Carrera de sacos, el cuento
Carrera de sacos, cuento escrito por Jose Mª Escudero Ramos, 31 de octubre de 2019
Esto pasó hace mucho tiempo, cuando la educación en las escuelas era muy estricta. Enseñaban a competir entre los alumnos, no importaba cuanto podrían recordar de todo lo aprendido tras acabar el curso, se trataba de ser el mejor a cualquier coste. Las normas impuestas siglos atrás jamás habían sido cuestionadas.
Cada año hacían competiciones deportivas. Para los chicos era muy importante ser el que llegase más alto, más lejos, más rápido. Tanto así que muchos jóvenes rompieron su amistad de años por estas competiciones.
Esto que voy a narrar cambió la forma de ver la vida en ese colegio, ahora tiene una educación de vanguardia en donde se enseñan los valores más esenciales para la convivencia, que no supervivencia, entre seres humanos.
Todo empezó en los previos de la carrera de sacos. Había una red, obviamente ilegal, de apuestas en la que hasta los profesores participaban. Este año estaba muy reñida porque dos amigos muy especiales se tenían que enfrentar en la carrera. Hasta ese año habían participado siempre en el mismo equipo pero ese día les tocó cambiar de compañeros. Les llegó el momento de enfrentarse a su verdadera amistad.
Días atrás, los provocadores del colegio, esos alumnos a los que les gusta enfrentar, los que nunca se mojan pero siempre tienen una palabra de provocación para que los demás salten y se peleen, hacían de las suyas para que los ánimos se caldeasen y las apuestas subiesen.
Los dos amigos tuvieron sus roces y se dejaron de hablar, incluso hubo algún cruce de miradas de odio que, en cuanto dejaban de mirar se convertían en miradas de pena, incluso alguna lágrima dejaron caer cuando nadie les veía…
Eran tan buenos amigos, como almas gemelas, que los dos cada uno en su casa pensaba lo mismo. ¿Cómo hemos podido llegar hasta aquí?
Llegó el día de la confrontación. La carrera estaba preparada. Los siete sacos en la línea de salida, aunque los otros cinco contrincantes sabían que no tenían nada que hacer, allí estaban dispuestos a darlo todo para no llegar en último y convertirse en el hazmereír de turno de una sociedad cada vez más cruel.
El público animando con gritos de todo tipo. Los que habían apostado dinero sonaban más vehementes, a esos no les importa disfrutar del momento. Los directores, profesores, madres y padres miraban con ansiedad… ¿Quién ganará?
El juez de pista pone a todos en línea, da la orden de que preparen sus sacos. Comienza la cuenta atrás…tres, dos… ¡vamos!
Salen los siete mientras el público grita, dicen palabras de odio, se ríen menospreciando el esfuerzo de los atletas.
De pronto, uno de los dos amigos se cae. El público se pone de pie, unos insultan, otros animan al joven que les va a hacer ganar dinero, no importa nada más. El que sigue en pie va tomando distancia, se ríe, no sabe que se ha caído su amigo, solo escucha los gritos y se siente felizmente triste, de pronto, mira para atrás, ve a su amigo y tiene un momento de lucidez. Recuerda todos los buenos momentos que han vivido juntos. No puede competir contra nadie, siempre han disfrutado juntos de todo, de los juegos, del momento, de un sencillo atardecer montando en bicicleta o corriendo por el monte. ¿Quién quiere ganar? ¿Quién quiere competir? La vida se disfruta si se comparte. «No quiero ganar así, ni siquiera sé si quiero competir ya» pensó. Se paró en seco, los otros cinco chicos hicieron lo mismo. Retrocedió para ayudar a su amigo. El público cayó,se hizo un silencio absoluto. “Nos tienen prisioneros bajo sus normas, el saco simboliza que nos tienen atrapados, pero la vida no es competir, es compartir.” Los otros cinco corredores, al igual que todo el público, escucharon estas palabras.
Los siete participantes llegaron a la vez, abrazados, riendo, disfrutando, dando brincos en sus viejos sacos de carreras. Tras cruzar la meta, sueltan los sacos ayudándose unos a otros, entre ellos, entre compañeros.en ese momento descubren la libertad.
La felicidad es real si se comparte.
El día en que cambió el sistema fue el día en el que cayeron los sacos y descubrieron la libertad. Desde entonces este famoso colegio se ha convertido en estandarte de la nueva enseñanza y estos dos amigos, ahora, enseñan ética y valores como lo hicieron un día con su ejemplo.