Kedada de abrazos en Madrid
Pensamiento compartido por Teresoni, Madrid, 17 de marzo de 2019
Suena el despertador y, aunque 4 horas de descanso le saben a poco al cuerpo tras una larga noche, y el cansancio y la pereza me tientan a continuar con seductora y sutil insinuación, una vocecita me recuerda la suerte de la oportunidad que me brinda el nuevo día. Así que me dirijo a experimentar eso que dan en llamar «kedada de abrazos». Y, afrontando el reto, porque lo es, se van cruzando las miradas y voy viendo en el espejo de «los otros», mis «sombras», lo que me separa, mis dudas, miedos, desconfianza, inseguridad…, pero también mi «luz», lo que me conecta a ellos, mi empatía, escucha, optimismo, ilusión, alegría…
Entonces sucede la Magia, y aparece él, Mateo, un aparente frágil ser, de apenas 3 años, afectado de Síndrome de Down, albergando, en un escaso metro de presencia, una sabiduría y grandeza que se traducen en un abrazo infinito, de amor en estado puro, de esos que te dan un vuelco al corazón y fusionan las dos almas, en el recuerdo de la unidad que un día fueron, y que desean no volver a separarse. Hoy mi madre habría cumplido 90 años y, aunque se fue de mi lado hace ya 7 años, la sigo sintiendo a mi lado, acompañándome en el camino. Y sé que Mateo ha sido su «regalo especial» para mi en el día de hoy.
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