Realidades paralelas
María, mi hija, me comenta ayer noche que ve, por la calle, más feliz a la gente que va con el móvil que a los que van sin él. Los que van mirando al móvil, guasapeando, esbozan sonrisas, muestran esas patas de gallo en los ojos, algun@s hasta ponen ojitos de tontones corderos degollados, como mi madre solía decir de los enamorados. Sin embargo, cuando una persona tiene que levantar la mirada de ese fatídico electrodoméstico portátil que es el móvil muestra una mirada de insatisfacción.
Da que pensar y me planteo muchas preguntas. Yo soy de los que salen de na reunión y veo si tengo whatsApps, la adicción a Facebook se va terminando pero para compensar y no tener síndrome de abstinencia, manejo cuatro cuentas de Twitter, amigo, tengo que atender los negocios, y manejo varios grupos en Facebook pero para las demás redes sociales no me da la vida.
Todo virtual, nos vendemos en base a las redes sociales.
¿Será que no nos gusta nuestra realidad?
Es curioso porque yo tenía a la madre de mi hija como una persona integra, que vive al margen de la tecnología, bueno, vivía. Ha conseguido un Sony Xperia con datos, sigue siendo integra, pero ya ha creado su mundo virtual, y ahora es de las zombies tecnológicas, como yo lo he sido y en menor medida pero lo sigo siendo aunque me pese. Ahora ya no levanta la cabeza, el cuello no pasa de los 45 grados, cuando antes me prohibía contar nada privado de nuestra familia ni subir fotos donde apareciesen ellas, ahora ella uso el diario de su muro de Facebook para contar al mundo lo maravillosa que es su vida. Eso es justo lo que hacemos, no nos ha pasado si no lo contamos o lo Twiteamos.
Vivimos vidas paralelas, hablamos de los universos paralelos y nos miramos extrañados, ¿será cierto? Pues aquí tenemos las respuestas. En mi blog, yo soy yo y en la vida real, soy otro yo, pero si vamos más allá, yo soy de una forma con mi hija, con mis amigos corredores, o con los fotógrafos o incluso con mi madre, entonces volvemos a la física cuántica que tenía un poco olvidada. Nosotros existimos en la medida en que somos vistos, y nos da forma aquellos que nos ve. Aquí encajaría muy bien, entonces, la teoría de los espejos, yo soy lo que tu ves reflejado de ti en mí, por ejemplo. O la teoría de Ortega y Gasset, yo soy yo y mis circunstancias, en la medida que éstas cambien, tu vida se modificará.
Volviendo al tema virtual, el otro día me preguntó una señora en la parada del autobús sí podía mirar en mi móvil cuanto tardaría el bus. Asome la cabeza al principio de la calle, vi que venía el autobús y dije, “un minuto”. Estamos tan acostumbrados a que nos cuenten la vida que se nos olvida mirarla, se nos olvida vivirla. ¿qué somos? Aparentamos ser el reflejo de nuestras vidas en el opaco espejo de la realidad virtual. Alimentamos nuestros egos en base a instantes creados por nosotros mismos, esos instantes pueden ser medias verdades que expuestas a luz crecen y entonces perdemos el norte, las preguntas ¿de dónde venimos? ¿Quiénes somos¿ a dónde vamos? Serán respondidas sencillamente con teclear las preguntas en un buen buscador de Internet, quizás no sean las mejores respuestas, quizás sea mejor trabajar toda una vida para responder, pero lo si lo ha dicho Google, será. A partir de ahí creo mis realidades.
Cuando tenía la edad que tiene ahora mi hija me sabía una buena listas de números de teléfono, hoy los guardamos todos en la agenda del móvil, pero para contrarrestar y agilizar la memoria recordamos… contraseñas, la del banco del cajero, la del banco de Internet, la de facebook, Twitter, o de las cien mil paginas que visitamos que necesitan una contraseña, que por otro lado, por culpa de los Hackers, o gracias a ellos pues así memorizamos más, cada vez son más largas y complicadas, la primera que tuve eran 4 números. Ahora tiene que tener símbolos, mayúsculas, números, minúsculas, casi tienen más caracteres que un twit. Nuestras mentes están ocupadas en cosas banales y aunque todo es consecuencia de algo, ¿cuál fue la primera acción que ha repercutido tanto en nuestras vidas? Algunos lo llaman progreso, hasta que una niña reflexiona sobre la felicidad en la vida cotidiana y descubre lo que la realidad aparenta.
Yo seguiré jugando con María en plena calle, riéndonos a carcajadas, porque al mirar a mi alrededor veo que más de uno nos sonríe como queriendo ser cómplice de algo que un día llamaron vida.
Jose M Escudero Ramos