La meditación de la hormiga
DESAM. FERRÁNDEZ, LIMPIO, PARAGUAY, 9 DE NOVIEMBRE DE 2018
La lectura me apasiona, sin embargo el libro que ahora anda entre mis manos no me está seduciendo mucho, y justo en el momento en que pienso que me puedo aburrir -decir que estoy en el jardín del hogar que ahora me acoge en Paraguay- empiezo a observar a las hormigas, trabajadoras incansables, aquí donde me encuentro ahora, hay hormigas de diferentes especies y tamaños, todas se caracterizan por lo mismo, siempre están en marcha sin parar de caminar de acá para allá.
Estoy haciendo tiempo porque hoy precisamente y desde Madrid, mi amado tiene una entrevista en la radio y mientras están hablando de otras curiosidades hasta que llegue su turno, observo a las hormigas, en su ir y venir. El árbol que está encima de mí justamente tiene unas flores pequeñitas y estas a su caída adornan toda la tierra, creando una alfombra de diminutas flores que las hormigas voluntariosas las van recogiendo, me doy cuenta así pues las observo y realmente no cogen cualquier cosa del suelo, que solo cogen esa flor. Algunas hormiguitas se encuentran a mitad camino y ¿qué hacen? Actúan como en una cadena, la que va cargada le pasa la carga a su compañera y presta se va a por más, mientras la que lleva el trofeo se va corriendo al hormiguero. Advierto la carretera de hormigas que han hecho y llego hasta su casa, el destino de estos montones de florecillas, algunas de estas son hasta más grandes que las propias hormigas, impidiendo divisar al insecto que está debajo, viendo solo a la flor moviéndose por él jardín, evidentemente transportada por las patitas chiquititas de las hormigas.
Me río pensando en esta situación, porque Jose en Madrid está hablando en la radio de su libro ¿Por qué decimos Mindfulness cuando queremos decir meditación? Y ellos están hablando de meditación allá y sin pensarlo yo estoy aquí realizando una meditación contemplativa… observando a estas hormigas.
Con esta compañía no me aburro, ¡wow! esto es muy hermoso. Es imposible aburrirte si estás observando, si estás presente, en ese instante sólo hay eso, los insectos recorriendo su trayecto y las flores levitando por esta mágica carretera que han creado ellas.
De repente levanto la mirada y encuentro a un colibrí de esos pequeñitos que hay en esta zona, que son preciosos, parado en una rama, habrá estado medio minuto no más, sin embargo me quedo con la boca abierta, porque tenía entendido que los colibríes nunca se paraban y he tenido la fortuna de contemplar esta acción, un colibrí parado en una rama guauuu… observo los árboles, las flores, sigo al colibrí con la mirada, cómo va chupando el néctar de las flores preciosas que están en lo alto de los árboles, hasta que se me pierde de vista, hasta que ya no lo diviso.
Ahí me doy cuenta de que estaba meditando mientras escucho la voz de la radio por los auriculares, y observo la naturaleza, miro lo que me rodea y me siento tan afortunada, tan agradecida a este universo por poder estar aquí, en este país, en este espacio y poder meditar en cualquier momento del día.
Cuándo acaba la entrevista de la radio hablamos y le cuento a Jose que mientras ellos estaban hablando de meditación yo estaba realizando la meditación de la hormiga, nos reímos a carcajadas, otra vez vivimos una experiencia igual, él en un sitio y yo en otro, él estaba manteniendo la meditación de la escucha y el habla, y yo la meditación contemplativa de la naturaleza, con el colibrí y las hormigas sin tener que moverme ni siquiera de dónde estoy, simplemente cerrar el libro y percibir lo que esta a mi alrededor.09
Muchas gracias por esta meditación no planificada e improvisada.