Una nueva lección del universo
El pasado domingo no tenía ni carrera ni cursos. Dormí lo que necesitaba, me desperté descansado, dispuesto a aprovechar bien la mañana.
Me dije tajantemente “hoy toca limpieza”, de esas limpiezas que aprovechas para limpiar a fondo, es decir, “limpiar” lo externo y lo interno. Hacer una “limpieza de cargas”, de cosas que nos vamos echando a la espalda y que no nos corresponden…
Desarmo y bajo a la calle el sofá que llevaba días esperando ser recogido por el ayuntamiento, estaba ocupando un espacio en casa haciendo que no fluyeran bien las energías; llevé, a un lugar donde reparten a quien lo necesita, varias bolsas de ropa usada que ocupaban un espacio vital en el hogar, y también atascaban la circulación de las energías y el buen Feng Shui.
Continuamos poniendo lavadoras y planchando. Mientras hago las faenas domesticas aprovecho para hacer un trabajo energético, limpiando y amando lo que tengo, es hermoso darte cuenta de todo lo que tienes a base de hacer tareas de la vida cotidiana, así no verás como un suplicio hacer ciertas cosas.
A las 7:30 p.m. termino y me dispongo a trabajar un poquito. Enciendo el ordenador, el cual necesita también que lo vacíe, que lo limpie y que lo actualice, pero nunca tengo tiempo para ello, necesito un disco duro externo que nunca puedo comprar porque el dinero que consigo lo gasto en cosas, según creo yo, más necesarias. Lo cierto es que trabajar con ese ordenador es un suplicio porque va lento, buff, a veces se hace eterna la cosa más insignificante.
El día anterior tuvimos visita en casa y mi mujer tapó el feo diferencial y la caja de fusibles sobreponiendo un lienzo con poca seguridad, de tal forma que se cayó varias veces haciendo que nos quedásemos sin luz. Yo lo vi como un peligro pero lo dejé ahí, a pesar de que tuve la intuición de que podría ocasionar un daño si se cayese y apagase la luz, mientras estuviese el ordenador encendido.
Como decía acabo de hacer mis tareas de limpieza en casa y enciendo el ordenador, mi hija viene a mi cuarto, juega, bromeamos y se va, mientras se marcha por el pasillo bailando feliz golpea el lienzo y cae, apagando los plomos. El ordenador no se acaba de encender del todo.
Subimos el interruptor del diferencial y vuelve la luz, doy al botón de encendido del ordenador, parece que va bien, de pronto hay un mensaje que se repite una y otra vez. No acaba de encender, error de arranque. Me quedo sin ordenador.
El primer impulso es cabrearme muchísimo…con mi mujer por poner el lienzo ahí, con mi hija por golpear el lienzo, pero pienso…yo sabía que podía pasar y dejé ese lienzo, mi hija solo quería hacerme feliz y vino a mi cuarto a saludarme…yo provoqué que eso pasase y María fue el instrumento, pero en verdad fui yo el que provocó, mejor fue el universo, el que hizo que me enfrentase a la LIMPIEZA del ordenador. Llamé a un vecino que me ayuda en casos de desesperación tecnológica, todo se puede salvar, me dice, los 250 gigas de información que tenía en el PC se salvan. Tengo que comprar un disco duro externo, tengo el dinero por mi reciente cumpleaños.
El domingo era el día de limpieza y lo que dices el universo te lo da, hace que se cumpla.
Días después tengo mi ordenador limpio, actualizado y mi disco duro externo con toda la información que guardaba y que hacía que en el viejo ordenador no me fuese agradable trabajar, a salvo en el nuevo disco duro externo.
Yo soy hoy más consciente, no podemos culpar al resto de lo que nosotros mismos provocamos o dejamos que pase, además, todo lo que pasa, por muy malo que parezca, es por nuestro bien.
He tenido una gran lección. Limpieza y claridad. La “suciedad” no me dejaba ver nítidamente.
Hoy trabajo mucho mejor que antes de la limpieza. La energía fluye, todo es hermoso, yo me siento aprendiz vivo y con ganas de seguir aprendiendo. Acepto con los brazos abiertos lo que el universo me da, porque sé que me quiere y pone a mi alcance todo lo que necesito en cada momento.