Asociación Susurros de luzEmocionesEventosExperienciasHaz que las cosas pasenMirar a los ojos

Llegó el día de la acción ¿Nos miramos?

Jose Mª Escudero Ramos, Madrid, 2 de julio de 2022

El sábado 2 de julio fue el día que elegimos para comenzar a hacer actividades al aire libre. Teníamos dudas si hacer una Kedada de abrazos, que ya hay ganas, o un encuentro al aire libre de Miradas… y ganó la iniciativa de ¿Nos miramos?.

Quedamos a las 11 am con la idea de estar hasta los 12:30 pm. La jornada comenzó floja mirándonos entre nosotros, Javier, Desam y yo.

A nuestro alrededor pasaba variedad de gente, corredores, perros paseando a sus amos, familias, usuarios de la biblioteca que iban con prisa, o bien a un evento o a devolver algún libro o película, porque en las bibliotecas públicas no sólo se prestan libros.

Tardamos unos minutos en recibir un sí como respuesta pero una vez empezamos, todo fue de bien a mejor.

La experiencia de mirar a los ojos no es invento de Susurros de luz, es un ejercicio que se hace en muchos talleres de desarrollo personal, incluso el movimiento humanista de Silo tiene planteamientos muy interesantes sobre el mirar y la mirada.

Nosotros somos muy de acción y lo que vemos en algún vídeo que nos resuena lo queremos llevar a la práctica. Hace unos años nos llegó el vídeo de un experimento social en el que desconocidos se miraban a los ojos, nos gustó tanto que lo incorporamos a nuestros talleres e incluso organizamos para una asociación amiga un evento especial sobre los sentidos para reconectarnos después de los confinamientos. En esa ocasión unimos la vista, el silencio, la escucha, el tacto y el gusto con una estupenda comida, con el Reiki como nexo de unión.

De la experiencia de hoy lo que me ha llamado la atención es comprobar la cantidad de gente que vive aislándose. Cuando no queremos ver o escuchar nos metemos en el gadget electrónico con los auriculares y no levantamos cabeza ni oímos palabra ajena alguna.

Como positivo destacar que hay muchas personas que no tienen miedo a socializar, a mirar a los ojos, a abrazar. Al principio da algo de respeto, según me confesaron, el pararse, sentarse en un taburete y mirar a los ojos a un extraño. Una vez que superas la barrera inicial de ese miedo a lo desconocido todo fluye mucho mejor, la energía se siente. Dos personas nos preguntaron si íbamos a hacer algún tipo de hipnosis. Nada más lejano a nuestras intenciones.

En cuanto a casos específicos quiero hablar de Fede, un corredor que está entrenando una ultramaratón de 180 kilómetros por el MontBlanc, hoy hacía 22 kilómetros de entrenamiento. Pasó, nos vio y regresó para sentarse a “sentir esas experiencias gratuitas que nos ofrecen personas como vosotros y que nos conectan”.

Elena acompañaba a un señor mayor, un amigo que sufre mucha soledad. Yo me senté con ella, nos miramos. Pude ver como temblaban sus labios, su mirada trasparente ofrecía un amor delicado, dedicado a la compasión. Nos dimos abrazos, es inevitable en circunstancias así, tan plenas.

Jorge y Laura, dos jóvenes que querían pero no, al final, gracias a la sonrisa de Desam se animaron y tanto Javier como Desam pudieron disfrutar de las miradas de nuestros dos nuevos amigos.

También pudimos disfrutar de una familia muy linda, eran tres para nosotros tres. Me senté con un joven de cuyo nombre no puedo acordarme, cosa que me da mucha rabia. Improvise una respiración consciente más o menos a los 45 segundos de mirada pues tenía una sensación de amor intenso en el cuarto chakra y sentí la necesidad de guiar una micro meditación de segundos, por ello, le propuse que hiciera una respiración profunda mientras sentimos como la energía fluye por nuestros chakras. Cerramos los ojos y de nuevo a mirarnos pero ahora sintiendo esa energía.

El amor se siente muy especial quizás por la situación de seis personas mirándose, entregándose a la causa noble de experimentar esa conexión más allá de las palabras. Tras las miradas, un rato de charla y a seguir. Ya casi era la hora de terminar cuando vino una mujer mayor, guapa, elegante con su hijo, igual de elegante, guapo, pelo blanco sin ser muy mayor, los rasgos de juventud se delataban por el estado de su alma y su mirada espejo. Les pregunté si querían que nos mirásemos. Ella me mira y me dice que no entiende, que está mal de la cabeza pero que sí que nos miramos, mientras clava su mirada en mis pupilas. Yo sigo con la experiencia y digo que yo tampoco voy muy bien de cabeza. Ella insiste, mi hijo ya me explicará. Pregunto como se llama. Me responde Pilar, a lo que digo “aquella que sostiene” y a su hijo… Pedro, Piedra… La piedra en la que se sostiene el pilar. Fue tan hermoso… Pedro, al despedirse, me da las “gracias por lo que hacéis porque es tan necesario”.

¿Sabéis quién es el que más necesita de estas experiencias? El que las organiza.

Gracias a todas las personas que han pasado por nuestro lado, hayan escuchado, parado o dicho que no. Gracias a los que nos han mirado de frente o de reojo. Gracias a todas las personas que hacen posible que la frecuencia del amor sea más elevada que la del miedo.

¿Nos miramos ahora?

Próximamente haremos una Kedada de abrazos en el mismo lugar, nos ha parecido fantástico.

Una cosa que hemos aprendido de los desayunos en Embajadores es que la constancia tiene premio, el que la gente que cruza esa parte del parque nos vea semana sí, semana no, puede hacer que vayan perdiendo el miedo a los desconocidos pues ya les sonaremos de algo, de mirarnos, de abrazarnos o de decirnos “ahora no…” La constancia es un valor añadido a todo lo que se emprende.

Ya hemos dado el paso el primer paso hacia la acción, ahora toca ser constantes.

Estoy deseando que llegue el próximo encuentro:

¿Me das un abrazo? Lo necesito.

Susurros de luz

Susurros de luz, la asociación que hace que las cosas bellas sucedan y además las cuenta.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

A %d blogueros les gusta esto: