Vivir el presente
Hoy he tenido que hacer un trámite en un banco. He ido a ingresar un dinero que recaudaba como tesorero de un curso para la Asociación de Servicio Reiki.
He ido los últimos 7 meses a hacer esto mismo a una misma sucursal. Allí me atendía una joven pelirroja con una sonrisa muy amable pero una mirada triste.
Desde el primer día hemos hablado de la sociedad, de cómo estamos y como venimos, sobre todo algunos…y ella me escucha y me pregunta cosas…esas preguntas que implican meditar bien la respuesta. Carmen, así se llama, es como un espejo en el que mirarse. Su fragilidad, sus lentos movimientos y su amabilidad te hacen sentir bien a la vez que intuyes que podemos ser vulnerables.
Hoy me ha hecho, como digo, una buena pregunta.
Yo estaba contando el dinero y mientras hablaba del secreto de la felicidad, de entender que todo pasa por algo…entonces Carmen me calló y soltó ¿tú qué eras antes de ésto? Guau, ¿qué era? No preguntó cómo era…sino qué era.
Entiendo que todas las personas con las que me cruzo son maestros, cuando se intercambia una mirada hay un intercambio de energías, cuando se cruzan más de dos palabras se intercambia conocimiento, el saber sacar provecho de ello es labor de cada uno, quizás depende lo despiertos que estemos cada uno a cada instante por eso es bueno vivir el presente.
Nuestro aceptación de la realidad dependerá de nuestro estado de ánimo, pero lo más importante, de la etiqueta que llevemos en ese momento…¿qué era yo antes? ¿Antes de pensar así, antes de ser consciente, antes de despertar?… Por suerte hace poco escuche una conferencia de Wayne Dyer y me dio la respuesta…nosotros no somos seres humanos teniendo experiencias espirituales, somos seres espirituales teniendo experiencias humanas.
¿Qué era antes? Un maestrillo que enseñaba de otra forma, ahora me considero un aprendiz que observa y aprende de todos las personas con las que me cruzo. Maestro, sí, lo soy, pero he de quitarme etiquetas si quiero aprender; antes era…fotógrafo, sí, captaba instantes pero no los meditaba, ahora los medito pero no los congelo en una fotografía, los capturo con mi alma y los comparto con las palabras, con esas palabras que me obligan a ser mejor, a ser coherente y a creer en lo que digo cuando digo lo que pienso.
Gracias Carmen, por atenderme tan bien y por darme la oportunidad de aprender de ti, de tu jefe y de tu vida. Tienes un gran maestro a tu lado, y ya sabes, da más a quien más lo necesite, y él lo necesita y mucho.
Observemos, aprendemos, mejoremos.
Namasté