Me niego a tirar la toalla. Se puede ser feliz.
Hace años, hablando con una redactora de una de las revistas con las que colaboraba como fotógrafo, me decía que la vida era tristeza con algún brote de felicidad. En ese momento me hizo pensar mucho. Entonces yo era un aprendiz de la vida, bueno sigo siéndolo, vivía la vida siendo programado por frases como esa “la vida es un continuo sufrir hasta que ves algún brote de felicidad, entonces lo disfrutas, lo arrancas y sigues sufriendo” y yo, tras escuchar y meditar, seguía el camino de la vida, buscando esos brotes de felicidad.
Pero un día, descubrí que la vida no es una carretera gris con alguna plantita a los lados que nos alegra temporalmente un efímero instante.
La vida es un camino de rosas en la que, alguna vez tienes que parar a arrancar algún tallo, hoja, flor, podar y sembrar esquejes. Pero tu camino será tal cual lo tengamos sembrado, regado, cuidado y preparado…Preparado y cuidado. No debemos dejar que el jardín se cuide solo, menos cuando vivimos en pareja, cuando tenemos hijos, porque toda palabra que soltemos en época de tormenta, quedará programada en nuestras mentes para que en un futuro se piense que no se puede ser constantemente feliz.
Yo sí creo que se puede ser feliz siempre, exceptuando algunos momentos de aprendizaje, de despertar, de reafirmación…
Escribo esto en domingo, llevo todo el fin de semana trabajando, hoy he parado para planchar y hacer un caldo, siempre que hago caldo en verano me acuerdo de Mafalda, “¿Sopa en verano? ¿A quién se le ocurre hacer sopa en verano? Y su madre responde en la siguiente viñeta, “a mí, ¿verdad que soy original?
¿A quién se le ocurre querer ser constantemente feliz? A mí, ¿verdad que soy original? Creo firmemente que se puede ser feliz, aunque tengas que dar un puñetazo encima de la mesa, aunque se te caigan las lágrimas por alguna triste situación, una vez puesto todo en su lugar, una vez secadas esas lágrimas, recuperas el estado natural que no es otro que ser feliz.
Los niños nacen siendo felices, lo primero que reciben es un azote para que lloren y puedan respirar bien… ¿seremos la única especie que peguen a sus crías nada más nacer? Pero los niños son felices a pesar de todo, el instinto de supervivencia hace que lloremos cuando no nos entienden, lo comprobé cuando mi hija era aún bebé…lloró muy poco de bebé, una vez porque no le quitamos el tapón al biberón y la pobre, de noche, llora que te llora mientras sus padres adormilados, no entendían por qué no comía, jajaja, no podía. Una gran lección, nos sentimos culpables por hacerla llorar. ¿Culpa? ¿Qué es la culpa? María comió y se quedó otra vez dormida con su eterna cara de felicidad.
Nacemos programados para ser felices y la sociedad nos inculca pensamientos limitantes y nos programa para que nosotros mismos pensemos que no podemos ni nos merecemos ser felices, a partir de ahí todos son boicots que nos prepara nuestro subconsciente porque nos han escrito en el papel en blanco del cerebro que no podemos hacer lo que realmente queremos…”parirás con dolor”, ¿y si una mujer opta por no parir con dolor? ”Ganarás el pan con el sudor de tu frente”, jajaja, pues yo amo lo que hago, sudo cuando hace calor, pero el resto del año gano mi dinero amando lo que hago, tengo la suerte de hacer lo que me gusta y que me paguen por ello, puede estar mejor o peor pagado, puede ser un mejor o peor trabajo, pero en cualquiera de mis facetas, mi trabajo es seguir aprendiendo, ¿cómo no me va a gustar? Casi 50 años y sigo aprendiendo y sorprendiéndome como un niño. Pues así es como quiero vivir, en equilibrio entre el bien y el mal, en equilibrio entre el niño interior y el adulto que representa mi cuerpo, y que nos dejen crecer y envejecer intentando, al menos, seguir buscando la eterna felicidad, esa que se consigue cuando tienes un hermoso jardín bien cuidado, a pesar de todas las espinas que nos habremos clavado para mantenerlo así de bello.