Hablando con un duende
Cuento escrito por Desam. Ferrández de la serie Hani
Despierto con el amanecer, desperezándome con los primeros rayos del alba, sonrío viendo como asoma el sol a lo lejos y un pensamiento actúa como un interruptor dando paso a los recuerdos, mi cara se ilumina al rememorar la experiencia con Naye. Estoy despejada y con ganas de moverme, miro el reloj son las 6:30, la hora perfecta para meditar así es que decido meditar en movimiento.
Me calzo las zapas y preparo la mochila pequeña con agua, fruta y unas almendras.
¡Preparada! Mi cuerpo se pone en marcha sin ningún esfuerzo, me encamino hacia el bosque dejando la ciudad con la luz del alba tocando las ventanas, despertando a sus habitantes, alguno se da la vuelta y se hace el remolón, sin embargo otros como yo ya andamos por el asfalto, personitas madrugadoras sumidas en sus pensamientos o en sus auriculares.
Me alejo de los edificios observando como hay ventanas que parecen ojitos que me miran, esto me hace gracia y sonrío, sin ver al barrendero que al ver mi sonrisa me desea un buen día, jaja lo miro y le doy las gracias, le deseo lo mismo, entonces en su faz se dibuja una enorme sonrisa, iluminando su rostro que hasta entonces era un poco tosco.
Esto me recuerda el vídeo de la cadena de favores y de la cantidad de veces que he ido a trabajar regalando sonrisas a los desconocidos.
Cruzo el río que separa los dos ambientes para adentrarme en el bosque, voy en silencio… me acuerdo perfectamente del lugar de los rododendros y hacía allí dirijo mis pasos
Pienso… dónde estará Hani ¿Estará lejos de aquí? Luego iré a buscarla utilizando la telepatía para no perturbar con mis gritos a ningún ser, ya que todavía me acuerdo de la regañina.
Llego al lugar ¡Ualaaa! ¡Que hermoso! Qué aroma tan rico, es más intenso de lo que recordaba.
El sol todavía no está alto y sobre las hojas descansan lánguidamente gotitas del rocío de la noche pasada, en estas se aprecian preciosos arco iris, algunas resbalan perezosamente acabando en la tierra que las absorbe ávidamente.
Miro la escena todo lo más cerca que puedo, acercándome con cautela para no tocar ninguna ramita y así ver esta maravillosa obra, me encanta ver como se dejan caer las gotitas sin prisa, algunas mantienen el arco iris hasta el último momento, parece que este estuviera tatuado en ellas.
Después de un rato absorta en la contemplación de la vida misma, paso a buscar a Naye o a sus similares, cierro mis ojitos dejando nada más que una ranura fina de visión, desenfocando la vista todo lo que puedo, ¡Joooo! no consigo ver ninguna muestra de vida, cambio el rumbo de la vista y tampoco, me estoy decepcionando, acaso no estén ahí, a lo mejor siguen dormitando llegando más tarde al puesto de trabajo al cual se dedican, voy rastreando con la mirada el lugar y aun así no consigo ver, a lo mejor necesito la ayuda de Hani, decido ir en busca de ella cuando… siento un leve roce en mi nariz, veo una diminuta chispita será Naye…
Observo y sonrío a la pequeña posibilidad, le preguntó por telepatía si es Naye y que si es ella, que se desplace de arriba abajo, así lo hace ante mi sorpresa y felicidad.
¡Hola! Buenos días preciosa, qué feliz me siento de que hayas venido a saludarme.
D: ¿Te he molestado? Si es que no te desplazas hacia la derecha por favor, le digo mientras señalo con mi mano para indicarle hacia donde tiene que ir para contestarme.
N: Naye se desplaza hacia la derecha.
D: ¿Entiendes mi idioma?
N: Asiente desplazándose hacia arriba
D: ¡Qué fuerte! Exclamo mientras me río.
Ella se agita supongo que eso será que también se ríe.
La pequeña chispa empezó a desplazarse y yo le digo adiós pero, regresa a mi nariz y se queda estática y luego vuelve a desplazarse, no sé si esta jugando.
En eso aparece Hani sigilosamente, sin hacer ningún ruido ya que no soy capaz de oír el batir de sus alitas, me da un besito y se queda flotando al lado de Naye.
H: Desam, Naye quiere que la sigas.
D: Era eso lo que quería decirme ja ja por eso se alejaba y volvía.
H: Si, es para que la sigas.
D: Voy
Las dos seguimos a Naye que nos lleva hasta una especie de montículo, se detiene flotando en medio de la nada, desde este lugar se aprecia mejor los abundantes pompones de flores.
Naye dice que mires hacia el horizonte por encima de las flores, desenfocando la vista como lo hacías antes, me dice Hani.
Le hago caso inmediatamente ¡Gualaaaa! Cuántas motitas brillantes alrededor de las flores.
Es la hora de acicalar las flores por eso están tan atareadas, me explica la pequeña hadita.
Mil gracias, Naye, qué preciosidad, me faltan palabras para describir la escena, me estoy emocionando hasta tal punto que saltan un par de lagrimitas de mis ojitos, ¡Guauuuu, qué afortunada soy!
Chicas muchas gracias por todo lo que me enseñáis.
Naye se acerca a mi nariz se posa en ella a modo de besito y se va. Hani me explica que se tiene que ir ya tiene cosas que hacer, jajaja.
H: Vaya Desam parece que te estás enamorando de este lugar.
D: Sí, linda, es que está muy bonito y luego la suerte que tengo de que vosotras os comuniquéis conmigo, es tan, tan maravilloso que no puedo evitar emocionarme de felicidad, la palabra feliz sería poco, para explicar cómo me siento.
H: Jajá ¿Quieres conocer más colegas de Naye?
D: Por supuesto que quiero, ¿Es que acaso podemos?
H: Claro. Te cuento… cada planta tiene su duende particular y especializado en su cuidado.
D: ¡Alaaa! No lo habría sospechado nunca.
H: Ven, sígueme, mejor cógeme para poder volar, por que como está en otra montaña iremos más deprisa si nos echamos un vuelo ja ja.
D: Vale, ya sabes que nunca me niego al maravilloso plan de revolotear.
Vamos sobrevolando el bosque hasta llegar a la parte opuesta, damos con una ladera llena de flores de 1000 colores diferentes, bajamos al suelo y caminando Hani va enseñándome las diferentes plantas, me hace un recorrido turístico del lugar hasta que dice… bien ya conoces el lugar ahora vamos a saludar a sus cuidadores.
D: ¿Ellos nos ven?
H: Claro, sobre todo a ti ya que no pasas desapercibida por tu tamaño.
Jopee a pesar de mi metro y medio me siento gigante al lado de estos seres diminutos.
Mira aquí, Desam, dice Hani mientras levanta unas hojitas de una lavanda, estos duendes son un poco más menudos que Naye, ves su flor… pues sus cuidadores son parecidos, esbeltos con piernas largas, ojos morados y largas melenas.
Susurrando digo: no veo nada, qué lástima, buenos días pequeños, aunque no os veo quiero daros las gracias por vuestra tarea, tenéis unas flores preciosas.
Vente, vamos a las gerberas silvestres, dice la pequeña mientras tira de mi brazo, estas son las margaritas más grandes de toda la zona y sus cuidadores también son los más grandes, llegamos a la zona indicada, está llena de flores de colores vivos, rojo intenso, amarillo chillón, las hojas sin embargo son bastante mate, será para no quitar relevancia a las soberbias flores.
Ven aquí Desam, arrodíllate y mira hacia allí justo debajo de los pétalos…
D: ¿Esto que vuelan son sus cuidadores? Pregunto señalando a una especie de libélula.
H: Sí, así es.
D: Estos los veo sin ninguna dificultad, lo que nunca hubiera imaginado es que estos insectos cuidarán a las flores.
H: Es que no son insectos Des, sólo que tú los reconoces como tal, porque es lo que conoces.
D: Puede ser.
Hani pone la palma de la mano hacia arriba y le pide a un duendecillo que suba a ella, que me va a presentar, el ser accede y reposa sobre la manita de mi amiga.
H: Desam te presento a Stágoros.
D: ¿Hola qué tal?
Observo la carita graciosa de Stágoros tiene unos ojos muy grandes comparados con el tamaño de su carita, la nariz apenas se le ve, parece que solo tenga dos agujeritos, las mejillas prominentes tanto que incitan a pellizcarlas, cosa que no hago, la boquita también es pequeña aunque muy bien perfilada.
Stágoros mueve su boquita, parece que esté hablando aunque yo no percibo ningún sonido, Hani me explica que mis oídos no captan los hercios con los que habla Stágoros, sin embargo dice que está bien, que ahora que el sol todavía no calienta en exceso es el mejor momento para deleitarnos con la fragancia de las preciosas flores, moviéndonos con delicadeza nos acercamos a las flores para olerlas y ciertamente arrojan un olor con matices desconocidos para mí.
¡Stágoros qué maravilla de flores! Que aroma tan peculiar y agradable desprenden.
Stágoros viene volando y se arrima todo lo que pueda a mi nariz, ¡Alaaa! Stágoros ¡Hueles igual que la flor!
El duendecillo se ríe a carcajadas al ver mi cara de sorpresa.
Hani me explica que la verdad es al revés, la flor huele igual que Stágoros y sus colegas.
Miro toda la extensión de flores y me fijo en la labor de los cuidadores, lo que a primera vista parece un vuelo alrededor de la flor, yo lo reconozco como si la quisiera polinizar, la verdad es que si te fijas bien, es como si estuvieran sacando brillo pétalo por pétalo, maravillada me quedo mirando con la boca abierta hasta que Hani y viene a sacarme del éxtasis.
Desam, Stágoros se va, se despide diciéndote que cuando quieras volver él siempre está por aquí.
Gracias le digo, besitos, Stágoros y seguro que me vuelves a ver.
H: Desam tenías que verte la cara que tienes, ja jajá.
D: Es que estoy muy feliz, ¡Es todo tan chulo! además desde que te conocí estoy aprendiendo muchísimo, hay tantas cosas que no sé, que desconozco y que además ni siquiera sé que existen.
Poder comunicarme con seres tan maravillosos por su apariencia, como mágicos por sus labores, es que me inflo solo de pensarlo, la satisfacción de poder veros y hablaros, tu misma que eres un hada preciosa, que te has hecho amiga mía y hasta parloteamos por telepatía, todo esto son cosas irreales en mi mundo, solo dignas de una mente creativa con una imaginación sin límite, sin embargo cuando vengo aquí parece que la ficción sea vivir en la ciudad, sin conocer la diversidad de lo que nos rodea.
D: ¿Cómo podemos envejecer sin el saber de todo esto?
H: Simplemente es desconocimiento.
D: Seguro que no soy la única que ve a estas criaturas, ¿Por qué no lo enseñan en el colegio? Porque no nos educan para estar conocedoras de que hay mucha más vida, nos podían enseñar desde el respeto a todos los habitantes aunque no los veamos.
H: Seguramente llegará ese momento, aunque no sabría decir, ya que tú ves a unos y a otros no consigues verlos, ni aun diciéndote donde se encuentran, a lo mejor estás aquí por algo.
D: Seguro, para mí es un regalo excepcional.
H: ¿Jugamos?
D: Ja ja, vale, al final siempre acabamos jugando, aunque en un ratín quiero irme a casa para meditar todo lo que he visto, e ir asimilando.
H: ¿Qué tienes que meditar? Lo que has visto es lo que hay.
D: También tienes razón, ¡A jugar!
H: Otro día te enseñaré los cuidadores de las flores de los árboles, te van a encantar.
D: Estoy segura de ello. ¿Dónde vamos a jugar?
H: Cerca de donde te encontré.
D: ¿Me llevas?
H: Claro no querrás ir caminando, ¡Cógete!
Después de jugar hasta estar exhausta, me despido de mi amiga peculiar.
¡Gracias! Muchas gracias pequeña Hani, te quiero, te quiero mucho, hasta otro día.
Me da un besito, despidiéndome con brillo en sus ojitos y una sonrisa tan grande como su carita, “hasta pronto gran amiga”.
Tomo el camino hacia la ciudad pensando Hani ha dicho “gran amiga”, ¿Lo habrá dicho refiriéndose al tamaño, o que soy una gran amiga? Jajá no importa…
Gracias hermano bosque, gracias lindas criaturas, gracias vida.