Editorial abril 2018
Seamos esos cambios que queremos ver
¿Sabíais que los últimos tsunamis de Japón (2011), Chile (2010) e Indonesia (2004) han hecho variar el eje del planeta?
Quizás esos 15 centímetros de variación provocados por el de Japón, el doble con respecto a los cambios provocados por los de Chile o Indonesia, han hecho que los ciclos estacionales varíen un poco.
Seguro que lo que sí habéis notado es que las cuatro estaciones comienzan y terminan más tarde y son más extremas. Estamos pasando del frío al calor sin estaciones intermedias.
Durante los días en que esto escribo, en el hemisferio norte, estamos viviendo unos vientos y un frío tremendos, más típicos de febrero que del mes de marzo.
Mediáticamente nos asustan constantemente poniendo nombres terribles a las lluvias torrenciales, ciclogénesis explosivas, “la bestia del éste”, ese frío siberiano que ahora, justo cuando nos quieren meter miedo contra los rusos, nos «amenaza tanto”.
Unos dicen que el cambio climático es una farsa, otros alegan que es real y que se está produciendo un desgaste irreversible del planeta tierra.
Hemos de tener una cosa clara, la Madre Naturaleza es lo suficientemente inteligente como para eliminar de la faz de la tierra todo elemento que moleste.
Quizás no debemos asustarnos tanto por el fin del planeta, como por el del fin del ser humano, el animal racional, supuestamente más inteligente, está acabando con su propio hábitat.
El tan preciado progreso está produciendo importantes daños al planeta, que estamos seguros sí podemos modificar. La buena noticia es que, día a día, estamos demostrando que se pueden hacer cambios en nuestras conductas para hacer un planeta más limpio, más amable y más cómodo.
Se pueden leer artículos que dicen que para el 2021, algunos gobiernos quieren limitar el uso del plástico ¿De verdad tenemos que esperar?
Ya que somos seres inteligentes y observamos como los políticos toman medidas populistas a corto plazo para ganar votos, pero poco efectivas a largo plazo, hagamos nosotros los cambios.
Yo no digo que se deje de utilizar plásticos de golpe y porrazo, pero os invito a pensar en qué medida podemos reducir su consumo, yendo a comprar “a granel”, con nuestros propios recipientes herméticos o bolsas de tela. Tenemos la opción “de compra, de uso y disfrute” de todo lo que nos quieren vender.
Podemos hacer un consumo responsable y sostenible.
El cambio que buscamos en el exterior ha de comenzar por nosotros mismos. Es fácil culpar a los gobiernos o empresas que hacen las cosas de una forma que a nosotros no nos gusta.
Como consumidores tenemos mucho poder para hacer que las cosas pasen.
En el caso específico del aceite de palma, muchas empresas han dejado de usarlo porque los consumidores nos hemos parado a leer los ingredientes y hemos decidido consumir los que no llevan ese aceite. Es verdad que hacer una compra puede ser más laboriosa, pero vale la pena.
Pensemos cómo podemos actuar para provocar los cambios que queremos ver y, recuerda, comencemos con nosotros mismos.
Reciclemos, sí, también os invito a no consumir los productos que usan exageradamente plástico, por ejemplo, las patatas fritas de bolsa, ¿Habéis visto cómo usan bolsas el doble de grandes que su propio contenido? E incluso hay bolsas de snacks que van dentro de un cartoncito.
En los kioscos de prensa venden revistas sobre cartones que además van retractilados, por lo que una revista de 60 páginas produce residuos poco sostenibles.
¿Es necesario realmente tanto gasto?
Cierto es que consumimos por la vista, hemos de aprender a consumir con la mente y el corazón, así todo irá mejor.
Antes de consumir, hazte esta pregunta:
¿Realmente necesito eso que quiero comprar tal y como me lo están vendiendo?
Jose Mª Escudero Ramos
Editor Revista IMO
Abril de 2018