Editorial Enero 2024
El privilegio de estar vivos
Tenemos el gran privilegio de poder sentir el paso del tiempo por nuestra piel, nuestro organismo y nuestra mente.
Vamos aprendiendo día a día a gestionar nuestras emociones, a sentirlas. Sentir es algo bueno, eso significa vida. Una buena gestión de las emociones es observar qué las provoca y tomar el camino adecuado la próxima vez que se presente una situación similar a la vivida. Eso se llama experiencia.
Después de 57 años uno ya se va conociendo y sabe cuales situaciones provocan ciertos estados de ánimo y sus consecuentes reacciones. En algunas ocasiones me preparo y reacciono muy bien o bien, otras veces me pillan de sorpresa y reacciono de una manera que se podría mejorar. Tomo nota y considero que he tenido la lección precisa para darme cuenta de que queda mucho que recorrer. No es fácil, no. El camino de la toma de consciencia se puede hacer muy cuesta arriba.
Me encanta conocer facetas nuevas, poner a mi ser en situaciones diferentes que me enseñan a templar el carácter y a reaccionar cada vez de manera mejor, eso no quiere decir que lo haga mal sino que se puede hacer mejor. Si queremos llegar a la meta de la excelencia hay que intentar hacer las cosas mejor, mucho mejor que antes. Vivir situaciones nuevas, salir de la zona de confort y observar qué energías hay en nuestro alrededor en todo momento. ¿Cómo queremos hacer que nos vean? Yo, personalmente, quiero mostrarme tal y como soy, por eso me aprendo día a día.
Hay otro factor importante que, sin darnos cuenta nos influye para bien o para mal.
¿Qué estamos viviendo? ¿Qué estamos viendo, leyendo, compartiendo? ¿Qué energías hay a nuestro alrededor?
Decía Don José Ortega y Gasset, en Meditaciones del Quijote: Yo soy yo y mis circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo.
Vivir sin estímulos negativos es muy difícil, no nos damos cuenta pero las noticias y la publicidad nos aturden constantemente. Incluso las películas y las plataformas de ocio pueden resultar ser nocivas para nuestras emociones. Decía el doctor en biología molecular Bruce H. Liptom, en respuesta a la pregunta que siempre hago cuando entrevisto a alguien, que el recomienda ver películas de humor y románticas, de hecho, en su libro El efecto luna de miel propone un listado de películas que deberíamos ver a menudo, muchas de ellas de los hermanos Marx, o de esas románticas divertidas, con un toque de amor y de humor. Esas películas suben las vibraciones. Las de terror, violencia o miedo bajan la frecuencia. El poder de influencia que tiene tanto el cine como la música en nuestras mentes es algo incontrolable a no ser que seas consciente de ello.
Desde que dejé de ver televisión, mi carácter y estado de ánimo mejoró. Noto como se altera mi estado de ánimo al seguir con frecuencia un canal u otro de noticias de Telegram u otro. También siento la influencia de la luna llena, nueva, o si hay desastres ya sean naturales o no. Conocer lo que nos influencia o influye nos da poder para controlarlo.
Tomar conciencia de cómo me quiero sentir y de cómo afectan esos estímulos en nuestras emociones es el primer gran paso para provocar cambios en nuestras vidas. Si no me aporta nada enriquecedor ¿por qué verlo si me baja la frecuencia? Obsérvate y da pasos para hacer de tu vida un paseo por el paraíso o por el infierno, todo depende de dónde pongas el foco de atención.
Caminar hacia la meta de la excelencia reconociendo lo que hacemos bien y lo que podemos hacer muy bien o todavía mejor. Ese es el gran privilego de estar vivos.
Gracias por seguir a nuestro lado un año más.
Jose María Escudero Ramos, fundador y presidente de Asociación y Revista Susurros de luz