Superpoderes de a pie por José Luis Atienza
El pasado jueves 24 de septiembre tuvimos la oportunidad de hacer una hermosa presentación en la Biblioteca Municipal de Viladecans de nuestro libro solidario El superpoder está dentro de ti. El insigne escritor y periodista José Luis Atienza nos dedicó unas hermosas palabras que nos ha regalado para que compartamos con nuestros lectores y seguidores. Estamos muy agradecidos por su generosidad.
Superpoderes de a pie
La verdad es que me desconcerté un poco cuando Micaela me dijo el título del libro que presentamos. “El superpoder está dentro de ti”. Recuerdo que cuando estudiaba periodismo hice mi trabajo final de curso en la asignatura de Manolo Vázquez Montalbán sobre cultura de masas. Yo tenía poco más de veinte años. Lo hice sobre el Capitán América, pero nunca imaginé que Micaela, nuestra poetisa de cabecera, estuviese interesada en los superhéroes y los superpoderes.
Sin embargo, sí es oro todo lo que reluce en este delgado libro. Los superhéroes siempre quieren salvar el mundo, y José María Escudero, alma, corazón y vida de la idea de este libro, no ha querido ser menos. A pecho descubierto, sin capa ni escudo, ni trampa ni cartón, ha convocado a once superheroínas y tres superhéroes, a dar ideas sobre qué superpoderes podrían salvar a la humanidad de sí misma.
Lo hace mediante una propuesta que la prologuista Elisa Ferrer, escritora y ganadora del premio Tusquets 2019, define muy bien con una pregunta ¿Y si en lugar de disparar rayos, disparamos sonrisas por doquier? Sonrisas y buenas acciones que hagan feliz a la gente que nos crucemos por la calle, a quien más nos necesite.
Acostumbrado uno a la política donde la ambición de las promesas a menudo no se habla con la humildad de la realidad, me ha llegado al alma la sencillez de la propuesta de Susurros de Luz . Gestos de esperanza a quienes duermen cada noche al raso o a los pies de un cajero automático, a centímetros de los billetes y a años luz del dinero.
Es muy sencillo, escribe Escudero, salir a la calle y saludar, sonreír y charlar con cualquiera de las personas que viven en una caja de cartón. Dejar de hacer como que no están ahí, delante nuestro, dejar de hacer como que son transparentes y no les vemos, que no forman parte de la vida, que son la suciedad escondida bajo la alfombra de la noche en la ciudad.
Friedrich Dürremmat, de quien este año se celebra el centenario, decía tristes tiempos son estos en los que hay que luchar por lo que es evidente. Pues este libro prescinde de la tristeza, escribe con alegría y desenfado para defender aquello que debería ser evidente.
El primer relato, El despertar, de Raquel Soriano, parece tener banda sonora de comuna hippie, suena como Let in sunshine, deja entrar la luz del sol, pues no pocas veces tenemos cerradas las persianas del alma. No en vano, la heroína pretende abrir una brecha en la oscuridad encendiendo la luz de una sonrisa en otra persona.
También el segundo relato, Desde la nueva Gaia, con el final de la era Piscis y la llegada de Aquarius, parece tararear el himno de aquel año de número amoroso, el 69, el del musical Hair que saludaba a la simpatía y a la confianza, a la armonía y comprensión.
Y de comprensión con h, comprehensión, trata Destino, de José María Escudero, una historia, que se presume en parte autobiográfica, de cuando era un joven con prisa por llegar a ninguna parte.
En ella relata su experiencia con aquella señora tan difícil de tratar, la muerte, de quien recuerda que lo tiene tan seguro que nos da una vida de ventaja, hasta llegar a descubrir que para comprender el sentido de la vida necesitamos entender el significado de la muerte.
La era de Aquarius sigue presente en el relato La voz de la tierra, de Sara Sender, la era de paz y amor en el mundo a través del milagro de una voz que destila en su canto el amor a los frutos de la tierra, a los árboles, las ardillas, a las personas, como una nana de la Mamá Tierra a nosotros, sus hijos.
Nuestra Micaela Serrano nos lleva de la Tierra a los cielos en alas de su texto El vuelo de un angel, protegido por la diosa Atenea, que según la mitología era la diosa guerrera de la sabiduría, que prestaba alas de ángel al cuerpo, a la imaginación y a la escritura.
Tras la Atenea de Micaela llega el cuento La cúpula de Anaska Fisher, con Afrodita, la diosa griega que los romanos llamaban Venus, donde algunas mujeres poseen el poder de proteger los seres queridos con un escudo invisible que va pasando de madres a hijas, de abuelas a nietas.
En esta época de emails, WhatsApp y Facebook, Pilar García Gil, escribe La comunicación mágica, donde Alaine inaugura un taller donde enseña a los niños a inventar superpoderes, y así contagiarse del color de las flores, entender el lenguaje de la lluvia, de la noche y las estrellas.
Asistimos a la erupción del poder de la telepatía en la protagonista del cuento de Desam Fernández, Valentina para salvar la vida y la salud de los demás, a la bendición de Loto en la fábula con hadas y prodigios de Lola Sorribes, que transmite el don de la alegría a un mundo amenazado por el egoísmo, la desconfianza y la depresión.
Podremos acompañar a Jana, el hada madrina de la tierra, en la historia que nos cuenta Ana María Santos, donde el superhéroe es un roble centenario.
Como el pesimismo, el miedo al otro, o a la otra, ha inventado barreras, ha levantado muros y ha puesto policías y alambradas en las fronteras, Marta Aguilera nos receta en Manchator la cura en el inmenso poder del optimismo, porque el “sufrimiento es un dolor sin propósito, una tierra sin caminos”.
El libro cierra con tres historias. Leo y la ilusión, de Lucía Zafra León, donde reivindica el poder de la imaginación, precisamente para no olvidar que somos nosotros quienes dibujamos nuestra propia realidad, con El portal mágico, de María Florencia Moeremans Serrano, mujer, argentina, mitad humana, mitad energética, que nos transporta al telar mágico, para hablar con Gaia, la Tierra, al mar, al viento y aprender a vivir la verdad propia y dejar de vivir verdades de otros.
El título del último relato es una sola sílaba, Jon, de Juancho Escudero Ramos, la historia de una persona capaz de dar luz a la convivencia de un barrio, de encontrar soluciones donde parecía no haberlas. Cuando se fue su resplandor no se apagó, sino que le sobrevivió. Ante cualquier problema que pareciese insoluble una frase indicaba el camino de la solución. ¿Y si hacemos un Jon?
Estamos ante un libro de cien páginas que vale la pena leer y comprar. Leer porque hay catorce historias que respiran optimismo, y aunque no lo parezca no mejoraremos el mundo a base de aumentar desde el twitter, la barra del bar o la mesa camilla la cofradía del Santo Reproche, que bautizó Sabina, sino desde las pequeñas revoluciones de lo que tenemos a mano, cambiar el compadecer de lejos por el compartir de cerca magdalena y café con quien no tiene donde caerse vivo.
Leer este libro es apuntarse a imaginar ser mejores personas de lo que somos, primer paso para conseguir serlo de verdad. Leer este libro es divertirse con las catorce pequeñas historias que ayudan a comprender que la primera piedra para tener un mundo mejor es ser mejores personas. Comprar este libro es compartir el superpoder de hacer visible lo invisible y pensar que cuando los voluntarios de Madrid ofrezcan el calor de café y la compañía para vencer con Susurros de Luz el frío amargo de la soledad, de alguna manera aquel café, aquel calor, y aquella compañía en alguna medida será también cosa nuestra.
José Luis Atienza Ferrero, Periodista y escritor
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