Equilibrio entre espíritu y materia
Reflexiones compartidas por Jose Mª Escudero Ramos
Equilibrio entre espíritu y materia.
¿Se podría llamar alquimia? Llevo años leyendo textos alquímicos, el secreto de la transmutación de la materia en oro y desde hace tiempo saqué mi propia conclusión, pero hoy, escribiendo mi diario de intenciones, he dado una vuelta al pensamiento… Me intentaré explicar.
Los alquimistas se encerraban en cuevitas donde tenían su laboratorio, hacían su búsqueda mezclando los cuatro elementos, tierra, fuego, aire, agua, pero les faltaba la esencia, el quinto elemento, el amor. En su búsqueda externa solo conseguían llegar a la trasmutación deseada cuando llegaban a traspasar la oscuridad interior. Entonces descubrían que lo realmente importante no es convertir nada en oro, nosotros ya somos de oro, solo tenemos que ver ese brillo en nosotros interiormente. Mientras busquemos fuera solo encontraremos frustración. Brillamos por nosotros mismos. Ahí es cuando se descubre la importancia de la transmutación de los elementos.
El pensamiento de hoy es que nosotros somos, según los textos judeocristianos, hechos de barro, que es tierra y agua, con el soplo divino del creador como impulsor de la vida, el viento, ¿y el fuego? El fuego puede ser la pasión o puede ser el fuego del infierno, ese con el que tanto se nos amenaza como doctrina del miedo, sin embargo, ese miedo en muchas ocasiones es el que nos hace avanzar. Por lo que el elemento fuego puede ser la pasión, la zona oscura que se ilumina, una vez más la teoría de la contradicción de los extremos, si es zona oscura no se puede iluminar. Pero ¿y si la zona que llamamos oscura siempre tiene algo de luz? Aunque sea reflectada, la incidencia de una luz en la zona oscura da otro tipo de sombras, las sombras de la zona oscura que sería como la huella de la luz en la oscuridad. El yin y el yang.
Nada es bueno ni malo, todo está más o menos iluminado, más o menos alejado de la fuente principal de luz de amor incondicional, a una frecuencia u otra.
El alquimista, una vez que descubre el secreto, no le interesa la materia, encuentra el equilibrio entre espíritu y materia, deja de criticar, juzgar y menospreciar porque ve que todos somos lo mismo, y que en nosotros está ese equilibrio de luces y sombras, dependiendo en qué posición estemos o esté nuestro observador, para que se nos etiquete como “luz, sombra, bueno o malo” pero en el fondo, todo es bueno tal y como es, aunque nosotros nos sintamos como el alquimista de la cueva oscura y busquemos la transmutación de lo externo en oro para enriquecernos. El espíritu sabe que en nuestro interior está el equilibrio entre materia y espíritu, entre bien y mal, entre amor incondicional y amar. Dejemos brillar nuestra esencia y deslumbrará nuestra alma a través de nuestra mirada, al cambiar nuestra mirada veremos las cosas de otra forma y así nos verán los demás con otros ojos, y cambiaremos la visión del mundo, la forma en que vemos el mundo y como el mundo nos ve. Pensad en la vida como un laberinto de espejos, nos ven no como creemos ser, nuestra realidad reflejada en los espejos, unos nos deformará, otro nos embellecerá, hemos de trabajar nuestra esencia en esa cuevita que es nuestro corazón para que se nos vea siempre como somos pero también para ver a los demás más allá de la apariencia.
¿Qué veo en los demás? ¿Identidad de mi ser en ti? ¿Qué ves en mí?
¿Tu zona de luz? ¿Tu zona oscura? ¿Serán nada más que espejos de un laberinto?
Mientras pienso las respuestas elevo mis plegarias de gratitud al cielo, rezo, yo oro, aquí está la verdadera transmutación.
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