carreras

Crónica de la Media maratón del atardecer

Escrita por Jose Mª Escudero Ramos, Madrid, 18 de junio de 2018

 

Las hadas y los duendes de la Dehesa Boyal de San Sebastián de los Reyes están algo enfadados. Han oído que los bípedos ruidosos piensan hacer una carrera nocturna por la zona. Están nerviosos porque no les gusta que invadan la paz de la noche esos seres que suelen arrasar con todo. Tienen miedo. Los seres mágicos que habitan en el bosque se reúnen la misma mañana de la carrera. Hay un pequeño duende gruñón que, frunciendo el ceño, muestra su indignación “ñeñeñeñe, no podemos permitir que rompan la paz de nuestras noches” La hada más tranquila intenta poner paz “es solo una noche, y pocos corredores”. Pero el gruñón insiste y consigue unos cuantos aliados. “ñeñeñeñe, voy a ponerles una trampa para que nada más salgan de la pista de atletismo e invadan nuestro espacio, se tropiecen los <elegidos>, ñeñeñeñe”. Sus compinches aplauden. Los duendes y hadas más  amorosos se alejan de la reunión “veréis como hoy nos llevamos una lección, los corredores que salen a correr por el monte de noche son personas especiales, veréis”.

 

Sábado por la tarde, llego de los primeros al polideportivo Dehesa Boyal de San Sebastián de los Reyes, voy a información y pregunto dónde se recoge el dorsal, la chica que atiende me dice que ya lo está buscando, <<hay otra persona que acaba de preguntar lo mismo>>, me responde señalando a un señor. La joven no sabía nada de la carrera pero se informa y nos indica cómo llegar a por los dorsales.

Me uno a la persona que preguntó antes que yo. Cruzamos el polideportivo, la terraza, el campo de fútbol y llegamos a la  zona de salida de las carreras, se hacen 4 en una, vamos charlando muy a gusto. El hombre al que acompaño parece un ser mágico del bosque pero en grande, se está comiendo una chocolatina y lleva parte de la cara manchada de chocolate, ese detalle me hace verle como si fuese un duende  dulce y con buen corazón, pero algo gruñoncete. Vamos hablando de que  podían informarse mejor los trabajadores del centro. Para mí lo han solventado bien, nos han mandado a la pista de atletismo, por lógica se ha de salir de allí.

Llegamos y efectivamente, la organización está preparando los últimos detalles, con mucho calor, pero sin perder la sonrisa. Pedimos el dorsal  y tras desearnos buenas carreras, nos vamos cada uno a nuestras cosas.

Pregunto a Paco y a Paco, dos de las personas responsables de que todo esto ocurra, Paco Rico me ha invitado a la carrera porque coincidimos en un programa de radio «A tu ritmo», con Luis Blanco y, lo que suele pasar con el sincronismo y las buenas energías que genera el mundo de las careras populares, pues que nos llevamos muy bien y Paco, por su gran generosidad, me invitó a participar en la prueba de 22 kms. Gracias por hacerlo posible. Bueno, que me voy del hilo. Les pregunto si la carrera es llana y esbozan una ligera sonrisa, “es un trail suave, pero es un trail”. Yo me había asustado al ver la hora de cierre de meta, cuatro horas y media, y por todo lo que aconsejaban que llevásemos durante la prueba, parecía más un mini ultra-maratón.

Me enredo con los huaraches, no sé si llevar los de montaña de 5 mm o los de asfalto de un centímetro, me pruebo unos, me pruebo otros… no me ajusto bien los cordones, me inquieto… decido usar los finos y llevar los otros en la mochila. Hacía tiempo que no corría con mochila, menos mal a que a última hora decidí sacar parte de lo que llevaba, el cortavientos y los plátanos que no hicieron falta. Tomar decisiones acertadas hace que te quites un peso grande de la espalda.

Llega la hora de la salida, las ocho de la tarde. Me encuentro con el hombre con el que fui a recoger el dorsal. Llevaba una camiseta del Camino de Uclés, curiosamente la editorial de Revista Imo/Susurros de luz de este mes trata sobre los sincronismos, y cuento que hace no más de 20 días el universo me guía hasta el monasterio de Uclés, el 29 de mayo, justo el mismo día, pero en el año 1108, hubo una dura batalla entre almorávides y cristianos, allí me guio mi destino. “Toda una señal” y como no he hecho caso, pues de nuevo el Universo me lo pone en la cara “HAZ EL CAMINO”. Creo recordar que Paco Rico dijo en la radio que todas las pruebas del maratón del anochecer, media del atardecer y las 10 K en modalidad Marcha Nórdica y carrera, se podían hacer corriendo o andando porque son como una forma  de preparar el camino de Santiago. No recuerdo si lo dijo en antena o me lo dijo tras el programa a mí. Da igual, el caso es que la señal se repite… prepara el camino… Gracias, José María, otro sincronismo pues se llama como yo el hombre grande de gran corazón, aunque me recordase a un duende gruñón… quizás me recuerde a mí en mis días malos ¿quizás sea que los duendes gruñones tienen ese carácter para proteger su gran corazón?.

Estoy en la salida, cruzo palabras con una hermosa pareja, no sé sus nombres pero son abiertos, transmiten mucha dulzura.

Tras las palabras de los dos Pacos que nos dieron las últimas indicaciones para las diferentes modalidades, salimos a buen ritmo, sin  pistoletazo de salida. “Somos ecológicos, no gastamos en pólvora” dice simpáticamente Paco. Estas pruebas son una preparación para el EcoTrail que se hará el 10 de Noviembre.

 

Salimos en pelotón del polideportivo, todavía vamos todos juntos. De pronto, veo que el chico dulce que habló conmigo antes de la salida, se cae. Enseguida algunos corredores le preguntan si está bien y si necesita algo. Me acerco al punto dónde se cayó y me tropiezo también, caigo al suelo porque uno de mis dedos del pie derecho golpea un tronquito que sobresale de la tierra, apenas se ve pues está cubierto por unas ramitas… es como si unos duendes lo hubiesen colocado ahí aposta. Agradezco la caída, lo veo como una señal para estar atento y ver bien por donde piso, conexión con la Pachamama y atención plena. También los corredores se preocupan por mi estado. Todo bien. Tras de mí escucho que otra chica se cae. “¿Te pongo agua en la herida?” dice uno de sus compañeros de carrera… Otro por detrás alcanza a la chica y dice “yo también me he tropezado ahí”. Es como si unos duendes nos hubieran puesto una trampa en esa zona, pienso. Sonrío y les pido disculpas por perturbar su paz, digo mentalmente, a los seres que habitan en la Dehesa, que los corredores de montaña somos muy respetuosos, que no queremos molestar, que dejaremos todo limpio y en orden, esta carreara es una dura prueba para nosotros. Y les agradezco que nos dejen pasar por sus tierras.

Al sentir mis palabras, las hadas y los duendes deciden apoyar a los corredores, han sentido como, ciertamente, los corredores estamos hecho de otra pasta y deciden mandarnos sus mejores energías. “Cuando veáis que alguno flaquee, vamos a mandarles susurros de esperanza, para que crean en ellos mimos, pierdan sus miedos y saquen las fuerzas  necesarias para llegar a la meta. El duende gruñón dice “así llegarán antes y nos dejaran de molestar”. Los antiguos cómplices le callan “yaaaa, vamos a convivir en amor, en armonía, se trata de una carrera que hacen cada mucho tiempo, vamos a divertirnos con ellos, vamos darles  el apoyo que necesiten”. Todos los demás vitorearon y se unieron para hacer de una carrera especial, un evento mágico.

 

El domingo, un amigo me preguntó ¿Qué sientes en una carrera como esa? Mis sensaciones se pueden clasificar en cuatro tramos, coincidiendo con los de la carrera y curiosamente entre avituallamientos.

Antes de empezar sentí miedo por la posible dureza de la carrera, esas mariposas que no paran de revolotear en el estómago. Dudas por el calzado a usar.

Cuando comenzó la carrera, aprecié que los primeros kilómetros se podían hacer descalzos pero no quise parar por las dudas, ¿y si ahora empeora el terreno? Para el próximo año ya sé cómo actuar.

Mucho calor en el primer tramo. Sentí como el sudor se deslizaba por mi cabeza y mi espalda todo el tiempo. El sonido de las pisadas, la respiración, las ramas crujir. Corrí durante unos kilómetros junto a una pareja de amigos, Jose y Diana, que no paraban de hablar, suave, dulcemente. Me encantaron. No pararon ni de hablar ni de sonreír en toda la carrera. Me animaron un buen rato con su charla, cruzamos una breve conversación, breve pero intensa, de las que unen. Por eso me gusta correr, porque una carrera une almas más allá de la apariencia.

Paramos en el avituallamiento, membrillo, agua y a partir de ahí sigo solo.

Este tramo es muy largo, pesan las piernas y el calor, pero el atractivo de ver mi sombra correr sobre el reflejo anaranjado del atardecer en el manto de los campos cosechados de la zona me hizo reflexionar sobre la incidencia de la luz y nuestras sombras, el correr y meditar, soltar lastre, amueblar las ideas entre los estantes de la mente y el corazón, ¿qué queréis?, a mí, en una carrera me puede el corazón pero siempre con la ayuda de la mente, trabajo en equipo. En este largo tramo, casi de 10 kms, percibí muchos sonidos, al pasar por una estación de torres eléctricas, al pasar junto a una carretera, la brisa peinando los campos, el sonido de una fiesta en una finca cercana… Me crucé con un perro que pensé que podía estar perdido, paré y le dije que me siguiera, pero enseguida me vino otro pensamiento ¿Y si está yendo a su casa? Estoy proyectando mis miedos en el perro cuya mirada era profunda… en mis experiencias como peregrino  muchas veces te sientes perdido ¿dónde está la señal? ¿Me habré equivocado? Y me respondí: en un universo donde existen todas las probabilidades y yo puedo crear mi realidad, pido al universo crear la realidad de que este perro es una señal de confianza, va de regreso a su casa, con determinación y seguridad y, sobre todo, sin miedo. Así es y así se cumple.  Seguí mi camino visualizando como llego a la meta y  como ese perro llega a su hogar.

Llegamos al segundo avituallamiento. Me vuelvo a encontrar con Jose y con Diana y con otro compañero, Eduardo, nos hemos ido adelantado y cruzando en un par de puntos.

Membrillo, agua y Aquarius, en esta ocasión no he podido hacer mi isotónica casera con agua de mar, limón e infusión de jengibre, y lo estoy notando pues hoy tengo agujetas, jeje…

Sigo el camino, va oscureciendo, sacó mi frontal. Veo las luces de los corredores que van delante de mí alejarse por las sendas. Me adelanta Eduardo, se ofrece a iluminarme el camino pero le digo que no hace falta, yo no quiero correr mucho por los huaraches, pero voy disfrutando de cada zancada. Agradezco el detalle y le digo que siga a su ritmo, que nos vemos en meta.

Las sensaciones de no saber por cuál kilómetro voy, ni querer ver la hora, me hacen vivir muy en presente. Disfruto de cada sonido de la naturaleza que, por la ausencia de luz, parece que se perciben de otra forma, incluso parece que puede escuchar a unos duendes reír… cosas mías.

Correr de noche es especial, la luna y la bóveda celeste te guían.

El último tramo es  tipo cross, toboganes divertidísimos, pero por el cansancio y por el tipo de terreno, prefiero hacerlo con precaución, sin embargo noto que de mi cara brota una inmensa sonrisa que no puedo quitar. Estoy disfrutando a tope. Soy inmensamente feliz.

Una chica me dice que tengo que ir por la izquierda de unos conos naranjas, pregunto si ya estoy en la pista de atletismo, en la llegada a meta, me responde que sí. No me lo creo, se me ha hecho muy rápida esta última parte. Me detengo, me quito los huaraches y corro, los últimos metros, descalzo ¡qué placer!

Cruzo la meta. Foto y voy a por mí medalla, me la he ganado, no por haber hecho una media maratón, sino por todo lo que he disfrutado haciéndola. Esta carrera no la voy a olvidar…. La llegada a meta siendo animado por mis nuevos amigos, José y Diana… no tiene precio.

La carrera está muy bien señalizada, los voluntarios indicaron perfectamente el camino a seguir en cada cruce, los avituallamientos han sido muy completos y han sido ofrecidos con tanto cariño que daban ganas de quedarse. Todo ha sido de once sobre diez.

La vida son pequeños hechos que parecen aislados pero que en verdad tienen una conexión. Yo estoy aquí contando esto porque un día se me ocurrió hacer un reto, correr descalzo un maratón para poder hacer un sueño realidad, ir con mi pareja de vida a colaborar unos meses a Limpio, Paraguay con  Amor en acció, pero el verdadero reto es vivir todos los días siendo fiel a tu esencia, esa que se muestra en las carreras, la esencia de amor que a todos nos une.

Gracias por hacerlo posible. Gracias, Luis, Gracias, Paco. Gracias Universo.

Susurros de luz

Susurros de luz, la asociación que hace que las cosas bellas sucedan y además las cuenta.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *