Lecciones de humildad

Te quiero, pequeña mariposa

Escribo este texto como homenaje a mi hija María, hoy cumple 12 años.

Ahora mismo está celebrando su cumpleaños con su madre, los abuelos y unos amigos. Yo no estoy invitado porque su madre y yo estamos recién divorciados y estamos en esa fase de dolor en la que prevalece el orgullo antes que el bien de la niña. Como yo creo que todo pasa por algo, todo está bien, cada uno sacará sus propias lecciones de todo esto y en la medida en que nos afecte nos hará evolucionar. María es mi gran maestra, sé que ella lo llevará bien, nos echamos de menos, pero como le dije hoy antes de llegar al colegio “disfruta del presente, estate con quien estés y se feliz”. Yo solo deseo lo mejor para todos los miembros de la familia que estamos “sufriendo” este difícil momento. Tras este hermoso deseo le comentaba las palabras que Fidel Delgado me regaló un día en una entrevista, “cada día sufrimos unas micro muertes” yo añado, que nos harán tener micro renacimientos por los que saldremos fortalecidos. Micro reconfortados, hasta que volvamos a micro morir. Morir de nuevo, renacer de nuevo, vivir de nuevo. ¿por qué no aprovechamos la sabiduría de cada micro vida para evolucionar conscientemente en cada sucesivo micro renacer?

Una de las cosas que he aprendido de mi hija, quiero escribir hoy en este sentido homenaje, es su valor. Su manera de afrontar esta situación. Recuerdo que cuando tomé la difícil decisión de irme de casa, ella me invitó a un té y me hizo unas cuantas demoledoras preguntas. Yo respondí con sinceridad a todas ellas. Acabamos llorando de amor. Ella pensaba que la había abandonado, que las había abandonado. Le expliqué como una va tomando diferentes caminos, como sin que ella supiese, dejé un gran trabajo por su educación, preferí, preferimos en ese momento su madre y yo, que la pudiese criar antes que tener más dinero. Luego vino una crisis muy dura y las cosas materiales fueron disminuyendo pero nunca el amor, y si teníamos que jugar con una caja de cartón, jugábamos a que era un castillo, a tienda, un cohete, un barco…cuando se trataba de montar en patines o bicicleta, o incluso volver a correr, yo estaba allí, para disfrutar cada experiencia vivida.

El universo me puso a María en mi camino para que tuviésemos unas vivencias inolvidables, unos recuerdos, unos aprendizajes, para que nos contásemos historias o escribiésemos frases para la posteridad, como aquella que me dedicó un día muy enfadada “te odio con todo mi amor”. Después de aquello le falta un trozo de mejilla, pues me la comí a besos, jajaja. En el metro jugamos a ver quién cede más veces el asiento a las personas que van de pie, siempre me gana, jajaja; recuerdo aquella vez que el vagón iba lleno de gente y empezamos a contar una historia de piratas…”al abordaje” dije al llegar a la estación “vienen a por nosotros” y cuando nos dimos cuenta, dos chicas que iban al lado nuestro se subieron a nuestro barco y continuaron la historia, la nuestra la hicieron suya, crecí de adulto a niño, viví una aventura e invitamos a soñar a dos jóvenes. Soñar, vivir aventuras mil…

Otra historia del metro, más reciente, iba yo en mi mundo, pensando en no sé que historia, pensé que María se había sentado y sin mirar, depósito su pesada mochila encima de una joven que, inmediatamente me dice muy educadamente y con sorpresa “¿Qué hace?”. María al otro lado del vagón muerta de risa. Pues meses después, coincidimos con esta mujer y tenemos unas conversaciones preciosas, es de esas buenas amigas del metro, hemos hecho muchas. Cuando era pequeña nos poníamos siempre al principio del andén y María saludaba al conductor, un día paró y nos llevo en la cabina “por simpática”. Otra amiga del metro nos enseñó a hacer flores de papel con los resguardos de la compra del abono. Hay tanto que recordar y contar ahora que ya empieza a volar solo mi mariposa libre.

Es todo tan hermoso cuando entiendes que las cosas tienen que ser como son para que nosotros podamos ser como somos. Cualquier resistencia que intentemos hacer nos creará infelicidad.

Hija, Te amo libre y feliz.

Te quiero como eres.

No dejes nunca de vivir con esa alegría y tan intensamente porque con tu forma de ser, invitas a otros a soñar y a vivir, y a amar sin condición ni límites.

Gracias por todas tus lecciones, hija, pequeña mariposa libre.

 

 

 

 

Susurros de luz

Susurros de luz, la asociación que hace que las cosas bellas sucedan y además las cuenta.

Un comentario en «Te quiero, pequeña mariposa»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *