El libro del caballero solitario
Jose María Escudero Ramos. Madrid, 21 de marzo de 2024
Lo único claro que queda tras una guerra es que la verdad nunca se debería defender. Sin embargo, en cuestión de ideologías todos tenemos nuestra propia realidad y la discrepancia de distintas realidades genera confrontación. Se defiende una verdad que no precisa de defensa. ¿Quién es dueño de la verdad? ¿Quién la posee? La verdad ES.
La flexibilidad y la acción, como el viajar y la comunicación, producen un gran efecto secundario: la apertura de mente.
El secreto es permitirse conocer otras realidades, otros contextos, otras formas de vida y de pensar, y vivir con respeto.
Respetar sin faltar. Dialogar para aprender más, no para ganar una conversación.
Se puede llamar empatía, se puede llamar compasión. Para mí es el resultado de la escucha activa y amorosa, es caminar parte de un camino compartiendo la tierra que está bajo nuestros pies.
No se trata de dar una oportunidad a la paz sino de no dar oportunidad a la guerra. Puedes decir que soy un soñador pero no soy el único… ¿verdad, amigo John?
De músico, poeta y loco… todos tenemos un poco. Yo continúo con el sueño de un loco escudero que se mantiene en pie para proteger a un loco hidalgo caballero. ¿Verdad? ¿Mentira? ¿O simplemente la interpretación de un libro que dejó de leerse para continuar siendo escrito?
¿Quién es el loco? ¿El que se mantiene fiel a su señor o el señor que percibe lo que otros no pueden ver? ¿No es un loco aquel que manda a sus caballeros en busca de un Santo Grial? ¿No es más loco aquel que no sabe de lo que habla su rey pero le lleva un vaso de agua?… y entre las manos del caballero, el Rey ve el Santo Grial que tanto ansiaba.
Fidelidad, valor añadido a nuestras vidas. Ser fiel a unos principios y valores con coherencia, no juzgando cuando el prójimo no los sigue, sino intentando ser ejemplo de ellos en nuestro día a día, a lo largo del intenso camino hacia la excelencia.
Descalcémonos y sintamos el cosquilleo de la tierra santa entre nuestros dedos de los pies. Toda tierra que pisamos es santa. La vida es sentir esa sensación de como se eriza nuestra piel, como vuelan las mariposas en nuestros estómagos cuando nos damos cuenta de cómo nuestros ojos pueden reflejar el amor que vemos en las miradas de las otras personas con las que nos cruzamos en las innumerables sendas que recorremos a lo largo y ancho de nuestras preciadas vidas.
Observemos y sintamos las energías que somos.
Somos polvo de estrellas, agua, tierra y el aire que sopla directo a la llama sagrada de nuestros corazones. Me siento en el borde del camino y comienzo a rezar, yo oro. La transmutación ha comenzado.
He dejado de creer, ahora sé con certeza dónde se sitúa la verdad: en nuestros corazones y eso no necesita defensa, solamente una oración de gratitud.
Gracias, hermosa vida, aunque a veces se sienta que… ¿quién soy yo para juzgar si es o no es un camino de locos… de soñadores?
Sentado al borde del camino sigo rezando: yo oro.
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