Sociedad de príncipes y Budas
Jose Mª Escudero Ramos. Madrid, 5 de junio de 2019
Vivimos en una etapa pre despertar al puro estilo Siddharta Gautama
Hablando el otro día con una alumna sobre la vida de Buda, me vino a la idea la situación en la que el príncipe Siddharta Gautama vivía recluido en su palacio porque su padre quería que conociese nada más que los placeres y bienes de la vida, así de las veces que el príncipe pudo escapar de palacio se encontró con la enfermedad, la vejez, el sufrimiento y la muerte. Entonces caí en la cuenta y encontré un paralelismo entre la vida del primer Buda y nuestra sociedad del bienestar.
Tras años, quizás siglos, de guerras, esclavitud, desigualdad social, se nos presenta la opción de tener una sociedad del bienestar y tras conseguir ciertos logros y alcanzar algunas metas solo nos queda aislar lo que nos puede producir dolor. Así que, poco a poco se han ido formando espacios a donde llevar a los ancianos, a los enfermos terminales, a los muertos: asilos, residencias y tanatorios. Aislamos aquello que nos produce dolor, lo que hace que nos planteemos el valor de nuestra propia existencia.
Yo he tenido la gran fortuna de poder velar a mi padre y a dos abuelos en el salón de casa de mis padres, lo cierto es que en las casas actuales por su reducido tamaño es más complicado a no ser que Ikea fabriqué velatorios que puedan servir de otra cosa, futones, por ejemplo, mientras no se use para lo que se ideó originalmente.
He crecido rodeado de abuelos mayores, eso me ha dado un bagaje en el cuidado de enfermos, en aprender cómo es el ser humano según se va haciendo mayor, he aprendido resilencia y a valorar el estar vivo.
La sociedad del bienestar no es estar bien al 100 % las 24 horas, aunque haya tiendas que abren todo el día para facilitarnos momentos de felicidad cuando lo necesitemos o bien porque sólo se vive una vez o porque tenemos que vivir tan deprisa que no podemos esperar a mañana, no sea que no llegue y me vaya a quedar con ganas de un helado, una cerveza o un bocata de lo que sea.
La sociedad actual es la de lo inmediato, quizás por eso ya no se reflexiona tanto, cada pocos minutos nos llegan mensajes nuevos que dejan a los que hemos recibido hace cinco minutos en cosa del pasado lejano.
No nos damos tiempo para meditar el origen de nuestras emociones, de sentirlas, de aceptarlas, integrarlas ni de dejarlas ir… quedan en algún lugar del alma esperando su turno para poder manifestarse.
Muchos de los “despertares” de las grandes figuras religiosas han sido realizadas tras pasar por un momento de gran dificultad. Una enfermedad, un accidente, una crisis o la muerte de un ser querido.
La sociedad del bienestar debería ser entendida, a mi modo de ver, como la sociedad en la que no se necesite ansiolíticos para vivir. Una sociedad en la que la armonía y la paz reinen, gobiernen para los lectores republicanos. La sociedad del bienestar emocional. Y eso solo se consigue mirando de frente a las emociones, a nuestras sombras, a aquello que nos asusta. El miedo no nos puede bloquear. A veces se sufre, pero el resto del tiempo hemos de seguir estando bien, valorando y agradeciendo.
Por mucho que huyas de la luz, la sombra siempre te seguirá. Cuanto más te acerques a esa luz que Ilumina, más grande será tu sombra, pero el camino que has recorrido para alcanzar la Iluminación es tu fortaleza, agradece y aprovecha tu experiencia para generar esa sociedad del bienestar emocional.
Os invito a que salgáis de vuestros palacios con la curiosidad de sentir, de observar, de hablar con desconocidos.
Salid y observad que el bienestar consiste simplemente en estar bien y para eso hace falta bien poco.
Vivid sin miedo a sentir, vivid sin miedo a la muerte y así cada día podremos decir: Estoy bien conmigo mismo y con los demás, he estado haciendo los deberes, hoy es un buen día para morir.
Excelente refñexion Jose. Totalmente de acuerdo con lo que dices