Editorial de Octubre 2021
Reflexiones al margen
Este escrito está basado en algunas ideas escuchadas durante el Simposio Leer, Iberoamérica lee, cuyo título fue Lecturas al margen, desarrollado en Casa de América en Madrid los días 21 y 22 de septiembre.
Hace mucho tiempo, en un mundo no muy diferente a este, los dirigentes gobernaban para el bien común. Mantener feliz al pueblo era una obligación moral para los monarcas y gobernantes. Pero empezaron las guerras, la violencia, las injusticias, y aquellos que querían ostentar «el poder» tenían que conquistarlo. Ya entonces se redefinieron las palabras y desde entonces «democracia» es solo una palabra que no define sino que acoge al “poder” legislativo y judicial. Mientras que se gobierne con poder, no habrá libertad de elección democrática.
Los gobiernos que se mantengan por poderes mandan más por la fuerza que por ideologías convincentes. Ya no se trata de satisfacer al pueblo sino a empresarios. Si volviésemos a la época del trueque, ¿Habría ideologías? ¿se podría confiar en el ser humano? ¿Volvería a haber una sociedad de clases media, baja, alta?
Vivimos en una sociedad enferma en la que se quiere sanear la economía, las monedas, las empresas, pero se obliga a vacunar a las personas sanas. Redefinimos las palabras a costa de la pureza del lenguaje, de la vida y de los conceptos… y de nuestra salud mental con la que jugamos al bien y el mal en base a las costumbres impuestas por la globalización material. Importamos materia y exprimimos humanos. Compartimos costumbres, si se trata de pagar peores sueldos. Un día mi hermano Juancho me habló del caso de Volkswagen en Brasil, cuando la empresa planteó abrir factorías en Brasil, hicieron un estudio sobre cuánto pagar a los empleados. Uno de los ejecutivos planteó lo siguiente: «Si pagamos el sueldo base de Brasil, brasilizaremos Alemania, si pagamos los sueldos que estamos pagando en Alemania a nuestros empleados, alimanizaremos Brasil». Esto es, si no quieres que un gran impero caiga, ayuda a que otros países crezcan, no como parece que estamos haciendo ahora, explotar, expoliar países, para mantener una eterna deuda mientras los gobiernos impuestos imponen por la fuerza del poder las condiciones de vida de las clases media, si las hay, y baja. En la actualidad, una vez inventado el término Tercer Mundo, podemos decir que hemos tercermunizado el Primer Mundo. Parece que en eso consiste el nuevo orden mundial del que ya se hablaba en el primer tercio del siglo XX: crear un mundo muy igual… según parece, a la baja.
Escuché durante el simposio Leer, Iberoamérica lee cuyo título fue Lecturas al margen, que ha llegado la hora de hacer una revolución cultural. Más frases para la reflexión. ¿Ha llegado la hora? La hora llegó nada más nacimos, llevamos años preparando el «ahora» mientras el «presente» ocurre… la cultura puede aborregar, puede alinear, puede revolucionar… ¿en qué momento te encuentras tú ahora mismo? Vivimos en una constante revolución hormonal, vivimos en un constante juego de tira y afloja… ¿Crees que es el momento de una revolución cultural? Lee. Escribe. Otra revolución cultural quizás haya empezado desde el momento en el que se da la posibilidad de que los autores autoediten, la cultura en los márgenes, así podremos leer aquellos ejemplares que no encajan en los best sellers de la globalización, porque puestos a dudar, nos podríamos pasar horas debatiendo sobre qué o quién están detrás de las grandes firmas editoriales y por qué eligen un libro u otro para llevarlo a ser un superventas. Lo mismo ocurre con el gran mercado discográfico, ¿por qué iba a ser diferente con la edición de libros? ¿Cuántos grandes libros dejan de ser leídos precisamente por estar en el margen de las grandes cadenas de distribución. Por poner un ejemplo, admiro el mercado al margen de los poetas que escriben sus poemarios y los venden en las salas donde pueden recitar sus bellas estrofas… siempre al margen.
También apunté en mi libreta otra frase que me gustó escuchar y que me hizo reflexionar: No se trata de saber que leemos sino para qué leemos. ¿Para qué leemos? ¿Para evadirnos? ¿Para comenzar una revolución? Yo leo para revolucionar mi alma, escribo para crear revoluciones en las células de mis lectores: la revolución personal para el autoconocimiento. ¿Y tú?. ¿Para qué lees?
Hace años preguntaron a un gran sabio, un gurú iluminado por el Ser Supremo, si creía en Dios, y él respondió que no, que creer no creía. Todo el mundo que escuchó la respuesta se sorprendió. Entonces siguió hablando el sabio quien dijo que no creía porque sabía con certeza que Dios existe. Creer o saber, dos palabras, una experiencia mística.
Yo no creo, sé con certeza que ese gran Ser Supremo es el hacedor de toda revolución que, como un juego, hace que nos entretengamos en este plano en el que las experiencias físicas, a veces, superan a la ficción. Quizás por eso leo, para ver que la realidad va más allá de las palabras, entre líneas o al margen.
Y escribo para hacerme pensar, y si de paso hago que mis lectores reflexionen, bienvenidas sean las palabras escritas.
Feliz revolución otoñal, que sea cultural e instructiva depende de cada uno.
Jose M.ª Escudero Ramos, editor y fundador de la Revista y Asociación Susurros de luz
Muy interesante me ha gustado el artículo
Saludos