Recordando a HANI
Serie de cuentos escritos por Desam Ferrández
De camino al trabajo me voy fijando en las flores que adornan el entorno y entonces me acuerdo de mi pequeña gran amiga Hani, a quien hace tiempo que no veo. Quiero recordar al lector que Hani es un pequeño ser mezcla entre hada y niña, vive en el bosque y que por su vibración la gente no la puede ver, de momento solo la veo y la oigo yo. Por suerte nos comunicamos telepáticamente pues seria difícil explicar a cualquier personita que me viera por qué gesticulo hacia el vacío en el momento que charro con ella, pues lo cierto es que hablo con un “ser invisible”.
Con este cambio de estilo de vida que he hecho tengo otras cosas en la cabeza. Cuando me adentro en los barrios que están a tan solo una cuadra (manzana) de las calles principales, lejos del ruido y humo de las grandes avenidas, parece que estuviera en otro lugar, es como si entrara en un bosque en el que los árboles invaden las aceras invitándote silenciosamente a que pasees debajo de su sombra aunque en realidad nos separe un muro. Mil florecillas de todos los tamaños adornan árboles y plantas, embriagando mis sentidos, tanto la vista como el olfato, su perfume se difunde por el aire mientras asoman tímidamente por esas murallas que dan seguridad a los humanos y a ellas, las plantas, las proveen de apoyo para escalar y subir más alto. El espacio que me separa de ellas solo es un muro físico pues siento que ese bosque repartido entre diferentes propiedades privadas, está energéticamente muy dentro de mí. Por cierto, algunas de esas propiedades son tan hermosas que dan ganas de saltar y jugar sobre su pasto.
Me imagino a Hani, o a otro ser similar, volando entre estos maravillosos lugares, disfrutando del clima y del abundante verde que nos rodea, también me la imagino dándose una ducha debajo de una de esas flores que tienen forma de campanilla, las hay de todos los colores y tamaños, después de la abundante lluvia, siguen resbalando gotitas. Hani se pondría debajo de una de ellas para bañarse como si fuera nuestra ducha, disfrutando, riendo y cantando, incluso hablando a la propia flor, dándole las gracias por esa improvisada y refrescante ducha.
Con está imagen me levanto al día siguiente y dirijo mis pasos hacia el bosque donde vive Hani, en cuanto entro en la arboleda la llamo telepáticamente para que sepa que ando cerca de su morada.
H: Holaaaa, me contesta con su voz cantarina.
D: Hola, contesto con una sonrisa cuando la veo llegar deprisa. Se abalanza sobre mí y me abraza. ¿Qué estabas haciendo?, ¿tienes un ratito para charlar? pregunto.
H: Estaba jugando con un colibrí enano, pero al ver que has llegado le dije que me venia a saludarte.
D: Gracias, querida. Quería invitarte a la zona donde me muevo ahora, seguro que la vegetación te encanta.
H: ¡Genial! dice mientras bate palmas. ¿Cómo vamos?
D: Vamos en auto, cuando lleguemos a la zona que te quiero enseñar ya pasearemos.
Dicho y hecho, nos ponemos en marcha y por el camino vamos charlando, telepáticamente, como buenas amigas.
Llegamos al lugar donde quiero que vea toda la arboleda magnífica que hay.
Salimos del auto, no quiero perder de vista la cara que está poniendo mi amiga, ha abierto tanto los ojos que parece que se le vayan a salir del rostro redondo y menudo que tiene.
H: ¡Gualaaaaaa! Exclama la pequeña mientras se dirige al parque.
D: ¿Te gusta?
H: ¡Síííí! Exclama. ¿Cómo pueden ser tan grandes esas hojas?
D: Pues no te sabría decir, pero si miras a tu alrededor, te darás cuenta de que los árboles y sus hojas son gigantes y dan una sombra enorme.
Hani sin pensarlo más se sube a una de esas hojas gigantes y la utiliza de tobogán resbalando sobre la superficie, quedándose flotando en el aire cunado la hoja se acaba para volver a subir y lanzarse de nuevo.
En su cara solo se ve la boca abierta, no para de reír mientras continúa lanzándose una y otra vez.
Cuando se cansa de ese juego se acerca y me pregunta…
H: ¿Volamos?
D: ¡Síííí! Tengo ganas de ver estos preciosos árboles desde arriba.
Hani tira de mi mano con suavidad y poco a poco siento que pierdo el contacto con el suelo, empiezo a flotar en el aire mientras soy arrastrada por la manita de la pequeña. Llegamos hasta más arriba de los árboles, me deleito con este paraje, es magnifico, creo que no había visto hojas tan enormes como las que hay en este lugar.
Así pasa nuestra mañana volando extasiadas por tan grande belleza, sintiendo como la suave brisa acaricia mi rostro, disfrutando de la compañía y del paisaje. Pienso que si las personas pudieran hacer esto seguro que también les encantaría.
H: Seguro que habría humanos que se emocionarían muchísimo.
Hani ha contestado a mi pensamiento y las dos echamos a reír, recordando cuanto me costó entender que oía mis pensamientos y que en realidad era su forma de comunicarse…
Después de jugar un buen rato acariciando las hojas más próximas al cielo, regresamos al lugar de donde venimos. Por el camino nos contamos lo que hemos sentido… esto me gusta. Creo que esta conversación la tendré más veces cuando vuelva de algún encuentro con otras personitas, ya que lo que cada uno siente tiene que ver con su realidad y su percepción del momento y conocer otros puntos de vista nos enriquece a todos.
Como siempre Hani un placer jugar con vos.
Gracias amiga alada.
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Me parece verla, la puedo imaginar. Y a ti con ella.