cuentoDesam FerrándezHani

Hani en el jardín botánico

Cuento escrito por Desam. Ferrández

 

D: Hani, Hani, llamo mentalmente a mí amiga.

H: ¡hola! Contesta la pequeña mientras se acerca.

D: hola linda, pasaba por aquí y me preguntaba si querías acompañarme, me voy a visitar el Jardín Botánico para hacer una caminata, no está a más de media hora en coche ¿te apuntas?

H: vale, aunque seguramente si sólo está a media hora de aquí será el mismo tipo de bosque que en el que vivo.

D: posiblemente. Podemos ir y salir de dudas. Aunque sea muy parecido nunca será igual, pienso que cualquier arboleda es hermosa y con personalidad propia.

Hani se sube al coche y nos dirigimos al Jardín Botánico, nada más entrar hay un cartel que nos indica que hay varias rutas para hacer, elegimos la que está más externa y la que parece ser más larga, yo voy con zapatillas y la verdad es que tengo ganas de caminar, vamos siguiendo la senda marcada, esta está muy desgastada por las pisadas de los transeúntes, cosa que me alegra. Había pasado muchas veces por aquí mientras iba en coche y veía gente corriendo, haciendo footing y me llamaba mucho la atención, así es que no he querido demorar por más tiempo la visita.

Comenzamos la caminata, vamos las dos en silencio hasta que llegamos a una zona donde el camino se estrecha, la vegetación es más abundante, hay cañas indias súper altas y gruesas como mí puño, me parece que nunca había visto unas cañas tan enormes, crecen a ambos lados haciendo que el camino sea diferente, más oscuro y hasta más húmedo.

D: Hani ¿tenéis cañas en la zona donde vives?

H: no, y realmente son lindas.

Llegamos a un tronco enorme de un árbol caído, está seco por el tiempo que seguramente hará que se cayó, el tronco esta pelado sin ramas, no sé si las habrían cortado antes de caer o después, sin embargo siento la llamada del árbol y no puedo resistirme, me acerco a él… debió de ser un coloso magnífico, aún ahora su hermosura me llama es como si hubiera caído vencido o abatido por los años, por la vejez, lo acaricio, lo siento, le quiero sacar una foto pero no sale, no sale lo que veo, es imposible, en la foto sólo sale un tronco sin vida y sin embargo tiene vida, lo rodeo para ver la otra cara y la vegetación ya se está apoderando de él, lo recorro hasta llegar a sus raíces, la base que tubo es tan ancha como yo, la parte que estaba agarrada a la tierra en circunferencia mide más qué lo que yo mido de alto, de verdad que es impresionante.

D: es bello aunque no tenga vida, le digo a Hani sin apartar la mirada del árbol.

H: ahora tiene otro tipo de vida, simplemente está en otra etapa donde sirve de apoyo y de abono por el paso del tiempo.

Seguimos con el recorrido llegando hasta dónde están los viveros. En el letrero de bienvenida donde pone el recorrido informa que hay una zona donde hay un orquidario, entramos al vivero y hay un trabajador del jardín al que le pregunto por las orquídeas, me dice que hace años que ya no hay orquídeas en la zona, le digo que porque se extinguieron, a lo que me responde que seguramente no hubo nadie que las cuidó.

Echamos un vistazo a los Remedios, a los yuyos y salimos otra vez a retomar la caminata, nada más salir empiezo a reírme, no me puedo contener… Hani se queda volando delante de mí con cara de sorpresa.

H: Desam ¿qué te está pasando?, ¿te encuentras bien?

D: Sí, sí, sólo me estoy riendo Jajaja

H: así de repente ¿por qué?

D: seguro que te has dado cuenta en el cartel de la entrada, donde comunica a los visitantes que no pongan la música alta porque molesta a los animales, te habrás fijado que dentro del vivero había música y estaba bastante alta, el propio trabajador ha puesto la música subida de volumen, y la verdad es que yo no he sentido que a los animales o a las plantas les molestara la música.

H: no, claro que no les molestaba, de hecho los árboles estaban bailando.

D: Jaja, a mí también me ha dado esa impresión, estaban bailando rock and roll.

 

Continuamos por la senda disfrutando de la vegetación, de las flores, del calor, del sol que acaricia nuestro rostro, yo voy bebiendo agua porque la verdad es que hace mucho calor, de repente nos encontramos con un letrero que nos indica “Bienvenido a esta Senda” sin pensar nos adentramos en dicha senda, es un camino muy estrecho, con la vegetación muy, muy espesa, aquí recibimos un buen baño de bosque ¡qué hermoso! me detengo porque hay unos pájaros y no quiero asustarlos, pero nada más detenerme un montón de mosquitos se ponen las botas conmigo y me tengo que poner en movimiento, porque no se me ocurrió venir con repelente para mosquitos. A pesar de pasar por debajo mismo de los pájaros estos ni se inmutan, siguen en el mismo árbol y con la  misma tarea que hacían.

D: ¿te está gustando el recorrido Hani?

H: sí, es muy bonito y diferente a los árboles que hay en el bosque donde vivo.

D: Qué bueno.

Hani a ratos va volando a mí lado, otras veces se desplaza y se introducen en la vegetación y a  veces va por delante de mí.

Seguimos admirando a los árboles, hay una caja de cartón grande en el suelo la recojo y Hani se me queda mirando sin preguntar por que ya sabe lo que voy a hacer, la papelera está a escasos pasos, no sé porque la gente no la tiró a la papelera, es una zona donde la verdad es que está algo sucia y sin embargo hay muchas papeleras, todo el camino está lleno de papeleras para que la gente pueda comer allí y luego tirar sus desechos, aunque algunos parece ser que no han visto los basureros y tiran sus desechos en el propio jardín.

H: ¿sabes que me gusta de ti, Desam?

D: no, ¿dime lo que te gusta de mí?

H: qué te encantan los árboles, qué te maravillas con cualquier flor por diminuta que sea, qué respetas la vegetación y por lo tanto admiras mí hogar.

D: gracias, la verdad es que me encanta pasear por la naturaleza, da igual que sea un parque, un jardín, un monte, me encantan los árboles estos son como las personas, aunque sean de la misma raza cada uno es diferente y además noto su energía, su calma y aprendo, de ellos, a observar.

Seguimos todavía un rato más disfrutando, nos encontramos con dos mariposas enormes, amarillas, revoloteando la una al lado de la otra, detenemos la marcha para observarlas.

D: Hani ¿tú crees que la una le está echando los tejos a la otra?

H: quieres decir ¿que esta enamorándola con su danza?

D: sí, es lo mismo.

H: ¿sabes? le está diciendo lo bonita que es, le dice que su corazón palpita muy a prisa cuando ella pestañea, qué le encanta como baila y que si quiere danzar con el.

D: guauuuu ¡qué bonito lo has dicho!

Cuando deciden irse a otro lado a bailar continuamos la marcha, observamos los pájaros, las libélulas, las miles de hormigas que nos encontramos por el camino, incluso nos detenemos en un hormiguero gigante que abraza a todo un árbol, también nos ha saludado una especie de conejito sin rabo, que no sabría decir qué animalito es, pero ha salido al sendero nos ha saludado y se ha escondido otra vez rápidamente.

A nuestro paso encontramos un lago precioso, quieto, calmado y al lado una pareja de enamorados sin hacer nada, simplemente sentados en un banco tomados de la mano y compartiendo tereré, hoy es un día perfecto para el tereré.

Retomamos la marcha y cuando ya estamos cerca de la salida…

D: espera Hani que esta zona no la hemos visto.

Mí amiga se había adelantado dirigiéndose hacia la salida, retrocede y nos encaminamos a la zona que no habíamos visto, porque está en un camino diferente por el que habíamos ido, entonces vemos otra parte del jardín completamente diferente, lleno de vida, lleno de humanos, niños y adultos correteando, nos damos cuenta de que es el camino que lleva a la entrada del zoológico, desde aquí fuera ya se puede ver un cercado enorme con avestruces y cabras, hay una cola larga de papás que quieren llevar a sus peques para que vean y conozcan animales, llegamos hasta la entrada del mismo Zoo para ver las paradetas de los vendedores que ofrecen sus manjares a los que allí se adentran, hay como es costumbre en esta zona, las comidas populares, chipa, empanadas, ensaladas de fruta, también hay puestos con bisutería y artesanía típica del lugar,  paradas con animales de goma, cometas y cosas llamativas para llamar la atención de los niños.

Hani no pregunta, simplemente me sigue porque sabe que mí intención no es entrar dentro del zoo. Sabe que no me gusta ver a los animales enjaulados, ya no quiero participar en esta especie de maltrato, que es el de privarles de su libertad por muy grande que sea el cercado donde se encuentren. Aunque he de reconocer que hace años también entré a Zoos, sin embargo, gracias a que voy cambiando mí conocimiento, ahora ya no podría participar en esto, no sería coherente con mí forma de pensar.

Nos acercamos a la zona de juegos para niños donde hay toboganes, columpios y muchas risas, nos miramos las dos y decidimos ir hacia el final de nuestro recorrido, a nuestro paso hay un gigante verde que no se porque llama mí atención, me acerco a abrazarlo.

D: Hani, ¿me permites que medite un ratito bajo este árbol?

H: claro, ¿puedo acompañarte?

D: sí, por supuesto.

Apoyo mí espalda en el hermano verde que ha llamado mí atención, cierro los ojos y pongo mis manos sobre mis muslos, respiro profundamente y noto las diminutas manitas de Hani sobre las mías, me encanta la sensación y se me dibuja una sonrisa en el rostro, noto su calor y la suavidad de su piel, entonces siento una mano sobre mí corazón, supongo que es la de mí amiga, sin embargo la noto más grande y con bastante presión, me da calor, tanto que noto sofoco, que sensación mas hermosa, empiezo a agradecer y a sentir algo muy intenso, es amor, mucho amor, lo siento en todas mis células inundando a todo mí ser en una especie de amor y agradecimiento. Estoy inundada de energía y pienso:

¡¡Dios!!

Si muero esta noche quiero decir que agradezco y bendigo, a ti y a cada persona que ha pasado por mí vida.

Gracias por vuestra esencia, por ser, por vuestro amor.

Os he sentido muy fuerte, he sentido a cada persona que ha pasado como en una película por delante de mí, empezando por mí madre, continúan mí familia, mí pareja, mis amigos y acabando con los últimos amigos de Paraguay.

¡¡OS AMO!!

 

Llegamos al último tramo del jardín dirección a la puerta de salida.

D: ¿te ha gustado la excursión Hani?

H: sí, me ha gustado mucho, gracias por traerme.

D: de nada, a mí también me ha gustado este espacio, seguro que volveré.

Nos montamos al coche y de regreso dejo a Hani en su hogar y yo continúo hasta la morada donde paso mis días.

Como siempre, “Gracias, universo” por tener estos espacios maravillosos de los cuales yo puedo disfrutar, permitiéndome soñar, volar y rozar esta vida, esta vida verde con pulmón magnífico y con corazón tan grande que desde fuera de la valla ya me invitaba a entrar.

Y gracias, Hani, por tu compañía, es más divertido contigo.

Susurros de luz

Susurros de luz, la asociación que hace que las cosas bellas sucedan y además las cuenta.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *