El pez y la luna, un cuento de Desam. Ferrández
DESAM. FERRÁNDEZ, Asunción, 20 de agosto de 2019
Érase una vez un pez que se había enamorado, esperaba ansioso contando los minutos para ver a su amada… la luna. En cuanto ella aparecía en el cielo, el pececito se sonrojaba de vergüenza, sin embargo, era tanta la pasión que sentía por su amada que se armaba de valor, superaba la vergüenza y hablaba a su adorada.
Hoy luces hermosa y brillante, le dice el pez mientras hace piruetas sobre el espejo que se forma en la quieta agua, mientras la luna lo mira. Está mañana te extrañé _continúa diciendo el pez_ ¡quiero estar siempre contigo!
La luna le contesta, ¡tendrías que viajar mucho!
¡Pues viajaré! Quiero flotar sobre tu estela, mientras te cuento como me siento cuando me miras.
La luna reía las piruetas que su enamorado hacia para cortejarla.
Me haces reír con tus juegos, ¿de verdad quieres acompañarme?
Sí, claro.
Nunca nadie antes me hizo una declaración de amor. Todos hablan de mí como algo inalcanzable, lejano, pero tú has llegado a mi corazón.
El pez halagado se sonríe mientras nada en el reflejo que la luna crea en el mar, le encanta acariciar el brillo de su amada, adora comprobar que sonríe y se sonroja cuando él le deleita con una larga caricia, quizás así podrá demostrar que el amor entre la luna y un pez es posible.
Golpearé muchas veces el agua y nadaré a tu lado amada mía hasta donde tú me lleves.
¿Y si te cansas?_ preguntó la luna.
Ella estaba intranquila porque el pez parecía decidido a seguir en su empeño, parecía que iba muy en serio y la luna no sabía si podrían viajar juntos, nunca lo había hecho.
Me dejaré arrastrar sobre tu estela cuando mis aletas están cansadas de navegar y surcaré nuevos mares junto a ti. Le contesta el audaz pececito.
No sabemos si se puede hacer, le decía la luna preocupada.
¿Por qué no se va a poder? Los sueños nadie los puede limitar, dice el pez
Excepto el propio soñador, responde la luna para que su amigo desista, ya que teme por él.
Surcar mares desconocidos en tu compañía será una aventura inolvidable, argumenta el pez emocionado.
¿Quieres empezar mañana? Replica la luna, pensando que el pez mañana no se acuerde de lo que está hablando hoy.
¿Mañana? ¡NO! No quiero separarme de ti, parece que no me expliqué bien.
Supuse que tenías que despedirte de la familia y los amigos, dijo titubeando la luna.
Noooo querida, llevo días esperándote y no quiero que vuelvas a esconderte detrás del cielo.
No estaba escondida detrás del cielo, es que a veces no se me ve porque el sol no me ilumina, explica la luna.
Pues desde ahora en adelante no te volveré a perder de vista, así aunque el sol no te de su luz, yo te iluminaré con mi amor.
La luna miró con tanta ternura a su admirador, que este se derritió de amor y aun lo cautivó más.
Eres un pez muy lindo y muy atrevido ¿quieres acompañarme de verdad? Sabes que puede ser una aventura arriesgada.
Sí, sí. Cuando quieras empezamos nuestro viaje estimada luna, quiero vivir contigo una aventura inolvidable, quiero acompañar tus sueños y tus desvelos.
Pues adelante, sígueme, contestó la luna.
Y así empezaron su nueva vida juntos, nadie apostaba por ellos, decían los amigos del pez que había perdido la cordura e incluso que la luna lo había hechizado de alguna manera, sin embargo, el inmenso amor que el pez le dedicaba a la luna, hizo que la luna se enamorara y cuando el pez se cansaba la luna lo mecía en su cuna y le cantaba una nana.
Mientras el pez descansaba en brazos de su amada, era tan feliz que se recuperaba muy pronto y podía seguir su maravilloso viaje al lado de una luna que nunca más se oscureció para así iluminar el camino de su amado.
El pez muchas veces simplemente se dejaba arrastrar por las olas de en un mar inmenso y azul, estas creaban ondas que acariciaban sus escamas plateadas.
El pez se dejó tocar por el amor y quiso que la luna experimentara lo mismo para contarle lo que él había sentido. Ella sintió lo mismo, gracias a su amado supo lo que es ser amada. Viajaron felices y recorrieron el mundo guiados por las miles de estrellas que admiraban esta hermosa y peculiar relación.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
La vida te presenta aventuras maravillosas en tu camino. Esta del cuento se realiza porque un pez se enamoró de la luna y aunque no eran de la misma raza, no tenían la misma cultura, ni siquiera el mismo color, el amor no vio las diferencias. Así de fácil y hermoso. Sin diferencias, porque todos estamos compuestos de células y energía. Todos estamos en la misma tierra, alimentados por la misma agua y el mismo sol. Todos hermanos de un mismo creador.
Todos queremos vivir la aventura del amor, si quieres todo es posible.
Me ha encantado tu cuento . Y tiene una gran enseñanza, no hay separación , si la hay, la ponemos nosotros .
Amar sin límites , amar a todo lo creado por el creador, por que aunque hay diferencias aparentes todo está basado en los mismos elementos distribuidos en diferentes formas …así de inmenso es el Creador y más …
Gracias por compartirlo Desam. Un abrazo, hasta siempre amiga .