Amarreflexión

El Dojo, respeto y humildad

Jose Mª Escudero Ramos. Madrid, 18 de diciembre de 2017

 

He tenido la oportunidad de entrar en contacto con el Kárate. Siempre me ha parecido un deporte, una disciplina, muy ejemplar, pues inculcan a los karatecas, unos valores esenciales en la vida cotidiana.

En el Rei Gi Saho se exponen las normas de etiqueta, cortesía y convivencia en el Dojo.

La primera norma es realizar siempre el saludo marcial al entrar y salir del tatami. Me parece fundamental hacer lo mismo al entrar a un lugar, ya sea una oficina, tienda, e incluso a nuestro propio coche, hacer ese saludo que consiste en juntar los brazos al cuerpo y bajar la cabeza como ofreciendo nuestra humildad al profesor, al alumno, a todos con los que nos rodean.

Si cuidásemos nuestros movimientos, nuestra forma de hablar y de vivir acorde con ese fundamento de respeto cambiaría mucho nuestro espíritu.

En Japón, una simple tarjeta de visita, que es la representación de nosotros mismos, se entrega con las dos manos y se ha de recoger igual, se baja la cabeza con respeto y se mira. Aquí damos una tarjeta con una mano, nos la guardamos sin mirar en la cartera y si se arruga no pasa nada…

Si fuésemos conscientes de nuestros actos al cien por cien, intentaríamos aceptar esa marcialidad en nuestras circunstancias.

Yo quiero, la próxima vez que coja el coche, hacer un saludo marcial antes de subir y recordar que debo de respetar a toda persona con la que me cruce, ya sea conductor o peatón. Lo mismo al entrar a un negocio, ya sea para comprar o vender…quiero mostrar mi respeto así. Aunque me puedan tachar de loco.

Vale la pena el esfuerzo de ser consciente de nuestra propia humildad. Y querer aprender de los alumnos, y de nuestros errores. Por cierto, una amiga me dijo el otro día que éramos de la escuela de los que aprenden por error. ¡Y qué valor tiene eso! Aprendemos por error, pero para aprender hemos de ser conscientes de ese error…y eso nos hace ganar una batalla, aunque la guerra sea tan larga como nuestra vida. Una guerra de flores de colores, de abrazos de luz y de amor incondicional.

Susurros de luz

Susurros de luz, la asociación que hace que las cosas bellas sucedan y además las cuenta.

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