje no verbal es muy importante, de hecho los bebés son muy buenos en eso, ellos manifiestan sus necesidades sin hablar y los adultos hemos de interpretar que emoción quiere transmitir el bebé.
Me han hablado de una forma muy original que tienes de hacer coach, el Coach Walking…
Fue muy anecdótico cómo surgió, estaba con nuestra amiga Anais, caminábamos por la periferia de Castellón, estábamos hablando y ella dijo “estamos haciendo Coach Walking”, me encantó el término y ahí empezó todo. Desde entonces muchas veces hago sesiones de Coach Walking paseando por la playa o por el Clot de Burriana.
¿La gente “se cura” solo por escucharse a si misma?
Casi te diría que hay una predisposición cuando uno pide ayuda, es más el intento o la apertura para mirar lo que yo quiero cambiar, que hasta ahora no me he atrevido aunque hay tenido unos resultados que no me gustaran.
“Se cura” quizás no sería la palabra exacta pues yo soy un acompañante, no curo nada, no sano nada, simplemente escucho-expongo y, en la medida de lo posible, hago las preguntas adecuadas para que la otra persona me de la información en relación a dónde está en ese momento en su vida.
¿Es escucha activa y habla amorosa o es al revés, habla activa y escucha amorosa?
Sería una escucha activa, podríamos decir. Incluso cuando hay palabras, frases o algún lenguaje no verbal en el que estoy viendo que hay una incongruencia, o bien paro la conversación o me apunto la pregunta que quiero hacer en relación a ese momento que yo he visto incongruente para seguir tirando del hilo.
Escuché hace tiempo que había gente en Castellón que se ponía en una plaza a escuchar todo aquel que pasará por allí ¿Tú tienes algo que ver con esto?
Manuel sonríe.
Estuve durante un tiempo yendo, de hecho mi amigo David Cebrián fue el impulsor, íbamos los martes de 8 a 9 a compartir desde esa horizontalidad, de una forma creativa, aquí y ahora, sin juzgar las emociones, cada uno podía exponer lo que le apetecía de cosas de hace una semana o de hace diez años.
Venían amigos o conocidos a través del evento creado en redes Sociales o algunos curiosos que, al vernos, se acercaban y abrían sus corazones.
Me apetece mucho hacerlo en Madrid.
Inténtalo. Se llama agoraterapia, Escucha al Aire Libre. Es una muy buena experiencia.
Tres preguntas más y terminamos. ¿Qué libro te ha marcado la vida? Me imagino que será El poder del ahora.
“El poder del ahora”, sí, pero también te recomendaría otro “Amor Libertad Soledad” de Osho. Son libros que tengo de “mesita”. Y un tercero, podría recomendarte un libro denso, es un libro con un principio y no un final, es “Un curso de milagros”.
¿Recomiéndanos una película?
El guerrero pacífico de Victor Salva con Nick Nolte y Scott Mechlowicz y Tierra de ángeles, una película sueca del director Kay Pollak, trata de un director de orquesta al que le da un ataque al corazón y vuelve a su tierra natal.
He visto las dos, El guerreo pacífico debería ser obligada de ver en las escuelas y Tierra de ángeles es un poema visual.
Y para terminar, imagina que te encuentras con el pequeño Manuel de cuando tenías 13 años, ¿Qué consejo te darías?
Buena pregunta. Buff ¿Qué le diría al pequeño Manuel?
Silencio
Que es un ser maravilloso, ¡me estoy emocionando!, que es un ser maravilloso, que tienes un gran potencial que descubrirás con los años. Adelante, sé valiente.
Pues muchísimas gracias, Manuel.
Y nos despedimos, como hago en todas las entrevistas, con un gran abrazo.