Desam Ferrández

Viendo la transformación

Pensamiento narrado y compartido por Desam. Ferrández

Castellón, 23 de junio de 2018

 

Explicar un estado me resulta complicado, todavía más difícil es explicar una experiencia que ni siquiera es visual.

Escuchando al cuerpo hago lo que él necesita, o eso creo, aunque mi mente diga “has de hacer, has de hacer, has de hacer…”

Mi cuerpo en esta ocasión habla claro pidiéndome “para, escucha”, estoy en plena conexión con él, le hago caso y lo acierto, en estos momentos donde solo pide descanso, lectura, silencio, es la mejor ocasión para desconectar de todo, apagar el móvil y sentir…

Por cierto y hablando de móvil, últimamente estoy muy cansada de tanto sonido, de tanto WhatsApp, de tanta conversación y quedadas; Creo que debe ser que cuando yo estoy conectada conmigo, cuando estoy concentrada en algo y suena el clic del móvil, hace que mi mente vuele rápidamente y me pregunta ¿quién será? ¿qué sucederá? ¿qué acontecimientos se están cociendo ahí afuera? Ese el motivo por el cual me siento así, consigue descentrarme de este ahora, en el que necesito sentir-me y no evadir-me, quiero estar dentro y no afuera.

Sí que es cierto que el WhatsApp es un buen invento, es una herramienta más, sin embargo cuando se me va de la mano puedo estar horas prestando más atención al insistente aparatito pero no me quiero enrollar con esto, ya que sólo es un pensamiento que últimamente me acompaña.

Sigo: esta mañana dejándome llevar por la maravillosa lectura de 38 cuentos para el alma con las Flores de Bach, al final de un capítulo, dejo a un lado la lectura, cierro los ojos y me centro en mi respiración, en mi postura, en mis percepciones, en “mí” en una sola palabra.

Observando cuál es la película que hoy pone mi tercer ojo, me quedo encandilada con las formas y colores que aparecen cuando miro directamente a mi entrecejo, veo como un color absorbe a otro transformándose en un tercero, cómo figuras sin una forma concreta danzan a pulsaciones, como si unos corazones las poseyeran, por encima de esta imagen hay unas chispas brillantes que no paran de vibrar, me siento a gusto viendo la escena que se desarrolla sin tener que hacer nada, quizás ahí este el secreto, ¡no hacer nada!, permitiendo que vea lo que sucede en mi propio cuerpo áurico, supongo que será en ese cuerpo donde sucede la proyección de esas energías impregnadas de todos los colores del arco iris.

Encontrándome en este estado y disfrutando de esta película, la mente empieza a narrar lo que está viendo a una persona invisible o, quizás me lo está diciendo a mí y le digo… “no hace falta que narres lo que estoy viendo, silencio por favor” y sigo otra vez concentrada en la danza de infinitos colores, de mágicas luces y divinos movimientos sinuosos, acompasados y suaves donde no hay brusquedad, solamente transformación de las imágenes, de formas, que no sabría ni ponerles nombre, En ese estado me encuentro cuando la mente aparece de nuevo…”este es el color marrón” y continua otra vez narrando la escena a alguien ajeno a la película.

Está mente solo quiere llamar la atención y le vuelvo a decir… “en silencio, ¿no ves que estoy divirtiéndome?” y sigo viendo como se difuminan los trazos, los brochazos de pintura, por llamarles de alguna manera. Esas imágenes que crecen y menguan desde un solo punto y desde ahí son capaces de abarcar todo, una escena cambiando de color para qué el espectador, en este caso yo, este entretenida mientras siento como la respiración sigue recorriendo mi cuerpo, desde la cabeza,, recorriendo toda la columna hasta el coxis y de ahí al colchón, aquí meramente abstraída no sé cuánto tiempo pasa, se podría decir que me he conseguido aislar en la mejor butaca del cine, donde no se oye ni respirar a nadie, ni ruido afuera, a pesar de que el ruido interno de mi mente insiste una y otra vez en contar algo que ni siquiera entiende.

Pues bien ahora es cuando dejo que entre la mente para poner palabras a una escena maravillosa, a la magnífica obra del sentido de sentir, “ahora sí, mente, eres la apropiada para poner palabras al precioso cortometraje que hemos visto, a través del tercer ojo, tú, yo y ese otro personaje qué mantenía su mano apoyada en mi hombro derecho”.

Gracias cuerpo por hablar

Gracias mente por callar

Gracias ser por apoyar

Susurros de luz

Susurros de luz, la asociación que hace que las cosas bellas sucedan y además las cuenta.

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