Nada es lo que parece
Nada, absolutamente nada, es lo que parece.
Vivimos en celdas abiertas mientras que nuestras mentes viajan por esos mundos oníricos fuera de sus propias celdas, nuestros cuerpos.
Calderón de la Barca pone en boca de Segismundo, al final del primer acto de su obra de teatro “La vida es sueño”, el siguiente soliloquio que da mucho juego para meditar en estos tiempos que corren.
Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.
Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
¿Es la vida una ilusión, una sombra, una ficción?
Me he pasado los últimos cuatro años repitiendo a mi hija que no deje que le cuenten la vida, que la viva. Que apague la televisión y todo gadget electrónico de esos que nos mantienen alejados de la realidad y de pronto, nos encerramos en nuestras casas y no hacemos más que consumir todo tipo de series, películas e informaciones que nos condicionan y nos invitan a vivir vidas que nos son nuestras ¿de verdad creamos nuestras realidades? Podemos crear el modo en que nos afecten ciertas realidades, ¿dónde queremos poner el foco de atención? Eso es lo que se potenciará en cada uno de nosotros.
Como dijo el insigne actor Rafael Álvarez, “El Brujo”, a quien entrevistamos en cierta ocasión cuando estrenó “Autobiografía de un yogui”, “de vez en cuando hay que recordar a los clásicos”, y añadimos, para dar valor a las ilusiones que vivimos en el presente, a la vida que teníamos, y a seguir soñando porque los sueños ¿sueños son?.