La (mala) comunicación
Artículo escrito por Desam. Ferrández. Asunción, Paraguay . 14 de agosto de 2019
¿Por qué tenemos mala comunicación?
Ahora que estoy en Asunción, Paraguay, me estoy dando cuanta del valor de una buena comunicación.
Vivir en Asunción me ha hecho ver lo difícil que resulta a veces comunicarse aún usando el mismo idioma, bien porque la construcción de las oraciones no son las mismas, bien porque muchas palabras que utilizamos comúnmente tienen diferentes acepciones. A pesar de hablar castellano no entiendo muy bien a los paraguayos cuando me hablan y exactamente lo mismo les pasa a ellos conmigo, no entienden mi forma de expresarme. Hasta los niños de la escuela me preguntan que idioma hablo y cuando les digo que el mismo que ellos se ríen y me dicen que no, que yo hablo raro, ja, ja.
Que la comunicación no sea del todo buena por estar en otro país puede ser más o menos comprensible, sin embargo en este artículo no me quiero referir a esto solamente.
Creo que tenemos mala comunicación por exceso, quiero decir, vivimos en un mundo donde nos comunicamos mucho a través del whatsApp y otras redes sociales, la mayoría de las veces con cosas insustanciales, emoticonos y buenos deseos, otras veces artículos, videos, documentales etc. por lo que estamos recibiendo información cada segundo, nos genera hasta un poco de desasosiego porque no tenemos tiempo material para ver tal cantidad de mensajes.
¿Quién se puede contener al sonido del whatsApp?, ¿quién teniendo un minuto para revisar si ha recibido algún mensaje, es capaz de no hacer caso del sonido?
Seguramente será una información vacía, sin mucha energía constructiva, sin embargo nos falta tiempo en responder aunque sea con un simple emoticono, como si fuera preciso dar una respuesta en tiempo récord.
Otra cosa que nos pasa es que lo queremos contar todo, que todos se enteren de lo que estamos haciendo y de lo que disfrutamos, por lo que enseguida se cuelgan las fotos y las historias en las redes sociales, perdiendo vivir la vida por querer contarla.
Creo que los dirigentes que nos mandan, esos de las altas esferas que se encargan de manejar las naciones desde la sombra, nos quieren aborregados y lerdos… pues lo están haciendo perfectamente, andamos dispersos entre las noticias, la vida, los sentimientos, sin saber muy bien hacia donde ir, comunicándome cada vez peor. Nos dan una máquina de bolsillo, portátil, asequible a todo el mundo y nos hacen que nos enganchemos a ella sin importar la edad que se tenga.
Dicha maquinita es “el móvil” y el whatsApp claro, un teléfono sin WhatsApp ya no lo queremos. El teléfono ya no sirve para oír a nuestro interlocutor, sirve para hablar a través de mensajes de texto o audio y muy posiblemente con varias personas a la vez, perdiendo por el exceso de mensajes, horas de nuestro día entre grupo y grupo.
Si que es verdad que es una herramienta buenísima, solo que nos hemos pasado del límite de lo sano y nos perdemos en la luz del móvil entregándole nuestra vida y hasta nuestra alma.
Así pues con este bombardeo de mensajes nos hemos acostumbrado a leer todo aprisa y a contestar más aprisa todavía, con la consiguiente perdida de parte de la información, esto nos lleva a malos entendidos y conflictos.
Y cuidado con dejar un mensaje en leído y no responder…
Cada día sabemos más y nos comunicamos peor, otra manipulación es que recibamos mucha información, es tanta, que no la podemos absorber, quedando así sesgada porque nuestro cerebro es incapaz de integrar todos los datos.
Este artículo lo escribo para mi también, ya que me he dado cuenta que he confundido algún texto al leerlo, al igual que otras personas no entendieron mi mensaje a pesar de estar escrito bien. Otras veces hasta lo he escrito mal, sin poner alguna coma importante, ¿quizás por la prisa en responder? ¿quizás por despiste?.
Decir también que ya hay muchos artículos sobre el exceso de atención que le dedicamos al móvil y a las redes sociales en general y la poca que le dedicamos a hablar cara a cara con las personitas que tenemos enfrente. A veces he visto que en una mesa donde hay reunidos amigos o familia, están todos con el celular, cada uno en su mundo, en su historia.
Otras veces, me ha pasado a mí, quedar con amigas que se han pasado “nuestro tiempo” hablando con otros y a la hora de despedirnos me dicen, a ver si quedamos más a menudo que no nos ha dado tiempo de contarnos todas las cosas que teníamos que contar ja, ja.
Ahora se pueden ver a pandillas enteras de amigos divirtiéndose con el móvil porque es el recurso que tienen para entretenerse, bien sea con un video o un chiste eso sí, subido a la red.
Todas estas escenas dan para reflexionar y mucho. Encontrar el equilibrio supongo que es lo difícil.
¿Quieres empezar a observar tus encuentros, para buscar el equilibrio y dedicarle tu mirada a tu interlocutor? Seguro tiene mucho que contar.