Henry, “El pecas” por Desam. Ferrández
Relato breve escrito por Desam. Ferrández. Madrid, 4 de septiembre de 2023
La timidez hacía que su pecosa cara se encendiera con un púrpura llamativo, e incluso su rizos naranja cogían un tono rojizo que hacía que, desde luego, no pasara inadvertido. Cuanto más intentaba que no se le notará el rubor, pareciera que el cuerpo luchaba contra eso y hacía totalmente lo contrario. No sabía cómo esconder su rostro para no ser descubierto en un acto que pareciera vergonzoso.
Henry es un jovencito que hasta en pleno invierno usa bermudas, mostrando el pelo de sus piernas, casi transparente y una piel extremadamente pecosa.
Es muy simpático y colaborador sin embargo la vergüenza hace que no ayude más en ciertas ocasiones, le gustaría pasar desapercibido, aunque entiende perfectamente que su aspecto no lo pone fácil.
En su barrio todos lo conocen por el apodo de “el pecas” nombre que a él no le molesta ya que sabe que le aporta ese punto diferenciador y él cree que gracias a ese punto diferenciador algún día salvará la vergüenza.
Se monta al metro para desplazarse hasta Matadero y, como de costumbre, observa a los usuarios de dicho transporte público. Hoy vienen los vagones realmente llenos y mira de refilón para ver las caras, casi todas imbuidas por el móvil; alguna mirada cruzada; sigue los renglones de un libro y ve varias cabezas mirando al infinito con sus grandes auriculares puestos de diadema. Hace un barrido por todo el vagón hasta llegar a unos ojos color almizcle que lo miran, «el observador observado», piensa. Esquiva la mirada y continúa el barrido hasta que la intriga le puede y vuelve a los ojos almizcles para comprobar si siguen allí. La muchacha, además de seguir en el metro, no le ha quitado la mirada. Henry quiere morirse, volatilizarse o desaparecer, en cambio su piel decide que es momento de cambiar de color y pasar del naranja al rojo chillón.
Aunque todavía no es la suya, se baja en la siguiente estación. Piensa que es mejor esperar al siguiente tren que aguantar la mirada de la niña con los ojos almizcles y que vea cómo está de encendido.
Para su sorpresa la muchacha también se ha bajado y además se dirige a él, se planta delante y le saluda.
El dulce perfume es cautivador, la chica es preciosa y él está a punto del colapso, se está mareando, no le salen las palabras para devolver el saludo y su cuerpo decide salir corriendo para liberar el estrés…
Henry “El pecas” sigue con su roja timidez.