cuentoDesam Ferrández

Diario de un ratón de biblioteca llamado Dix, XII

Otro cuento de Dix y sus amigos escrito por Desam. Ferrández

Puedes leer a partir del primer capítulo aquí 

Hola Dix, ¿qué haces? Parece que estás mirando algo magnífico o que nunca antes hayas visto.

Hola, Tom. Estoy mirando el paisaje.

Pero ¡si está muy visto!

¿En serio? Siéntate aquí y míralo.

Pero ¡si no son más qué árboles!

Cierto, el paisaje está constituido por árboles, troncos, hojas, flores maravillosas y perfectas, montones de animalillos que no vemos, o sea vida, ¡hay vida!, ¡todo está vivo!

Mira ese grupo de cotorras todas juntas…

Ya las veo, son cotorras comiendo, ¿qué tienen de especial?.

¿No te parecen preciosas? Su plumaje de un verde intenso como el pasto, me gusta observar cómo se mueven, cómo se dan besitos en el pico…

Si que son bonitas, pero eso no tiene nada de especial.

¿En serio tú crees que no tiene nada de especial? Pues a mí me parece súper especial, por favor ven siéntate conmigo y mira lo que yo miro.

No, no tengo tiempo, tengo mucha prisa.

Ahí está, Tom, por eso no lo sientes, por eso te parece que no son más que árboles, que no son más que a unas cotorras. Por favor, date cinco minutos.

Está bien, me siento.

Los dos amigos se sientan, uno al lado del otro.

Tom, cierra un momento los ojos, solamente para parar un poco tu mente, para que no esté pensando en que tienes prisa.

Tom se quedó callado haciendo caso a su amigo.

Ahora abre los ojos y mira hacia el horizonte, ¿qué ves?

Pues un bosque lleno de pinos.

Bien, ve más allá, ¿qué forma tienen estos pinos?

Son redondeados.

Muy bien, ¿sabes que me parece a mí? Que son redondos como las burbujas, como las esferas llenas de energía y que no han caído así en la tierra, han crecido así, súper magníficos, perfectos, redondos.

Fíjate qué forma le hacen al bosque, su forma no es agresiva, es suave, cilíndrica, como pompas verdes, ¡míralo, es impecable!

Si me lo cuentas así… es que tú sabes describirlo muy bien.

Ahora mira un poco más allá, a tu derecha verás que hay árboles que ya no les quedan hojas porque es invierno y hace frío; ese árbol no puede alimentar a las hojas y a su tronco con este frío, entonces ¿qué hace? Se libera de las hojas deja que pase el frío y luego vuelve a dar vida a unas preciosas hojas.

Dix, ¡sí qué sabes!

No es saber, es contemplar, para mí esto es inefable. Todos son perfectos y cada uno es diferente. Ahora ve más allá, observa el tronco de cualquier árbol, cómo se erige desde la tierra, agarrándose fuerte a ella y dando vida a esas hojas, también mira lo que hay alrededor de ese árbol, los hombres, los animales, todos los seres vivos que lo rodean y disfrutan. ¿Te acuerdas de cómo nos reíamos al ver jugar a los perros en este mismo parque? Pues yo creo que los árboles hacen lo mismo, ven y disfrutan de las risas y de todo lo que les rodea.

Nunca se me hubiera ocurrido pensar que los árboles puedan ver lo que tienen a su alrededor.

Quizás no vean como tal, pero seguro que lo sienten. Sigamos, ahora que has visto los pinos, los árboles sin hojas, los animales y los hombres alrededor de ellos, mira ese grupo de cotorras, apenas se ven porque estamos lejos y además son verdes como el pasto ¿por qué serán verdes?, ¿por qué hacen sus nidos encima de un árbol?, ¿tienen que ser discretas?

Yo creo que las cotorras no son nada discretas, al contrario, son muy escandalosas y hacen unos nidos enormes que desde luego no pasan desapercibidas.

Yo no sabría decir por qué han elegido ese color y, desde luego, pienso como tú, son muy ruidosas. Sin embargo, si nos fijamos en su plumaje, me parece precioso; cada pluma del color adecuado para crear en toda su especie los mismos dibujos marcados por sus diferentes tonos de verde. Quien dice cotorras dice cualquier pájaro o animal que parece estén decorados por lo perfecto de las líneas y los dibujos que hacen sus plumas o pelo. Incluso se podría decir que les sirve de camuflaje.

Tom, ¿cuántas flores hay?

Yo no veo ninguna, aunque seguro que tú ves un montón.

No, yo tampoco veo porque es invierno y hay muy poca flor de invierno, en primavera verás todo el pasto, los árboles y las plantas exultantes con un montón de flores alegrando con sus colores la primavera. Podríamos decir que el pasto es la planta de invierno ya que ahora está espectacular.

Dix coge de la mano a Tom y se lo lleva hasta un campo de fútbol.

Tom, ¿qué me dices del pasto que está dentro del campo de fútbol?

Parece de plástico.

¡Muy bien!, es de plástico. Ahora mira el pasto que está en la ladera ¿ves la diferencia?

Sí, sí que la veo.

Bien, ahora contempla el sol sobre el pasto, como el brillo del sol intensifica su color, las sombras que crea el sol son mágicas; en este momento las ves en un lugar y dentro de un minuto están en otro lado, se mueven, tienen vida, hasta la sombra tiene vida. Ven conmigo y veras que si nosotros nos movemos la sombra se cambia de lugar. Ahora cierra los ojos, siente ¿qué sientes?

No sé… estoy a gusto.

Vale, ahora ven aquí.

Dix cambia de lugar a su amigo y lo pone a la sombra.

Sigue con los ojos cerrados y dime ¿cómo te sientes ahora?

Bueno… no estoy mal, pero antes estaba mejor.

Sigue con los ojos cerrados que te voy a llevar a otro lugar.

Dix lleva a su amigo debajo de un árbol.

Tom, dime, de los tres sitios que has estado con los ojos cerrados, ¿dónde te has sentido mejor?

En el último.

¡Genial! En el primer lugar te estaba dando el sol al lado de un muro, en el segundo lugar estabas en la sombra debajo de una farola y en el último lugar estabas en el sol y debajo de un árbol.

¡Carambolas! Esto lo tengo que contar_ dice mientras se desternillaba de risa.

Ja, ja, cuéntalo a quien quieras.

Lo tengo que contar a mis amigos porque esto es brutal.

¡Qué gracioso eres! Ven aquí conmigo y haz lo mismo que yo a la 1, a las 2 y a las 3.

Dan un salto y se lanzan al vacío entre risas para caer sobre un montón de hojas, se ponen a jugar con las hojas a disfrutar del momento.

¿Por qué me has hecho esto?

Para que estés presente, qué más da lo que estés haciendo o lo que estés viendo, lo hermoso es disfrutar del momento, porque ese segundo no volverá a repetirse.

¡Carambolas! Esto es otra lección.

¿Te ha gustado el baño de hojas?

¡Me ha encantado! Nunca lo había hecho.

Me alegro que te haya gustado.

Ven, acompáñame, te voy a llevar a otro lugar y me dices si no te parece precioso.

Después de jugar entre las hojas, sacude a su amigo y lo lleva a ver un paisaje diferente, una vista que no tiene nada que ver con lo que le había enseñado anteriormente.

Tom, mira desde aquí como si fuera una foto. Abajo, al principio, el lago, después los árboles y al final las torres enormes de edificios, ¿qué te parece esta vista?

Bueno los edificios…

No, no, contempla la vista entera, desde tus pies hasta el cielo y hasta el horizonte otra vez, ¿no te parece precioso?

¡Carambolas! Tienes razón hasta los edificios parece bonitos desde acá, es otra manera de verlo.

Ahora ven, que voy a llevarte a un árbol muy especial, está perdiendo las hojas, la mitad ya se han caído y se ve el tronco pelado y la otra mitad están amarillas, el sol da directamente sobre las hojas y les da un tono dorado precioso.

Dix coloca a su amigo directamente debajo del árbol mirando hacia el sol, entre las ramas se cuelan los rayos de sol y además realza el brillo de las hojas amarillas.

¿Qué te parece?

¡Carambolas!, ¡es espectacular! Mira qué he pasado veces por este parque y nunca se me ocurrió verlo así, gracias amigo, me has hecho cambiar la visión del parque. De ahora en adelante lo miraré con otros ojos.

Así debería de ser, Tom. De ahora en adelante vamos a mirar mucho más, vamos a sentir todo aunque sea un edificio, miraremos sus balcones con plantas, sus ventanas con cortinas, es como que la cortina embellece a la ventana o el toldo de colorines decora la fachada.

Oye, Dix, ya me tengo que ir, es tarde.

Vale, adiós amigo. Mañana va a nevar, si quieres podemos salir a pasear.

SÍÍÍÍ, le preguntaré a mis primos si quieren venir. Hasta mañana.

Al día siguiente se encuentran los dos amigos para jugar en la nieve que ha caído copiosamente durante la noche.

Buenos díás, Tom, ¿tus primos no han querido venir?

¡No me hables del tema!_ Contestó Tom muy enfadado.

Vaya, te veo muy irritado, ¿tus primos están bien?

¡He discutido con ellos!, ¡no los soporto!

¿Quieres contármelo?

¡Critican a todo el mundo! Se burlan y muchas veces no saben de lo que hablan, la cuestión es juzgar a todos como si ellos lo supieran todo.

Por desgracia yo también conozco a algún ratón así.

¿Si?, ¿y qué haces cuando se meten contigo o con algún amigo tuyo?

Ja, ja, yo paso, no les hago caso.

¿Y no te da rabia?

No, si me critican es problema de ellos, paso…

Pues yo ayer me encendí de rabia.

¿Qué te dijeron para ofenderte tanto?

Les contaba todo lo que tu me enseñaste ayer, como me hiciste ver el parque de otro modo, el baño de hojas que nos dimos y como respuesta me dijeron que estoy tonto por ser tu amigo y que tú estas loco y, además, que me estas metiendo cosas raras en la cabeza. Yo les contesté gritando que no te conocían y que si no lo retiraban no les volvería a hablar.

¿Y qué hicieron?

Reírse todavía más fuerte, así que como si ya no existieran, no les volveré a hablar nunca.

Nunca es mucho tiempo. Deja que se rían de nosotros, ¡qué más da!

A ti te dará igual, pero a mí no.

El Dios de los humanos dice ama al prójimo como a ti mismo, ¿y sabes quién es ese prójimo?

No, ¿quizás habla de los ratones que no conocemos?

No, el prójimo es igual al próximo y el próximo es al que tienes cerca de ti; ese con el que convives, que conoces sus defectos y virtudes y te saca de tus casillas o te ofende, el que a veces te abraza y otras te lastima, a ese es al que debes de amar también como a ti mismo. Seguramente es más fácil amar a un desconocido que a tu propio primo.

Ahora de verdad, si le cuento esto a mis primos, dirán que estás loco de remate por pensar así.

Tom, yo creo que las ratas que conocemos y con las que convivimos no están a nuestro lado por casualidad, están para que nosotros podamos vivir experiencias y emociones diferentes, que aprendamos constantemente a ser mejores ratones, que aceptemos a nuestros conocidos tal y como son, sin juicios. No conocemos lo que pasa por la mente del prójimo y por eso se merecen nuestro respeto y amor, al fin y al cabo es igual a mí, tiene los mismos órganos y se mueven gracias a las mismas energías.

¿Me lo estás diciendo en serio?

Sí, Tom, yo hace años que trabajo la aceptación y la compasión y te aseguro que vivo más en paz que nunca. ¿Qué importa lo que piensen los demás de ti o de mí ?, lo que importa es que tengamos la conciencia tranquila y hacer siempre lo máximo que se pueda por el próximo y el lejano.

Yo no sé si podré hacer eso, pasar de las opiniones de los demás…

¿De qué te sirve enfadarte? Tú mismo te estás arruinando un día hermoso para jugar y disfrutar porque te ofendiste ayer con tus primos y, te aseguro, que ellos ni se acuerdan de la mofa que te hicieron. Hace años yo pensaba como tú y fui cambiando mi visión sobre los demás, empecé a valorarlos como son, empecé a verlos como iguales, ni mejor ni peor que yo, y no tengo ningún enemigo. Es una tarea que al principio cuesta acordarse, sin embargo cuando ya es una forma de valorar al resto de ratones como a uno mismo, es cuando puedes amarlos como a ti mismo.

¡Carambolas! Eso es otra gran lección, pensaré en ello.

Genial, medítalo luego y ahora vamos a jugar con la nieve…

Los dos amigos jugaron con la nieve hasta quedar agotados, como si la gran nevada del siglo se fuera a derretir en un día. Había tanta nieve que en muchos lugares no podían ni caminar. A los tres días volvieron a quedar, esta vez para patinar ya que, gracias a las bajas temperaturas, la nieve había dado paso al hielo.

Dix, ¿dónde vamos a patinar?

Yo no me iría muy lejos, en cualquier lugar hay hielo suficiente para deslizarnos. Con tal de alejarnos de los quitanieves es suficiente.

Pues yo creo que iría a la plaza mas próxima.

Estoy de acuerdo contigo, ¡vamos!

Diciendo esto, los dos amigos se encaminan hacia el lugar más cercano y apropiado para echar unas risas entre patinazos.

¡Guala!, Tom, ¡Mira! Esto no me lo esperaba.

¡Carambolas, ni yo!

Los amigos se quedan mirando la cantidad de ramas y árboles enteros que hay en el suelo, quebrados por el peso de la nieve. Las lágrimas resbalan por sus peludas mejillas, lo que hace que cambien la sonrisa con la que habían salido de casa por la tristeza al ver tantos amigos verdes rotos, astillados y abatidos.

¿Qué hacemos, Dix?

Se me han quitado las ganas… pero cierto es que no podemos hacer nada por ellos. Sigamos con nuestros planes, patinemos un rato.

Los dos ratoncitos patinan viviendo la oportunidad que les ha brindado el clima invernal y, de nuevo, hasta que están tan agotados que les duelen todos los músculos. Las risas y las caídas alejan la tristeza que momentáneamente había invadido sus espíritus, viviendo el presente con todos los sentidos.

Cuando se despiden los amigos…

Dix, quiero darte las gracias, mil gracias.

¿Por qué me das las gracias?

Por ser mi amigo y compartir tu vida conmigo.

De nada, amigo, es un placer.

Cuando vea a mis primos les diré que soy tu amigo y si no les parece bien pues dejaré de ir con ellos.

Tom, yo creo que se puede hacer las dos cosas, ir con ellos y ser mi amigo, no tienes porque elegir, nos han acostumbrado a hacernos elegir, pero yo creo que si la vida te da las dos cosas porque no disfrutar de las dos.

¿Y si dicen cosas feas de ti o me dicen que estás loco?

Pues no hagas caso, o contesta que puede… Así no entras en discusiones tontas que no llevan a ningún lado y estás con todos.

No te prometo que lo consiga, pero sí que lo voy a intentar.

Se despiden con un gran abrazo, esos que tocan al corazón y muestran el amor que se tienen los amigos.

Sigue leyendo las aventuras de Dix, aquí

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Susurros de luz, la asociación que hace que las cosas bellas sucedan y además las cuenta.

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