ColaboracionesJose Manuel Garrido

¿Ha merecido la pena el cambio? por José Manuel Garrido

Eran las tantas de la noche y mi cabeza no dejaba de dar tumbos de un lado a otro. Tenía 62 años en ese momento; los huesos me decían una y otra vez que tenía que cambiar. Las fuerzas eran, si cabe, cada día más débiles y esas inexistentes ganas de moverme e intentar al menos ‘ser’ lo que antes era… una persona normal, con sus problemas, virtudes y defectos, su ocio y obligaciones, sus amigos y sus compañeros y lo más importante: las ganas de seguir moviéndome cada día, sin miedos y con todo tipo de aspiraciones.

A finales de enero tuve varios encuentros con una pareja del Samur Social y me ofrecieron la posibilidad de ingresar como residente en un albergue, el de San Juan de Dios en Sanchinarro. Desde el primer momento me comentaban que no era un sitio como los que ya conocía de sobra en Madrid.

Una vez llegado al centro me daba cuenta de que, efectivamente, era harina de otro costal, por supuesto, nada de lo normal. La amabilidad de la gente en todos los departamentos por los que pasé… ropero, lavandería, trabajo social, enfermería, psicólogo, me hacían ver realmente que no estaba sólo.
Casi después de tres meses, alguien me preguntó que si había valido la pena todo este cambio.

Analicemos la cosa
Dispongo de una amplia habitación compartida con otra persona. Las duchas se realizan cuando son necesarias, mañana, tarde o noche. En mi etapa anterior era una ducha con tiempo limitado, el día que cuadrase y por la mañana muy temprano.
Hacemos tres comidas diarias con variación entre carnes, pescados, verduras, ensaladas, legumbres y con variedad de pan, yogures, postres, frutas e incluso café o infusiones. Antes era un sin fin de comida basura, bocadillos y sándwiches.
Duermo en una cama limpia y cálida, antes era el suelo y la terrible pregunta de siempre…¿Qué me podrá pasar ésta noche?.
También dedico el tiempo a mis necesidades médicas, que falta me hacía ya. Por ejemplo, he bajado el colesterol a menos de la mitad en poco tiempo.
Viviendo en la calle todo ésto era imposible.
Hago mis paseos continuos en las zonas verdes que tenemos dentro y fuera del centro. Tengo libertad para ir donde quiera, eso sí. avisando a las personas que corresponda.
Además tengo gimnasio y zona deportiva al aire libre donde poder cansarme de vez en cuando (antes jamás lo hice).
También dedico mi tiempo a mi lectura y escritura… por cierto escribo artículos mensuales para el blog de la fundación Susurros de Luz, los cuales también se exhiben en el Foro del centro donde vivo.
Ahora ahorro algún euro, antes era una locura hacerlo. Incluso hago algunos “trapicheos” comprando y vendiendo cosas por internet, y en persona.
Ayudo,siempre que puedo en las actividades de la comunidad como voluntario, ya sean dentro o fuera del centro.
Gracias a las gestiones de las personas del centro he vuelto a oír, teniendo unos audífonos nuevos que me devuelven a la vida normal.
Desde hace bastante tiempo, voy juntando piezas para tener mi ordenador personal y ya lo he conseguido. Para el mes que entra lo culmino colocándole una cámara web.
Mi compañero de habitación me dice que tengo muchas cosas en mano para resolver, que me va a explotar la cabeza, que me voy a volver loco.
Ante todo, soy un «sin techo» y reclamo mis derechos para ser libre, para sentirme bien…¡vivo!.
Ahora, creo que puedo responder la pregunta de mi amigo…
-¿Ha merecido la pena el cambio?
-¡Si señor!,claro que …Sí!.

JOSÉ MANUEL GARRIDO
JUNIO 2024

Susurros de luz

Susurros de luz, la asociación que hace que las cosas bellas sucedan y además las cuenta.

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