Me llamo…
Me llamo Daniel*, soy de uno de esos hermosos países en los que la gente sueña con prosperar, eso significa viajar, vivir aventuras y llegar a ese mundo en el que todos viven en la abundancia, o al menos eso nos hacen creer.
Me fui joven de casa, eso significa que mi valentía quizás fuera fruto de esa inconsciencia que nos hace sentir inmortales poseedores de la verdad y maestros de todo tipo de sabiduría.
Hasta que un día los sueños se convierten en realidad, caes de la burbuja directamente a un pozo que parece no tener fondo hasta que tocas suelo, uno no sabe muy bien si es el suelo del infierno, lo seguro es que uno ya ha perdido su lugar en el paraíso.
He cometido muchos errores y ahora me veo en estas circunstancias. Prefiero vivir en una caja de cartón antes que obligarme a seguir cometiendo los mismos errores por mantener un estilo de vida que no me puedo permitir.
Creo que he aprendido una lección.
Todo lo que poseo está aquí, una nevera de corcho medio rota en la que guardo la comida fresca que puedo conseguir.
Al principio de vivir en la calle me daba vergüenza, esperaba a que nadie pasara por delante de la caja para salir de mi “escondite”. Ahora ya salgo y no me importa que me vean, sí que me molesta que me hagan fotos, tengo mi dignidad, mi familia no sabe en la situación en la que me encuentro y no quiero que lo sepan.
Tengo tres asuntos con la justicia, en cuanto los resuelva me voy de aquí, quiero hacer el Camino de Santiago… un nuevo sueño.
En la calle ves todo tipo de personas, buenas y malas. No te puedes fiar de nadie pero a veces también te ves sorprendido por algunas personas buenas que te traen cosas y te dan conversación.
Es duro pero no quiero cometer más errores, prefiero vivir, de momento, en una casa de cartón.
*Daniel es nombre ficticio, la historia es real.
Gracias por acercarnos a estas personas.