Editorial Diciembre 2024
Aferrados a nuestras creencias
Somos ecuaciones, números, algoritmos fácilmente manipulables.
«La verdad es lo que yo veo, leo y puedo comprobar en base a mis criterios (creencias)». Hay estudios de todo tipo, de cientos de universidades de todo el mundo, que muestran las crueles formas que tiene el ser humano para coaccionar, condicionar y manipular a animales y a personas.
A pesar de tener a nuestra disposición tanta y tan variada información, llega un momento en el que la gran mayoría solo cree lo que le viene bien, ya sea para reforzar sus creencias, ya sea porque ver la realidad desde otro punto de vista puede hacer mucho daño. ¿Puede haber gente tan mala? ¿Será que nuestros políticos se dejen corromper por las corporaciones? ¿Será posible que el ser humano llegue a ser tan cruel con el prójimo?
Escuché a un humorista contar la reacción de un madrileño ante una noticia. Dice así:
Noticia -Se estrella un avión en Pakistán.
Pensamiento -Vaya, otro avión que cae en un país lejano.
Noticia -A bordo viajaba una pareja de españoles.
Aquí se presta más atención
Pensamiento -Por favor, que tragedia.
Noticia -Eran vecinos de Girona, Cataluña.
Pensamiento -Ah, bueno…
Todo se puede relativizar según la cercanía que tengamos con los protagonistas de la narrativa. Si nos pilla lejos y son de otra cultura, pobrecillos. Cuando se trata de los nuestros, sentimos que podríamos haber sido nosotros, «por Dios que desgracia»; si se trata de catalanes… Y pongo este ejemplo con conciencia porque no hace mucho, un 17 de agosto de 2017, todos fuimos Cataluña, pero los algoritmos que atraen el fanatismo de nuestras creencias y las potencian, nos hicieron odiarnos, vecinos de uno u otro lado de la península ibérica, a partir del 1 de octubre del mismo año.
Somos algoritmos influenciables.
Hablamos de memoria sin pensar en que nuestros actos de ahora crean una memoria colectiva que tendrá repercusión en un futuro próximo: mañana mismo, justo cuando el presente se convierte en pasado y llega el nuevo día, el mañana de ayer. Un día que viviremos acorde al odio que hemos absorbido por los diferentes canales de información.
Nos venden ideas de Mr. Woderful tales como Vive el presente y todas esas frases bonitas pero catástrofes como las inundaciones de octubre de 2024 se podían haber evitado si pensásemos más en el mañana.
En cierta manera sí puede ser cierto aquello de que tus palabras crean realidades; el que las dice, las crea. Un funcionario público de alto rango no paró de decir una larga temporada que los que no piensan como él, eran maquinas del fango, hasta que se manchó de fango al ir con una malvada sonrisa a ver las poblaciones inundadas por la falta de profesionalidad y de humanidad de los funcionarios públicos del estado y de las comunidades afectadas.
Y siguen, y siguen, la historia se repite. Discursos vendiendo ideas de lo bien que lo hemos hecho mientras que otros hacen, actúan, sin tener tiempo a sonreír, salvándose del depredador más malvado que hay en la tierra, el homo politicus.
El ser humano necesita una narración, necesita creer en alguna entidad en que o quien confiar. Cuando se pierde la confianza, cuando lo único que se ve de esos funcionarios públicos es como se acomodan en mundos paralelos donde se creen que todo lo suyo es perfecto, el pueblo salva al pueblo y eso nunca lo vamos a olvidar, a pesar de la propaganda que se haga por parte del estado. El pueblo ha salvado al pueblo, no es la primera vez, ni será la última.
Cuando no tengamos nada que perder, empezaran a tenernos miedo, y cuando hay tantas personas que lo han perdido todo, es momento de darse cuenta de que el apego a las cosas materiales nos esclaviza, la empatía ahora es salir a la calle a mostrar que no tenemos en verdad nada que perder más que la dignidad si aceptamos las cosas tal y como han sido hasta ahora.
Ninguno de los anteriores, vuelvo a escribir en un Editorial, merecen nuestro respeto y si no sabes por qué, te lo puedo explicar cuando quieras, es todo tan obvio que no hay lugar a dudas.
Es hora de unirnos en la calle, alrededor del hotel Palace, hacia Sol, donde está el edifico de los leones, justo donde estuvo el convento del Espíritu Santo desde 1684 hasta su destrucción en 1823.
Ya sabes al lugar que me refiero. Convento del Espíritu Santo durante tantos siglos para que ahora se convierta en una cueva de sinvergüenzas… paradojas tiene la vida. «Cosas veredes, amigo Sancho, que farán fablar las piedras». Esta frase nunca fue escrita en el Quijote, sin embargo así queda en el imaginario colectivo. La frase original aparece en el Romance 24 de El Cantar del Mío Cid.
Cosas tenedes, el Cid,
que farán fablar las piedras,
pues por cualquier niñería
facéis campaña la iglesia.
Damos por hecho tantas cosas que simplemente son creencias e indefensión aprendida, que deberíamos romper las cadenas que nos esclavizan a ellas, para comprobar que hay otra vida más allá de la negación a ver diferentes posibilidades.
Hemos estado demasiado aferrados a nuestras creencias pero el pasado 29 de octubre comenzamos a romper las cadenas y como diría Mr. Wonderful «Así es y así se cumple».
Jose María Escudero Ramos, fundador y editor de la Asociación y Revista Susurros de luz
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