Yo no quiero ser víctima

Tenemos muchas opciones de ver y sentir la vida, una es como víctimas y crear nuevas oportunidades para sufrir día a día; o como triunfadores, sacando provecho hasta de cada caída. En otro post escribí que hasta de las derrotas se puede salir victorioso. Esa es la actitud correcta, al menos para mí.

Podemos tomar el camino del victimismo, y cargarnos con sufrimientos ajenos e inventarnos el que no existe ni existirá y nuestro cuerpo enfermará como se agrieta una copa de cristal.

El camino de la victoria es el mejor, pase lo que pase es una lección para aprender y como tal, hemos de ver el lado positivo hasta de lo más negativo. Todo pasa por algo, para algo.

Hace tiempo tuve la oportunidad de hacer de ángel custodio en un taller sobre la muerte y me resultó sorprendente descubrir como los ángeles hacen para comunicarse. Siendo así que cualquier caída aquí podría ser considerada una zancadilla de un ángel para que no te choques contra un muro más adelante, porque ese golpe podría ser mucho peor.

Al principio, el universo nos habla en susurros, los escuchamos, bien, que no, pues nos grita, que seguimos sin oírlos, pues otro grito, al final si no vemos los mensajes, las señales, ni escuchamos los gritos, se ocuparan unos y otros de que despertemos.

Yo agradezco cada cosa que me pasa en la vida, bueno o malo, ¿quién soy yo para juzgar lo que es malo si todo es aprendizaje?

Lo que tengo claro es que yo no quiero ser víctima, me niego. Ya lo he sido bastante, ahora toca disfrutar de los aciertos, aprender de los errores y despertar. Levantarme de cada caída, sonreír y agradecer por cada oportunidad que nos da la vida para volvernos a equivocar, despertar, aprender y seguir disfrutando de nuestro permanente camino de evolución.

Me encanta triunfar día a día a pesar de los errores. ¿errores?