Editorial de noviembre 2021: Dejar fluir
Cuando me falta inspiración, es ponerme al ordenador y dejar que salgan palabras sin sentido hasta que, de pronto, todo cobra sentido. Fluye.
Fluir. Es así de sencillo. Este truco viene en los mejores manuales de escritura, igual tengo que borrar todo lo escrito al final de la página, pero mientras estoy en la acción de escribir me conecto con mis Musas, mi ser superior, mi instinto, y permito que suceda. Así de sencillo.
Esperar en la acción. Permitir que las cosas sucedan.
Y ahora que paro de escribir, me lo permito, y leo lo que hasta ahora habían sido letras tecleadas en un viejo teclado, me doy un minuto para la reflexión.
Reflexiono. Contemplo la pantalla de mi ordenador y relaciono lo escrito con las lecciones de los grandes gurús de crecimiento personal de los últimos tiempos.
Fluir. Esperar en la acción. Permitir sin poner resistencias.
Leo las palabras, juego con ellas, me deleito, disfruto.
La vida es un juego, escribir es jugar al Scrable (Intelect), formar palabras con las letras que dispongo en un momento determinado.
Me encanta la vida a pesar de que a veces me falten vocales.
Me encanta la vida a pesar de que no me dejen inventar palabras, aunque lo cierto es que mola saltarse las reglas de vez en cuando.
Disfruto de los juegos de mesa, de los juegos de villanos, de las miradas furtivas del mus, los faroles del póquer, la compañía de la canasta o el comernos unos a otros en el parchís.
¡Qué tiempos en los que jugaba a esos inocentes juegos de mesa, en familia, en contacto, sin interrupciones de teléfonos…! Cuando era niño, en mi casa había un teléfono de góndola para todos: los abuelos, padre, madre y tres hermanos. Salía corriendo a responder la llamada aquel que esperaba que llamara la novia, jeje, si no ni te movías del sillón hasta que se escuchara el grito de la madre: ¡Coged el teléfono! Ahora en una familia hay al menos un teléfono por miembro, ¡cuántas interrupciones!
Recordando todos los renglones que he podido escribir a lo largo de mi vida disfruto de los momentos compartidos con la familia y amigos. Quizás me haga ya mayor, recuerdo que cuando era joven me negaba a recordar porque eso era cosa de viejos…
Quizás los recuerdos tengan que ver con la falta de inspiración, o al contrario, son una fuente inagotable de inspiración. Esto lo dejaré para otro momento porque el otoño me convierte en un ser muy nostálgico, y añoro tantas cosas que no volverán…
Voy a dejar fluir en la acción del amor y las memorias a las personas que han estado en cada momento de mi vida, las que dan forma a mis recuerdos que se vuelven presentes cuando los rememoro. Deseo tener más regalos como estos para poder revivir muchos, muchos presentes.
La vida es así de hermosa, a veces hemos de parar para releer, observar corregir y seguir escribiendo en el lienzo de la vida y amar sin límites todo lo que nos rodea en este instante, en este presente continúo, regalo infinito, incalculable, inefable.
Jose Mª Escudero Ramos, fundador de la Revista y Asociación de Susurros de luz.
Precioso escrito y reflexión.
Gracias.