Editorial de noviembre 2022
Sociedad de consumo
Vivimos en una atroz sociedad de consumo.
Los hábitos de conducta actuales están consumiendo el planeta, nos están consumiendo, pero no pasa nada porque dentro de la programación neo-lingüística, estamos viviendo en la sociedad del bienestar, aunque para estar bien se tenga que consumir ansiolíticos que provocan graves adicciones.
No tenemos límite.
Tenemos en nuestras manos tarjetas de crédito sin límite de gasto y lo estamos aprovechando al máximo sin darnos cuenta de que cuando consumimos, consumimos el planeta y, a la vez, nos consumimos.
Consumimos alimentos mal procesados; medicinas experimentales; tanto exceso de información que no nos permite asimilarla; coches contaminantes que nos proporcionan tranquilidad porque los llamamos 0 contaminación, sin darnos cuenta de que todos los coches contaminan, al fabricar las piezas, al transportar las piezas hasta el punto de montaje, al transportarse a su punto de venta.
En mis viajes he podido darme cuenta de que el ser humano, en todo el mundo, se transforma cada vez que se monta en su vehículo, ya sea un patinete, una bici, un coche o un autobús. Somos transformers, sacamos lo peor de nosotros cada vez que conducimos. Las personas se dejan consumir por las circunstancias.
Se consumen drogas, para ocio o para mejorar la salud, que nos consumen.
La sociedad actual es bebedora social. Muchas personas dicen que solo beben cuando salen, igual salen todos los días y se creen que unas copas no hacen daño, consumir alcohol también nos consume.
Consumimos relaciones que postureamos en redes sociales mostrando todos los logros que hemos conseguido y nos exhibimos como productos deseando ser consumidos.
El consumir más no implica mayor bienestar, quizás sea hora, antes de que llegue el mes de los excesos, de parar y reflexionar ¿qué es lo que nos hace realmente felices?
Conozco a personas que están deseando, y podrían, irse de su ciudad el 22 de diciembre y regresar el 7 de enero para no tener que “sufrir” las fiestas. Personas sin ningún tipo de obligación ni de responsabilidad que pudiendo hacer lo que quieran prefieren quedarse anclados en la queja y pasar todas las fiestas de navidad “sufriendo por la realidad que viven” en lugar de irse a un paraíso natural en donde el consumo sea mínimo. ¿Por qué nos consume tanto tomar decisiones que parecen radicales? Hay muchas personas que no quieren vivir las Fallas de Valencia o la Feria de Sevilla que huyen de sus ciudades esos días.
Vivimos en la era de los excesos, de los ilimitados momentos perdidos, porque nos han hablado de lo intenso de “vivir el momento”, Carpe Diem, como excusando el derroche de tiempo que perdemos en decidir por cuál tipo de opciones nos vamos a dejar consumir.
Carpe Diem es, en verdad, vivir este momento, disfrutar este momento, sin extras, sin artificios, naturalmente. No necesitamos nada para ser felices pues la felicidad se encuentra en el interior de una mente en paz. Alcanzar ese estado de Gracia con tanto ruido externo es muy difícil pero no imposible.
Si consumimos el tiempo que sea para amar lo que hacemos, amar con quien estemos, amar la soledad, amar lo poco que realmente poseemos.
Que no nos posean nuestras posesiones, que no seamos una aplicación más de nuestros celulares móviles, que no seamos los mejores protagonistas de las series que emiten nuestros canales favoritos de televisión.
El tiempo es tan valioso que no tiene valor aunque algunos lo equiparen con el oro.
Nos consumimos. Aprovechemos el tiempo que tenemos, ahí sí que todos somos millonarios.
No consumas nada que no necesites con la excusa de que sea barato y menos si es perjudicial para la salud, para el planeta o fomenta la explotación laboral de los trabajadores.
Feliz mes de noviembre.
Jose Mª Escudero Ramos
Fundador de Susurros de luz