cuentoDesam Ferrández

Dix y la humana llamada Amanda I por Desam. Ferrández

Eran las once de la mañana y Dix estaba haciendo la ronda normal en la biblioteca cuando al girar una esquina se tropieza con la mirada de una humana, se queda quieto, a ver si con un poco de suerte la humana estuviera mirando, y no viendo, para poder escabullirse y desaparecer del foco de visión.

La suerte no acompaña al ratoncito y la humana sí le está viendo, aunque esta se frota los ojos con gesto de no puede ser lo que estoy viendo. Nuestro protagonista empieza a sudar esperando estremecerse con el fuerte grito que espera de la humana en cuanto deje de frotarse los ojos.

«Ups, en qué lío me he metido», piensa Dix, mientras sigue como pegado al suelo.

La humana deja de frotarse los ojos y mientras se limpia las gafas dice susurrando ¡es cierto que hay ratas de biblioteca!

Dix: Pues claro_ responde Dix sin pesar. 

Amanda: ¡Y además hablas! 

D: Claro, y tú _ dándose cuenta de que la humana no grita y en lugar de lo esperado establece conversación.

A: ¿Qué haces en la biblioteca? 

D: Trabajar. 

A: ¿En serio estás trabajando aquí? 

D: Sí, ¿hay algún inconveniente?

A: No. No, no, curiosidad nada más. 

Siempre he tenido la creencia de que yo en otra vida he tenido que ser una rata de biblioteca porque me encantan, me encanta su olor, sus libros, sus paredes, me encanta todo de una biblioteca, hasta las lámparas. Pero lo decía a modo gracioso, por el tiempo que estoy en las bibliotecas, sin imaginar nunca que de verdad hubieran ratas en las bibliotecas, y mucho menos trabajando.

D: Ah, pues te diré que vengo de una generación de bibliotecarios, es un trabajo muy común entre los ratones. Lo que ya no es tan común es que un humano, humana en este caso, no grite, salte y me tire un libro en cuanto me ve y, mucho menos, que esté hablando conmigo; eso ya es flipante.

A: ¿Has dicho flipante?

D: Sí, ¿por qué? es la palabra que me ha salido, pero si no quieres flipante busco un sinónimo, me voy a Libro de Sinónimos, busco un sinónimo y sanseacabó. 

A: ¿Has dicho sanseacabó?

D: Sí, ¿qué pasa, es que no lo has oído nunca?

A: Claro que lo he oído, pero no de la boca de una rata.

D: Parece que dices rata en tono despectivo.

A: No por favor, no es en tono despectivo.

De hecho ni siquiera sabía que las ratas hablaran, y mucho menos que pudiera comunicarme con una como lo estoy haciendo contigo. Perdona, soy una maleducada no te he preguntado cuál es tu nombre.

D: Me llamo Dix. 

A: Gracias, ¿te hablo de usted o de tú? 

D: El tono informal de tú ya me viene bien.

A: Gracias, Dix, es un desahogo porque el de usted no lo utilizo… decir nunca sería exagerado, pero casi nunca.

D: ¿Y tú o usted cómo se llama? Para no ser descortés, como bien has dicho.

A: Me llamo Amanda.

D: Bonito nombre para una humana.

A: Gracias. Me gustaría que me contaras cómo trabajas y qué haces aquí en la biblioteca y si es un trabajo remunerado o voluntario.

D: Creo que deberíamos salir de este lugar para no molestar, si queremos seguir con la conversación. Además, Amanda igual tienes varios ojos mirándote porque estás hablando sola mientras miras hacia el suelo.

A: Uy, es cierto, no me había dado ni cuenta, ja, ja, con la sorpresa…

Si quieres nos vemos afuera, en la plaza que hay a la salida de la biblioteca.

D: Sí, me parece bien.

Una vez fuera los dos se sientan en el mismo banco y estando a una altura más adecuada para entablar conversación continúan donde la habían interrumpido.

A: Por favor, Dix, cuéntame qué es lo que haces.

D: Pues nada anormal, la biblioteca de noche se llena de más ratones que ayudan a que los libros se encuentren en su lugar y esté todo en orden. Los libros también tienen vida, algunos cuentan sus experiencias con los humanos, es un momento distendido y, dependiendo del carácter del libro, puede ser muy divertido. Otras veces hay que hacer algún cambio, o cubrir alguna necesidad. Cuando son cosas serias hacemos una reunión donde aportamos ideas.

A veces hablamos de cómo va la biblioteca, los visitantes que ha tenido la sección de niños o qué sección se está quedando sin libros porque no los devuelven.

Hay veces que hay mucho movimiento. Algo que ahora nos preocupa y es muy importante es que casi siempre vienen los mismos lectores, estamos planteando lluvia de ideas para que vengan lectores diferentes.

A: Wow. ¿De todo eso hablas con los libros?

D: Sí.

A: Me estás diciendo que igual que tú y yo estamos hablando, ¡los libros hablan contigo y con tus compañeros de trabajo, o sea, otros ratones!

D: Pues sí, no le veo el descrédito.

A: Y yo no le veo el crédito. 

En este momento no sé si creerme tan siquiera que estoy hablando contigo y estoy manteniendo esta conversación, como para encima creerme que tú tienes una conversación con los libros. Sí, es todo tan normal. Escucha, ¿no habrá aquí una cámara oculta?

D: Amanda, ¿cómo vas a creer que en la biblioteca hay una cámara oculta?

A: Tú sabes que quiero decir con lo de la cámara oculta, ¿Verdad?

D: Claro, tengo hasta tele en casa, sé todo lo que se refiere a documentación escrita y visual sobre la vida en las calles de las ciudades y demás. No he viajado mucho y no he salido al extranjero, solo me muevo en esta ciudad. Alguna vez he viajado a algún pueblo cercano a ayudar o echarle una mano a alguien, pero vaya, no es lo habitual. 

A: A echarle una mano… dirás una pata. 

D: Bueno qué tiquismiquis, a echar un cable, como quieras decir.

A: Oye, Dix, ¿puedo ir esta noche a la biblioteca contigo?

D: ¿Qué pasa, que no crees lo que te digo y quieres comprobarlo de primera mano?

A: Te voy a ser sincera, tengo mis dudas, dudo hasta de que toda esta charrada que estamos manteniendo sea producto de mi propia imaginación o incluso un sueño. A parte de mis dudas nunca he estado en una biblioteca de noche y eso me encantaría, y si además añado la posibilidad de oír a los libros hablando, sería más que alucinante.

D: Hey, creo que se puede gestionar.

A: ¿Gestionar?¿Tienes que gestionar algo? 

D: A ver, que no trabajo yo solo en la biblioteca, además está el respeto hacia los libros, tendré que avisarles de tu visita. 

¿A ti no te parecería descortés que yo llevara a mi amigo a tu casa sin decirte que nos vamos a presentar?

A: Hombre, dicho así, sería un poco feo que no me avisaras y además acompañado.

D: Pues lo mismo con los libros, es su casa, están acostumbrados a estar solos de noche, es su tiempo de reunión, de comunicación y de intercambio con sus congéneres. Tengo que avisarles de que vas a ir a verles y si alguno no quiere hablar o no quiere ser visto que se esconda en la balda más alta.

A: Claro, yo no quiero incomodarlos, solo me gustaría verlo y si me quieren hablar estaré encantada y si no, respetaré su decisión. 

D: Podemos hacer una cosa, a la noche yo les cuento y si te parece bien, mañana quedamos en este mismo banco a las 11 de la mañana.

A: Me parece perfecto, hasta mañana.

En lugar de regresar al trabajo y esperar hasta la hora de la comida para contárselo a Cloe, Dix se va corriendo a casa…

D: Hola cariño, vengo entusiasmado y con un poquito de, no sabría cómo llamarlo, expectación, diría yo.

Cloe: ¿Qué te ha pasado?

D: Pues verás, en la biblioteca me he encontrado con una humana que me ha mirado y no ha gritado, ni ha pedido auxilio diciendo que hay un ratón. Se me ha quedado mirando y me ha preguntado mientras se limpiaba las gafas ¿es cierto que hay ratas de biblioteca?

Dix le sigue contando a Cloe con todo lujo de detalles la conversación que ha mantenido con Amanda.

C: Dix, la verdad es que eres muy atrevido, yo no sé si a los libros les va a gustar la idea. ¿Esa humana no será una infiltrada, o alguien que les quiera o nos quiera hacer mal a todos?

D: La verdad es que eso no se me ha ocurrido, no tenía mala pinta, yo vi que era una mujer normal que estaba leyendo en la biblioteca.

C: A ver, muy normal no puede ser cuando entabla conversación con una rata.

D: Ya sé que habitual no es, pero nuestra conversación no fue conflictiva, ni me preguntó dónde vivíamos, ni nada que me incomodara.

C: No hace falta que te pregunte dónde vives, sabe donde trabajas e incluso sabe que por la noche estás en la biblioteca junto con los compañeros y que los libros no se mueven de ahí, no pueden huir, por lo que si quisiera hacer algo malo podría hacerlo sin que nadie se lo impidiese.

D: ¡Buah! yo no pensé en nada de eso, me pareció fantástico que quisiera hablar conmigo, que no se asustara y que tuviéramos una conversación tan amena.

C: ¿Se lo vas a decir a los libros?

D: Claro, he quedado con Amanda que preguntaría a los libros si permiten que vaya, si hay alguno que no quiere que se suba a la estantería de arriba para no ser visto y los que quieran que estén en la zona baja. 

C: No sé, Dix, es que me parece todo tan atrevido.

D: Un poco atrevido sí que es y eso le da vidilla.

C: No sé si yo me atrevería o incluso si me fiaría de la humana. 

D: A lo mejor si la conocieras te fiabas más.

C: Podemos hacer una cosa, si los libros permiten que ella vaya a la biblioteca, yo puedo acercarme sin que me vea y desde una distancia prudente, mirarla. ¿Es guapa?

D: No sabría contestarte porque no sé cuando una humana es guapa.

C: Pues vaya. Cuando sale una locutora bien vestida y arreglada en la tele si que exclamas, jolín, qué guapa.

D: Cierto. Me ha parecido una joven normal iba con vaqueros y una camiseta, ah, y gafas para leer.

C: Bueno, no se hable más, si los libros te dan permiso, yo quiero verla.

D: Vale, además hasta me puedes acompañar a la biblioteca para hablar con los libros y decirles la visita que van a tener.

C: Gracias, Dix, me apetece muchísimo. Prefiero ver de cerca la tapa que ponen los libros, a que me lo cuentes tú.

Se acerca la noche y Dix cada vez está más nervioso, la conversación con Cloe le ha generado dudas, sin embargo, la emocionante visita de Amanda sigue estando en pie, una humana que le encantan los libros, las bibliotecas y que se ha atrevido a hablar conmigo_ piensa Dix_ no puede ser una visitante más de la biblioteca, y eso es muy apasionante.

Cierto es que la conversación no ha sido nada extraordinaria, pero al contárselo a Cloe, ha entrado la duda en su cabeza. Su amada piensa que pueden haber segundas intenciones y eso le ha hecho ponerse tenso durante toda la tarde.

¿Y si la intuición de Cloe es correcta? ¿Y si Amanda ni siquiera se presenta mañana? Yo quedaré como un tonto. No quiero pensar más, pido ayuda a mi ser interno para que me ayude a tomar la mejor decisión y a decir las palabras más adecuadas_ decretó.

Dix abre la puerta de la biblioteca seguido de Cloe. 

D: Hola_ saluda a los libros.

Libros: Hola Dix, hoy has venido pronto.

D: Sí, es que tengo un asunto que tratar con vosotros.

Libros: Qué bueno, pues hacemos reunión.

D: Por favor.

Libro 1: Chicos vamos a hacer reunión, acercaros e ir pasando el mensaje.

Poco a poco los libros se van acercando y cogiendo sitio.

El cabecilla de los libros dice a Dix: cuéntanos.

D: Tomar asiento porque lo que os voy a decir no es una cosa muy usual.

Dix empieza a narrar toda la conversación que ha mantenido con Amanda y pide a los libros que le den permiso para que Amanda entre por la noche a la biblioteca, a verla y a hablar con los libros que quieran hablar con ella. El que no quiera, respetarán su decisión, se puede quedar retirado y ya está.

Los libros ponen un grito mayúsculo en las páginas. Eso no es posible_ dice uno.

D: ¿Concretamente a qué te refieres cuando dices eso no es posible?

L1: Una rata hablando con una humana, ¿Desde cuándo habláis el mismo idioma?

D: Eso mismo creía yo, sin embargo ella me ha entendido a la perfección.

L2: Dix, ¿podemos fiarnos de ella? A ver si viene con un mechero para quemarnos.

D: No, si le encantan los libros.

L2: Sí pero a lo mejor le gustan churruscaditos. 

D: A mí la impresión que me ha dado es que le gustan los libros, como en la conversación que mantuvimos le dije que hablaba con vosotros, ella quería hablar con vosotros para tener esa experiencia, pero de buen rollo. Le encantan las bibliotecas, le encanta leer, vaya, yo vi a una muchacha normal.

L2: Un vándalo, o un pirómano, tienen aspecto normal.

D: Tenéis razón, a lo mejor me he precipitado, Cloe tampoco las tiene todas con ella. Aún así, insisto, también cabe la posibilidad de que Amanda ni siquiera venga mañana a nuestra cita, pero si viene, ¿qué le digo?, ¿Qué no me he fiado de ella y no os he dicho nada?

L1: Eso sería una mentira. 

D: Ya. También le puedo decir que no queréis visitas humanas porque no confiáis en ellos.

L1: Pensemos en otra opción, puedes decirle que necesitamos una muestra de que no nos va a quemar, ni tiene intención de hacernos daño.

D: Cómo se hace eso, ¿Qué muestra pido? 

L2: Que deje en la puerta su tarjeta bancaria y su DNI. Se lo queda alguien fuera, así si pasa algo en la biblioteca, sabemos quién es.

D: Lo del DNI puede ser una buena idea, aunque con lo de la tarjeta bancaria ya me parece que os pasáis.

L1: Sí, a lo mejor eso no es buena idea, tampoco sabríamos qué hacer con la tarjeta bancaria.

D: Perfecto, le digo que tiene que dejar el DNI fuera de la biblioteca y que al salir se lo devolvemos, si ella acepta ¿Qué día puede venir a veros?, ¿mañana mismo?

L2: A mí no me importa que sea un día u otro o si nos ve de día o de noche.

L3: Pues a mí es que esas cosas tan novedosas no sé si me gustan, suenan un poco raro.

Libro azul: Cierto que no es usual, pero no sé por qué nos tiene que parecer mal si lo que queremos es que la gente lea.

L3: Ya, libro azul, pero es que ella ya lee. Aunque venga a vernos de noche va a leer igual.

Libro de tapas blandas: Eso es verdad. 

D: Lo podemos hacer a votación, desde luego si ella no deja el DNI ya le digo que no puede venir, y si acepta, ¿Quién querría hablar con ella?

Varios libros de aventuras se acercan rápido corriendo: yo, yo, yo quisiera hablar con ella, a mí también me gustaría.

D: No esperaba menos, atrevidos. 

Los libros de caminos también se acercaron, los libros de misterio se quedaron próximos con las tapas bien atentas, contestando «yo no quiero ser el primero en hablar, pero el segundo o tercero no me importaría». 

D: Genial, ya sois varios los que queréis hablar con ella.

L1: Tampoco hace falta que organicemos el orden, si en el momento en el que entra nos da mala sensación que hable solamente con dos libros y que se vaya. Si nos cae bien pues charlamos un poco más, tampoco vamos a hacer una tertulia de dos horas.

D: No hace falta mantener una tertulia muy larga, tenéis que descansar y dormir porque al día siguiente hay trabajo otra vez .

L4: Eso pienso yo, que hable con los de aventuras y luego que se vaya. Que se vaya a su casa y a dormir, ja, ja. 

L5: Eso la mandamos a dormir cuando nosotros estemos cansados. 

L1: No, libro de insomnio, que tú no te vas a cansar, estarías toda la noche hablando con ella.

L5: Bueno, si me resulta agradable no me importaría darle cháchara toda la noche.

No, si ya decía yo, que al final no nos deja dormir_ seguían opinando los libros.

D: Esto me está gustando, tenéis ganas de hablar con ella.

Libro de aventuras 1: Eso sería una aventura nueva para escribir, yo quiero escribirla.

L6: Venga te cedemos el honor, tú serás el escritor de la nueva aventura.

D: Me encanta que sean tan atrevidos y dispuestos a vivir experiencias nuevas y, de rebote, empáticos conmigo ya que Amanda me ha parecido amable y simpática.

L7: Uy, Dix, igual Cloe no está tan convencida de eso.

C: Chicos no sean malos, yo no me opongo a nada de lo que haga Dix, pero cierto que me parece muy atrevido dejar entrar aquí a una humana sin conocerla y ¿Para qué?

L1: Pues yo creo que por lo que dice Dix es mera curiosidad, no le veo ningún fondo malo a la situación, a menos que veamos que entra con una bengala.

L8: Hombre, si la vemos con una bengala ya no la dejamos entrar.

L9: Y con un mechero ¿Sabes el mal que puede hacer en una biblioteca una persona con un mechero?

D: Desde luego que creativos sois y vaya verborrea que tenéis todos. 

Libro de la sabiduría: A mí me gustaría dar mi opinión.

D: Adelante, libro de la sabiduría, te escuchamos.

Libro de la sabiduría: Yo creo que sin conocer a la persona no se le puede juzgar, hasta que no hablemos con ella no sabremos sus intenciones. Otra forma de estar más tranquilos sería que en lugar de entrar Amanda a la biblioteca, salieran dos o tres libros junto a Dix y la recibieran y hablaran con ella afuera. Sin duda, la humana disfrutaría igual de la experiencia de hablar con libros.

L2: Hey, eso está bien pensado así no tendríamos miedo de quemarnos. 

L8: ¿De qué otra manera puede atacar a la biblioteca? 

Libro de artilugios: Pues yo diría que de muchas maneras. Dentro de mis páginas hay muchas formas de romper, triturar y destrozar cualquier espacio con máquinas o sin máquinas.

D: Ja, ja, yo creo que eso ya es ponerse en lo peor, yo no le veo pinta de querer romper nada, es una mujer de estatura media, corpulencia media y no tiene cara de asaltante ni nada parecido. Creo que estamos sacando las cosas de contexto.

L1: Yo creo que como algunos tenemos miedos y dudas, para sacarnos el miedo hacemos lo que ha dicho el libro de la sabiduría; dos libros hablan con Amanda fuera de la biblioteca y si entre los libros, Dix y Cloe ven que no tiene malas intenciones, pues que pase dentro de la biblioteca para verla y que hable con algún ejemplar más.  

L2: Y si lleva en la mochila algo para prender fuego, romper, mojar o hacer mal, entre los libros de lucha libre, boxeo y deportes le hacemos un placaje y la inmovilizamos.

D: Ja, ja, ja pero qué brutos sois. Mañana quedo con ella y le diré que no traiga nada que nos pueda mojar o quemar, a ver qué cara pone.

L1: Eso, no le demos tantas vueltas, queda con ella y ya vemos.

Dix y Cloe salen de la biblioteca en dirección a casa.

D: Ves Cloe, no ha sido tan difícil.

C: No, solo hemos estado dos horas hablando con los libros y todavía no sabemos cómo haremos cuando venga Amanda, pero, como tú tienes muchas ganas y te ha parecido agradable, vamos a darle una oportunidad y a ver cómo se siente ella también.

D: La conocemos y luego hasta podemos ser amigos, aunque en nuestra casa no va a poder venir nunca a cenar porque no cabe, pero nosotros a la suya sí, ja,ja.

Al día siguiente Dix va al banco donde había quedado con Amanda, un poco nervioso por la incertidumbre, aunque convencido de que Amanda iba a ir.

Amanda ya le estaba esperando en el banco.

A: Hola, Dix, cuéntame, qué te han dicho los libros y tus compañeras.

D: Primero, no estaba seguro de que vinieras.

A: ¿Por qué? Si habíamos quedado. 

D: Ya, pero como no es habitual que un ratoncito tenga una conversación con una mujercita, casi estaba dudando de si me lo había inventado todo o ni siquiera te había conocido y era todo un sueño.

A: Qué curioso porque yo tuve el mismo pensamiento. A ver si me habré inventado que he estado hablando con una ratita. Con esa manía que tengo de llamarme «rata de biblioteca», a lo mejor hasta lo había soñado.

D: Qué bueno, hemos tenido casi el mismo pensamiento.

A: Sí. Venga cuéntame que te dijeron. ¿O no se lo has preguntado?

D: Si les pregunté. Me dijeron que estamos un poco locos y tenían dudas sobre ti. Que a ver si quieres quemar o hacer algo en la biblioteca o, incluso, si no eres mujer de confianza.

A: Eso no me lo esperaba, supongo que será normal. No tengo intención de hacer daño a ningún libro, ni a la biblioteca, tampoco a ningún ratón. La conversación que ayer mantuvimos fue natural y espontánea, al decirme que hablas con los libros me pareció fascinante poder tener esa experiencia. No vivo en tu mundo donde hablar con un libro es posible y como yo tengo veneración por los libros… de hecho no quiero que se estropeen, ni se rompan o rayen. Hace bien poco que me he acostumbrado a que los libros se tienen que estropear del uso. Con esto que me dices no me van a dejar entrar. ¿Verdad?

D: Bueno, hemos puesto una norma. Hemos pensado que si no llevas mochila, no llevas encendedor, no llevas agua, no llevas nada que pueda agredirnos ni hacernos daño, dos libros saldrán fuera de la biblioteca y hablarán contigo. Yo estaré con vosotros.

A: ¡Jope! Acepto. Tengo tantas ganas de hablar con los libros que no llevaré nada más que las llaves y el móvil. De todas formas no fumo por lo que no tengo ni encendedor, no llevaré agua y hasta si quieres te dejo el DNI. ¿Puedo llevar las gafas?

D: Sí claro, aunque para hablar no creo que las necesites.

A: Cierto, aunque a lo mejor algún libro de los que hablan, se deja coger.

D: Supongo, eso no lo comentamos.

A: Me dejas así un poco chafada.

D: Mira, yo creo que va a ser todo más fácil, los libros que salen a hablar contigo verán enseguida que no quieres hacerles daño y seguro que te dejan pasar a la biblioteca. Una vez que estemos allí vamos viendo.

A: No me gustaría ponerte en ningún compromiso. Voy a pedir ayuda al universo y a todos los escritores del cielo para que el encuentro sea magnífico, que tengamos una experiencia enriquecedora para todos. Para mí seguro que será muy chula, estoy súper emocionada de poder vivirla.

D: Sí, será bonito, ya veras.

A: Tengo una corazonada de que va a suceder algo grande, me encanta, gracias Dix. ¿Qué día puedo ir?, ¿hoy?

D: Vale, la biblioteca cierra a las 21 horas, ¿Nos vemos aquí a esa hora?

A: Me parece bien. Hasta la noche, Dix, y nuevamente gracias.

Dix, en cuanto quedó con Amanda, fue a avisar a los libros, para explicarles que esa misma noche acudirían cuando cerraran, a las 21 horas, y se esperarían en la puerta principal de la biblioteca hasta que salieran los dos libros que habían acordado hablar con la humana.

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Susurros de luz, la asociación que hace que las cosas bellas sucedan y además las cuenta.

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