¡Qué bonito poder salir a buscar almitas emancipadas!
Desam. Ferrández, 1 de mayo de 2020
Lo bueno de salir con cierta asiduidad por la misma zona para dar algo de charla a los que viven todo el día al aire libre es que ya te conocen y te reciben con muchas ganas de hablar y ver qué es lo que hay hoy dentro de la bolsa que llevamos en las manos… las risas y la información sobre la actualidad salen sin necesidad de insistir. Hasta te alegras cuando reconoces alguna cara y dices “mira ahí está Tasio, nuestro amigo, el del otro día, vamos a ver cómo está”.
La verdad es que estas personas no necesitan comida, seguramente somos nosotros los que queremos creer que necesitan algo, quizás un poco de cháchara nomás… desde nuestra posición creemos que…
Hay alguna vivencia de las que nos cuentan que nos dejan sin aliento y sí, ya sé que todos tenemos nuestra historia, pero con alguna te quedas con unas lagrimítas bailando sobre los parpados. Todos hemos oído decir que México es peligroso, que hay delincuencia en la calle… pues la otra noche nos contó un mexicano que nada más llegar a Madrid, al bajarse del autobús en uno de esos barrios no muy seguros, le robaron la maleta con todas sus pertenencias y la bandolera con todo el dinero, 2800 euros, a punta de pistola, se bajaron cuatro tipos de un coche, le encañonaron y se fueron, regresaron y le arrojaron el pasaporte, se lo devolvieron… como si fuera el actor principal de una mala película, ¡venía de México la ciudad más peligrosa y le roban en cuanto pisa España!; lo contrataron para trabajar y después de 14 días trabajando, llega la crisis, ya no vuelve a ver al “jefe” y por supuesto le debe los días trabajados,le llama pero nunca le responde… evidentemente este angelito esta viviendo en la calle y aunque se le cae la cara de vergüenza, acepta un plátano y unos oídos, a la vez que nos regala su sonrisa, nos dice que somos de los primeros españoles que le hemos tratado bien, nos dice que es muy positivo, que estar en la calle es momentáneo y que saldrá muy pronto. Se ha hecho amigo de Totti, un joven camarero muy hablador con el que comparte calle. Ambos tienen aspecto aseado, educados y muy serviciales. Ambos están viviendo una experiencia que les marcará de por vida, como la huella que han dejado en nosotros. Nos cuentan que para ir al pabellón que han habilitado en IFEMA para alojar a los Sin Techo hay lista de espera.
Otras historias son más simples, un revés de la vida y te encuentras en la calle, desamparado y solo. Un señor más mayor, pasa de los sesenta, ha cobrado el paro pero no puede acceder a una habitación en una casa de huéspedes por miedo a que esté contagiado. Así que ha de pasar el tiempo bajo los soportales del teatro de la vida.
Nos llama mucho la atención, es impresionante, la cantidad de gente que reparte comida y alimenta el cuerpo de estas almas callejeras, sin embargo, de lo que carecen es de ropa interior y algunas cositas de higiene, como cuchillas de afeitar, pasa de dientes, champú. Gracias a que Jose Escudero, mi compañero de historia y el creador de la ONG Susurros de Luz, siempre les pregunta si necesitan algo, nos vamos enterando de las necesidades secundarias que tienen. Hasta hemos conseguido una biblia que nos pidió Abel, Ricardo nos ha pedido unos pantalones pues los que lleva están destrozados y huelen mal, estamos buscando unos, los roperos sociales y las tiendas de ropa están cerrados por lo que cuesta un poco más, pero los conseguiremos lo antes posible.
Hay una mujer que llama mucho mi atención porque al lado de su colchón hay un tendedero plegable y en la reja cuelga su vestido, debe de ser muy coqueta y ordenada y a pesar de estar en la calle no ha perdido esa cualidad, el resto de sus compañeros de sueños tienen su poca ropa en una bolsa. La verdad es que el tendedero parece como fuera de lugar, de hecho es la primera vez que veo uno como acompañante de estos caminantes incasables.
El domingo por la mañana fuimos a entregarles un desayuno caliente el cual constaba de café con leche, zumos, una magdalena y dos cruasanes, todo de panadería, la sonrisa que se dibujaba en sus rostros al ver el café humeante y los dulces nada más levantarse de sus improvisadas camas, nos nutrían el alma y hacía que nos olvidáramos del pequeño madrugón que nos tuvimos que dar para prepararlos.
Otras veces hacemos solo de “pasamanos” esto es que nos llaman para darnos una donación en forma de alimentos que ni siquiera llegan a casa, vamos a recogerla y por el camino ya se reparte parte del botín, lo que no hay que cocinar, la damos a las personas que hay sentados en la calle resguardando sus pocas pertenencias, y el resto va a donde sabemos que se le dará un buen partido, los grupos de acción social del barrio con los que cooperamos. La mujer voluntaria que recibe los alimentos que nos han donado no para de poner caras de sorpresa y gratitud “¡hasta cuscús, con lo que nos lo piden!”.
“Pasamanos” una palabra hermosa que aprendí en Paraguay de una hermosa ángel con cuerpo de mujer, Mina, la creadora del kiosco solidario de Asunción, quien pasó a mejor vida recientemente dejándonos con la pena de su marcha y con la alegría de todas sus enseñanzas.
Es muy reconfortante ver en los ojos de estas personitas esa nota de agradecimiento, no solo entregamos comida, también llevamos nuestras sonrisas y nuestras ganas de estar un rato compartiendo una charla rápida , a la vez necesaria, nosotros también necesitamos conocerlos un poco más para recordarnos, otra vez, que en cualquier momento podemos vernos como ellos, con el cielo como techo.
A veces necesitamos tocar tierra y ser más humildes, más respetuosos con todos, dejar el juicio muy lejos para aceptar a nuestro hermano tal y como es, con sus virtudes y sus defectos, este creo que es el principio del amor, aceptar a todos tal y como son, ellos hacen lo mismo con nosotros, nos aceptan tal y como somos.
Mil gracias a todos por vuestras aportaciones que hacen que podamos ofrecer este amor en el camino, realmente nuestra luz es la de todas las personas que hacen que esto sea posible, vuestra generosidad llega, nosotros somos sencillos “PASAMANOS”.
Todos somos susurros de luz.