La verdad ha muerto, ¡viva la verdad!
Jose Escudero Ramos, Madrid, 9 de abril de 2019
Lo que más me gusta es poder sacar conclusiones gracias a la comunicación entre animales de la misma especie, en esta caso entre humanos. Vamos, que me encanta hablar y escuchar.
Como nos gusta adornar las frases. Tuve un compañero de trabajo en una agencia de comunicación que me enseñó lo bueno que es decir las cosas claras, con las menor cantidad de palabras posibles para ir directo a la cuestión sin tanta parafernalia. Lo que he dicho al principio de este artículo en treinta y una palabras lo podía haber dicho en tres: Me encanta dialogar y lo que he dicho en veintiuna palabras se podría decir «yendo al grano».
Estamos viviendo una época en la que basamos nuestras identidades en mentiras, unas históricas, otras ancestrales, vivimos en base a unas creencias que vienen de muy atrás y que no se cuestión, pero el que las pone en duda cae en descrédito. Conspiranoico, enfermo, populista…
Las llamadas fakenews o noticias falsas están saliendo a la luz pero ¿desde hace cuánto nos están bombardeando con ellas? Es la hora de replantearse todo lo que conocemos.
Incluso viendo algo que parece obvio no es tan real como tu pensamiento lo pueda crear, ni algo que no ves es tan imposible que no pueda ser.
No hace mucho perdí a una amiga porque la invité a la reflexión, a que buscase en la fuente origen de la noticia para comprobar que eso que compartía en redes sociales era una solemne estupidez con ánimo de menospreciar a los veganos. Me pasó el vínculo al diario que publicaba la noticia, pero yo no pedía eso, los medios de manipulación general han dejado de ser fiables para mí hace mucho tiempo. Me hubiese encantado preguntar a la persona a la que hacían referencia, si es que en verdad existe.
Los medios de comunicación no solo dividen, están enfrentado a todas partes de la sociedad. Están haciendo que dudemos unos de otros. Solo falta un grito en una emisora para volver a cometer una atrocidad tras otra en nombre de “mi verdad, mi razón y mi lógica”.
Lo que me sorprende es, sabiendo lo que sabemos, la rapidez con la que sacamos conclusiones. Si ya no puedes creer ni lo que ven tus propios ojos. Vivimos en un escaparate constante, ¿hasta que punto me muestro tal y como soy o estoy imitándome a mi mismo o estoy de postureo para gustar más a los demás que a mi mismo?.
Que difícil se lo estamos poniendo a las generaciones jóvenes. Moral, ética y socialmente tenemos mucho más que aprender de ellos que ellos de nosotros.
No sé dónde comienza a diferenciarse el bien del mal, no sé a qué edad empieza a sentirse la empatía, pero os aseguro que hay seres que nacen con la generosidad, compasión y entrega puesta de serie de fábrica y la pierden gracias al ejemplo que estamos mostrando los adultos.
Nos están manipulando para que cometamos una y otra vez los mismos errores.
Somos de juicio rápido, ¿para qué preguntar a todas las partes? ¿para que molestar en averiguar? “Total, lo ha dicho la fuente en la que confío”. “No, no intentes justificar nada, seguro que tiene una doble vida”. “Dalo por hecho.” “No preguntes a todas las partes, creamos en los rumores, luego construiremos las pruebas. Total, solo van a leer los titulares y escuchar los rumores”.
¿A quién quemamos hoy en la hoguera?
La verdad ha muerto, ¡viva la verdad!
Bueno, ¿y qué tal si la resucitamos? Vamos a investigar.
Así lo creo también.